─── SU PEQUEÑO juego había comenzado. El hombre acababa de perder una de sus dos oportunidades.
Ahora únicamente le quedaba una.
— Incorrecto. — soltó el contrario con aburrimiento.
— En verdad eres un jodido enfermo. — reprochó el mayor.
— Tienes una última oportunidad. De lo contrario te haré ver que el verdadero infierno se encuentra aquí mismo. — dijo de forma divertida.
El hombre se sobresaltó, rogaba porque alguien lo salvará.
‘Ayuda, alguien ayúdeme’
— Bien. Comenzamos de nuevo. ¿Quién fue a la chica que trataste de violar? ¿Su aspecto cuál era? — inquirió.
— ¡No-no tengo idea! ¡Jamás he tocado a ninguna chica! ¡Lo juro! — las lágrimas comenzaban a salir de nuevo.
— Tsk. Lo lamento, respuesta incorrecta. —
— ¡¿Qué?! ¡NO, NO, NO, NO! ¡NO POR FAVOR NO! — suplicaba con desesperación.
— Maldición, cállate. — gruñó.
Tomo un trozo de cinta y lo pegó en su boca, en un intento de evitar que gritará.
— ¡NO, ALÉJATE! —
— Como un carajo, ¿Puedes cerrar tu maldita boca? Eres una puta perra llorona. — tomo con fuerza sus mejillas, obligando a quedarse quieto para poner la cinta.
Volvió en dirección a la mesa. Tarareaba una curiosa melodía mientras trataba de seleccionar el instrumento adecuado.
El hombre atentó a cualquier movimiento de su captor, intentaba sacar las esposas.
— Es inútil. — — No tiene caso que pongas resistencia. — finalmente, escogió el instrumento que utilizaría.
— Te ves tan ridículo ahora mismo; pareces un gusano retorciéndose, uhg. — sabía que sería un problema tenerlo quieto por unos cuantos minutos, así que tomo una jeringa con un líquido desconocido.
