No dijo nada y eso quizá pudo ser una advertencia previa para lo que seguiría después.Se quedó callado, no decía nada y verdaderamente la ansiedad que estaba sintiendo por saber lo que podría decir me estaba consumiendo, quería saber, quería tener su aprobación, lo necesitaba tanto, tenía que saber que le había gustado...
Como siempre todo paso tan rápido que ni si quiera me di cuenta, tan solo y lo único que pude hacer fue caer al suelo mientras cubría mi boca reteniendo un muy sonoro grito, dios, esto era horrible.
Me tiro el plato a la cara y eso estaba quemando mi cara y parte de mi pecho, no pude evitarlo, comencé a llorar pero casi como si fuera algo involuntario me moví hacia donde estaba la comida tirada junto con el plato roto y comencé a recogerlo, no me importaba cortarme o quemarme los dedos, creo que eso ya era lo de menos.
No era consciente sobre mi al rededor hasta que Azrrael con su pie me alejo de lo que estaba haciendo y me hizo una seña para que me pusiera de pie, lo hice, tambalie pero lo hice sin poder muy bien.
— que pena, ¿estas herido pequeño Abel?, ¿quieres llorar?... Pff—
Después de decir eso me tomo del cabello y me jalo para que lo siguiera, fuimos hasta la parte trasera de la casa donde no hace mucho había estado y me sacó, me tiro al pasto como si nada y antes de cerrar la puerta le escuché decir que no molestara.
El frío me golpeó tan duro que odie sentirme de la manera en la que me estaba sintiendo, odie con todo mi ser aún sentir, ser consiente de cada uno de mis sentimientos, de saber sus nombres, odie absolutamente todo pero sobre todo a mí... Sobre todas las cosas a mí...
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¿Cuanto tiempo a pasado?
No tengo idea, creo que la noción del tiempo se me a ido, no me e movido de aquí desde... No lo sé, tan solo se que aun respiro y honestamente no se si eso sea bueno o quizá mi propia condena.
Debería de dormir como lo e estado haciendo y simplemente ya no despertar, ¿porque sigo vivo?, literalmente e pasado por tantas cosas que pareciera que estoy maldito, que el no morir fuera mi maldición... ¿Quien pudo haberme odiado tanto?, juro no volver a hacer lo que fuera que aya hecho, lo juro...
NARRACIÓN AZRRAEL—
Llevábamos exactamente dos semanas en la montaña y no faltaba más de una semana para que mi rut llegara, no podía evitar pensar pues estaba curioso, de echo ahora que lo pensaba desde el primer día que llegamos saque a Abel de aquí...
Tengo que admitir que tuve curiosidad.
Su olor se estaba haciendo demasiado tenue, como una brisa.Salí al patio trasero y comencé a buscarlo guiándome de su olor hasta que di con el, ahí estaba, tenía los ojos cerrados, creo que estaba dormido, no estoy seguro, de echo ni si quiera veía que respirara pero seguía vivo, podía sentirlo, de echo a pesar de no haberlo marcado aún así podía sentir de alguna manera lo que sentía Abel y eso me molestaba pues a pesar de yo estar bien, de yo sentirme bien siempre sentía un malestar por parte de él, creo que esto se debía por ser parejas destinadas.
Mire detenidamente el cuerpo de Abel sin mucho deseo, me concentraba más en lo pálido que se veía, parecía irreal, sus labios, ojos y nariz estaban de un color lila pálido con un pequeño toque rojo, mientras su piel era del color de la neblina, demasiado denso...
No lo pensé, tan solo me agache para poder tomarlo y cargarlo recargandolo en mi pecho, era pequeño, demasiado pequeño diría yo.
Hundí mi nariz en su cuello en busca de cualquier olor, de algo, en busca quizá de sentir algo más que sólo odio..
...
Debía admitirlo, le tenía unas ganas inmensas a este mocoso.
Fue casi como un impulso pues ahí mismo le arranque lo poco que tenía de ropa dejándolo completamente desnudo sobre mis brazos, entre con el a la casa y subí hasta mi habitación donde ya estando ahí lo deje en mi cama admirando cada parte de él, cada cicatriz... Parecía porselana rota, descuidada, manchada, y eso era mi pareja...
Desabroche con una sola mano mi cinturón y con esa misma Desabroche mi pantalón mirando aun a Abel, pensando en todas las posibilidades, en todo lo que podría hacer con este cuerpo que estaba completamente a mi merced.
Me posicione entre sus piernas y las abrí encontrándome con lo que ya conocía, tenía tantas ganas de cortarle ese maldito pedazo de carne y convertirlo en una maldita mujer, me cabré.
Lo envesti con fuerza siguiendo un ritmo constante, sin importarme nada, quería sentirlo, quería sentir sus malditas paredes anales precionar mi pene.
Podía ver cada que daba una embestida el como mi pene golpeaba con fuerza su estómago hasta que en un momento comencé a escuchar unos pequeños quejidos, mire hacia arriba encontrándome con la mirada perdida de Abel la cual ya estaba lagrimeando, unos sollozos debo de admitir bastantes lindos empezaron a sonar y quise mas de eso, quise que eso se convirtiera en otra cosa.
Levante una de sus piernas y antes de volver a entrar lo hice de forma lenta, esta ves entrando de manera distinta y tomando un ritmo diferente.
Un sonido agudo resonó por toda la habitación y pude ver como Abel abría la boca mientras un hilo de baba salía de él, Dios, quería comermelo entero, como si fuera un dulce, lo de gustaría de todas las maneras posibles, en todos los lugares, posiciones, sentimientos... Mierda, verdaderamente mi posesividad me hacían querer a la basura.
Baje su pierna y salí de él un poco agitado, volví a mirarlo y seguía igual de perdido, apenas y parecía poder respirar, lo tomé de los brazos y con la brusquedad de siempre lo tire hacia el suelo, su cuerpo cayó como si se tratase de nada al suelo, no se movió.
Azrrael— esto es una estupidez—
Guarde mi ereccion y salí de la habitación, me arrepentí y no quise mas de eso.
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El Sabor de la Sangre
Hombres LoboAbel es un chico omega que hasta ahora a vivido una vida simplemente miserable, su familia lo desconoce por completo, nadie lo protege, tampoco lo defienden cuando se meten con él, ni si quiera sus propios hermanos que muchas veces están presentes c...