𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷𝟺

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― ¿Jaemin? ― Haechan abrió los ojos pasmado, por impulso, le arrebató el celular y habló. ― ¡Noona!

Exclamó llamando la atención de la pelinegra.

― Dime Haechanie cariño. ― respondió con dulzura.

― Ese Jaemin... ¿Tiene el cabello azul? Piel blanca y ojos almendrados. ― describió al alfa.

― Si es ese mismo, ¿Por qué? ― cuestionó arqueando una ceja.

Los tantos sueltos comenzaban a cerrar, el omega se detuvo a pensar la situación, no era difícil recordar, pues Lee le repitió muchas veces la historia del gerente que Kun le había contado.

― Es el hombre con el que mis padres me casaron, Jaemin es gerente de una pastelería. ― habló al teléfono.

Las neuronas en el cerebro de Mark hicieron conexión, trayendo de regreso su peor pesadilla, que tal vez a esta altura estuviese hecha realidad.

Cuelga el teléfono por favor.

Mark utilizó su voz de mando, razón por la que el omega no tardó en despedirse de la mayor y cortar la llamada.

― ¡Esto es increíble! ― exclamó Mark con la histeria subiendo en aumento.

― Renjun ya debe saberlo todo... ― las palabras de Haechan no ayudaban, pero si eran ciertas.

― No, no, no, conociendo a Ren se fue hasta tu casa... ― hacía conjeturas entre gruñidos, ― El maldito de tu esposo debió aprovechar para coquetearle, seguro está jugando al héroe.

Lee deseaba no pensar en ello, la sola imagen de Renjun siendo tocado por otro hombre le hacía querer abandonar todo y correr a buscarlo, nadie más podía tocar a su omega, eso no era parte del plan.

― Futuro ex esposo, recuerda eso. ― bufó molesto, ― No perdió el tiempo, que tal si con esto del celo se lo llevó a la cama.

Río incrédulo, esas suposiciones no le causaban ni una pizca de gracia al alfa, quien se jalaba los cabellos negros, histérico, impotente y a la vez culpable, porque eso no estaría pasando de no ser por su magnífico plan.

― T-Tengo que irme.

Balbuceo nervioso, el único pensamiento frecuente era retomar su vida cuanto antes, hacerle caso a su amado omega, la idea de irse a otro país solos los dos ya no sonaba tan mal.

― No, Mark, no puedes irte. ― El omega se interpuso, sentando al alfa sobre la cama, para luego sentarse en sus piernas. Le sostuvo el rostro entre las manos, aún con Mark negándose a mirarlo. ― Hay que terminar con esto, sabíamos que tu lindo omega se enteraría, pero nuestro objetivo está cerca, no aguantamos tantos meses para nada.

― ¿Y si lo pierdo? Todo esto sería en vano. ― Intentó apartarlo, más Haechan se resistió.

― El in vitro no funcionó, esto no puede fallar querido alfa, piénsalo, Renjun te perdonará cuando sepa todo lo que hiciste por él. ― dejó un suave beso en los labios.

― Ojalá pueda hacerlo, si me voy sería injusto contigo, te prometí ayudarte y eso haré, pequeño...

Tras esas palabras abrazo la cintura de su acompañante, debía admitir que ese chico era tierno, por supuesto no se comparaba a las miles de sensaciones que le transmitía su hermoso Renjun, mientras besaba a otra persona, cerraba los ojos e imaginaba la piel blanca del omega, sus ojos gatunos, oscuros y brillantes, sus labios de muñeca, cada aspecto en él era perfecto.

Tan perfecto que le era imposible imaginarlo en otra persona.

[...]

Renjun abandonó el hospital acompañado por Jaemin, en verdad se sentía muy confundido después de ese tenso encuentro.

― Es gracioso ¿No crees? ― Jaemin rompió el silencio.

El omega seguía metido en sus pensamientos, ahora preguntándose qué sería tan divertido para el alfa.

― ¿Qué cosa? No comprendo.

Lo miro esperando una respuesta, y quizás también una pequeña distracción.

― Esto... ― unió sus manos en un cálido agarre. ― Llevamos tres días pegados el uno al otro.

Renjun le sonrió, dándole la razón, actuaban como si no quisieran separarse por nada del mundo.

― Si seguimos así será una semana ― una suave risa escapó de sus labios. ― ¿En verdad es posible sentirse conectado a alguien en tan poco tiempo? Parece salido de una historia cliché.

― Tal vez seamos algún tipo de cliché, quien sabe, de seguro así son los predestinados. ― Jaemin volvía a ese tema, pensativo.

― Puede ser, y aún peor, estamos condenados a follar para comprobarlo.

El comentario del más bajo hizo reír a Na, Huang se unió a su risa. Apenas pudo calmar su ataque de risa, Jaemin lo acorraló en un rincón del estacionamiento.

― Creo que la pasaríamos muy bien si hacemos el intento. ― murmuró, Renjun frunció el ceño de inmediato. ― Dije que te respetaría y eso haré, quiero que confíes en mí.

Su mirada reflejaba la sinceridad de sus palabras.

― Sé que podré confiar en ti más de lo que ya lo hago, solo necesito confiar en mis decisiones. ― confesó besando su mejilla.

― Así que confiar en ti... ― acaricio su mejilla y su cabello lacio. ― Empieza por el cabello, date confianza con el nuevo color que te harás.

Le guiño un ojo, alejándose de él.

― Cierto, nos vemos esta noche con nuestros nuevos estilos. ― Dijo mostrando una sonrisa brillante.

Jaemin sintió el corazón acelerado, queriendo salir de su caja torácica. Le parecía demasiado tierno, a tal extremo que se imaginaba a sí mismo como esos personajes de anime que sufren sangrado nasal por ver algo extremadamente tierno y hermoso, Renjun era esas dos cosas y más, mucho más.

Los jóvenes se despidieron con un movimiento de manos. Na subió a su auto, no sin antes ver que Kun llegará para abrir las puertas de su Mustang azul a Renjun.

Una vez que se fue, Kun miró a su amigo y le guiñó un ojo.

― Haré que te veas más guapo de lo que eres, compraremos ropa nueva, maquillaje, arreglaremos tu cabello y serás un mejorado tú.

Señaló el más alto, confiado al cien por ciento en sus habilidades en el campo de la estética.

― Estoy ansioso, la última vez que hice algo para mí fue cuando inauguramos el restaurante. ― recordó nostálgico.

― De ahora en adelante espero que hagas muchas cosas para ti. Mereces atención verdadera.

Despeinó su cabello con la mano libre. Renjun le sonrió, aquel pequeño rastro de felicidad se esfumó cuando volvió la vista al teléfono encendido y la pantalla le advirtió sobre veinte llamadas perdidas de Mark.

Subió el volumen y descartó las notificaciones, faltaban tres para quitar la última cuando recibió una nueva llamada entrante de su alfa.

Algo andaba mal, muy mal.



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