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...

El despertador comenzó a sonar como cada mañana y tan pronto como lo escuche pegue un brinco del susto, mi respiración era agitada casi como si supiera que algo malo estaba apuntó de pasar y es que así iba a hacerlo.

Agache mi cabeza y sin quererlo comencé a llorar, me acomode en mi esquina y espere a que alguno de mis hermanos apareciera.

Estoy amarrado a una cadena en una esquina y llevo durmiendo en el suelo desde que tengo memoria, aveces cuando hace mucho frío como hoy mis hermanos se compadecen de mi y me tiran una manta, una igual a la que usa nuestro perro, hay veces que incluso el duerme conmigo.

Pero ahora tengo que esperar a que alguno de ellos aparezca y quiera quitarme esto, esperaba que hoy fuera uno de esos días en que me desencadenan pues había veces en que me dejaban aquí amarrado hasta por una semana, sin agua, sin comida... sin nada...

Aún que igual cuando salía la pasaba peor que estando aquí sin moverme y sin hacer nada.

Trague frío, sin esperarlo comencé a escuchar unas pisadas provenientes de las escaleras y sabía perfectamente de quien se trataba y eso me hacía querer vomitar.

Era Spencer, mi hermano mayor.

Tan pronto como apareció por las escaleras sus ojos me fulminaron y no tuvo que decir algo para que yo atendiera a lo que quería pues ya lo sabía de ante mano.
De inmediato me incline poniendo mi cara pegada al suelo, no tengo permitido mirarlo a los ojos, si lo hago me golpea hasta dejarme inconsciente, se muy bien que el y yo no somos iguales, que yo estoy en lo más bajo de este mundo, soy la mugre, lo sucio que nadie quiere, eso es lo que soy, basura.

Sentí como era que Spencer me aventaba varias pastillas a la cara y después dejaba caer un pequeño chorro de agua.
Eran inividores... ¿Olía enserio muy mal?, se que a mis hermanos no les gusta para nada mi olor y es por eso que siempre, todos los días sin falta en la mañana me hacen tomar 5 pastillas para ocultar mi olor, dicen que siempre huele agrio y no les gusta.

Spencer — ya tragatelas, huele a mierda toda la puta casa —

Me levante con cuidado, aún sin mirarlo, tenía que ser cuidadoso en todo lo que hacía pues cualquier cosa podía molestarlo incluso si me movía muy rápido.

Tomé de una en una cada pastilla y después tomé un poco de agua del suelo, volví a inclinarme esperando a que Spencer hiciera algo pues seguía estando aquí, me estaba observado y sabía porque lo hacía, al más mínimo error que cometiera aprovechaba para poder golpearme.

Spencer —... ¿Crees que mereces salir hoy? —
Puso su pie sobre mi cabeza y comenzó a presionar. Agh.

No conteste, tampoco tengo permitido contestarle, ni hablar con él, simplemente no puedo cruzar palabra con el, ni por lo mas mínimo.

Spencer—... Ya sabes que hacer —

Antes de irse me soltó una patada aun costado de mi rostro el cual me hizo caer de lado y tan pronto como se fue de inmediato me tomé con mis dos manos esa parte de mi cuerpo, empecé a llorar pero también me sentí aliviado pues a de mas de eso había desatado el collarín de mi cuello, sonreí, creo que estaba feliz hoy se había portado mucho más amable que de costumbre.

Me levante con algo de dificultad pero eso era lo de menos, ¿hace cuanto que no salía?, ¿1 mes? aaa sinceramente no lo sé, ser consiente del tiempo se había vuelto en algo sin importancia.

Me dirigí hasta el baño que se me tenía designado para prepararme antes de salir, tenía que quitarme todo mi pelo, eso incluía mi cabello, mis cejas y pestañas, a mis hermanos no les gusta por eso me obligan a quitármelo.

Tomé la maquina para rasurarme y pronto mis mechones color blanco comenzaron a caer, en un santiamén quedé totalmente calvo, después seguí con mis cejas y al final con miz pestañas, eso era lo más doloroso pues tenía que hacerlo con una pinza.

Me di un baño algo largo retirando toda la sangre seca que tenía pegada al cuerpo al igual que toda la suciedad, quedé limpio y muy feliz, cuando salí me puse la ropa de siempre cubriendo totalmente mi cuerpo.

Salí de la casa dirigiéndome al parque, me gusta ir ahí, es un lugar bastante tranquilo donde puedo pasar todo el dia sin aburrirme.

Cuando llegue me fui a mi lugar de siempre, un roble de tronco y ramas anchas al cual puedo subirme sin hacerle daño. Me acerque a él y comencé a subirlo con un poco de dificultad pues las ramas donde suelo recostarme quedan algo altas.

Cuando por fin estuve arriba me quede ahí admirando el paisaje, escuchando a los pájaros cantar y al aire pasar de manera tenue, todo era muy tranquilo, tan tranquilo y lindo que parecía irreal...

La verdad es que esa tranquilidad que estaba experimentando después de mucho se vio interrumpida pues sin esperarlo sentí como era que algo me golpeaba a un costado, terminé cayendo de la rama de donde estaba, me golpe la cabeza.

— pero mira que sorpresa... —



































El Sabor de la Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora