La Agencia Armada de detectives decide festejar fin de año en el evento mas exclusivo de la ciudad de Yokohama. Allí se encuentran con varios de los miembros de la Port Mafia.
La fiesta se aloca y suceden cosas inesperadas.
Mientras tanto, Dazai a...
Ni bien cierra sus ojos, Chuuya se sumerge en un sueño.
. . .
Se encontraba en un cuarto oscuro.
Aunque no podía ver su cuerpo, estaba seguro de que estaba allí. Era un lugar en el que se jactaba ya habría estado.
Solitario, despreocupado y sin sentimientos.
Una mano, algo pixelada, lo saca de ese lugar.
Al salir divisa la situación. Dos personas, que parecían estar bastante nerviosas y discutiendo entre ellos, lo cargaban para llevárselo apresuradamente.
Abren la puerta de salida y un resplandor encandila su mirar.
Chuuya ya podía ver sus manos. Pero su respiración estaba muy agitada.
Hasta que se da cuenta de que esa agitación estaba siendo provocada porque estaba huyendo de algo, o de alguien. Aunque no sabía de qué o quién.
Dentiene su paso, mira hacia atras, y ve una bestia negra, con un resplandor violáceo emanando de ella, como si de un espectro se tratase. Estaba tratando de alcanzarlo, dejando oscuridad en cada paso.
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Al haber detenido el ritmo y mirar hacia atrás, la bestia logra tomar algo de ventaja y está muy cerca de él.
Chuuya suponía de alguna forma, que no iba a poder él solo con ese mounstruo.
Las piernas se le aflojaron al notar que no podía escapar, dejándose caer y poniendo sus manos en su cabeza, encogiéndose, como en posición fetal.
Sintió el rugir de la bestia al haberlo alcanzado, como un estruendo comparable al de un gran terremoto.
Cierra sus ojos con fuerza y con un gran pesar, siente salir una fuerza explotando desde su interior.
Una esfera negra cubre todo el lugar.
Silencio.
Abre los ojos, agitado.
Un hombre sombrío, de cabellos lacios y oscuros, estaba apoyado en una pared cruzado de brazos y lo observaba desafiante.
Chuuya lo mira y chasquea la lengua.
-¿Qué quieres de mi? -
El hombre no respondió. Se da la vuelta para seguir su camino y mira a Chuuya para que lo siguiera.
Sin entender muy bien lo que pasaba, lo sigue en silencio.
Llegan a un lugar que el mafioso conocía bien. Era "el mortero". Lugar donde conoció a Dazai.
-¿Qué hacemos aquí? -
El hombre señala una escena. Dos niños, de unos 15 años, en lo que parecía ser una pelea. Uno de ellos había parecido tomar ventaja al tener al otro postrado en el suelo y con su pié encima.
