El chico perfecto:

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Hacía varios segundos que la chica que me había encerrado aquí le había abierto a Azael, y yo estaba en trance todavía.

Me bajé cuidadosamente del lavamanos tratando de recuperarme. ¡Dios! No podía sacar eso de la mente por más que trataba de hacerlo. Me limpié mi vestido y salí del baño. Mi mirada se fijó en un chico y una chica llorando que iban a entrar a la habitación. Estaban muy bebidos.

Me vieron y se sonrojaron, no dije nada, solo salí de allí con una cara que ni yo misma me explicaba. Bajé las escaleras apresuradas y me volví a topar con la misma de chica que me encerró con Azael y me miró apenada.

—Yo...yo lo siento, me prometió un beso si lo hacía— dijo con un hilo de voz.

—No, no importa, no te preocupes— le pase por el lado.

Estaba muy aturdida, ¿Había sido demasiado obvia? ¿Cómo es que lo descubrió?

Bueno... por lo menos lo dejé un poco confundido... ¿no?

Mi cabeza iba a explotar y eso que no he bebido mucho.

James estaba sentado en una de las sillas de la barra cuando me vio un sonrió. Me acerqué a él y me senté a su lado.

—¿Estas bien? — me preguntó mirándome.

No sé por qué, pero solo negué con la cabeza.

—Solo quiero beber para olvidarme de algo, tranquilo, no es eso de lo que piensas— le afirmé cuando pensé en el baile.

Él asintió.

—Buuuueno, creo que si bebes no va a ayudar mucho, así que no te dejaré beber— me dedicó una sonrisa—, además estoy a cargo de ti, ¿no?

Le sonreí a medias.

—Pero una fiesta sin alcohol no es fiesta— le dije.

—¿Quién te dijo esa vil mentira? — dijo levantándose—. Ven, vamos a enseñarte como es una verdadera fiesta sana, por hoy— dijo arrastrándome hasta la pista.

Supuse que no le molestó ni un poco nuestro baile en la pista hace unos minutos atrás, así que como si fuera poco, comenzamos a bailar entre risas olvidándome poco a poco de todo.

Las chicas se nos unieron para bailar y me divertí sin tener que beber. También hablamos y lo único que bebí fue agua o jugo. James me supervisaba para que no tomará alcohol. Supuse que sin conocerme quería que estuviera bien. Así que le hacía caso.

James me había compartido muchas cosas sobre él. Por ejemplo: había entrado al equipo de nuestro instituto. Era impuntual a donde sea que vaya, pero en ocasiones importantes era puntual, al menos diez minutos antes. Me dijo que tenía hermanos, tres, una hermana de un año mayor que él y dos hermanos, uno de su edad y otro hermano de diez. Vivian con sus padres justo, cosa que yo nunca llegué a vivir completamente. Era muy respetuoso, original, amable, amoroso y simpatice, entre muchas otras cualidades. Claro, no podían faltar las cosas básicas como que amaba el blanco, era bueno en deportes, creo que ya fue bastante claro, y su comida favorita era la pizza.

Cuando vi la hora eran las doce, ya tenía que irme a casa. Por lo cual le dije a James si me podía llevar a casa. Aceptó y nos fuimos a casa. Él no había bebido mucho, por lo cual condujo bien. Pero yo, por otro lado, estaba con un mal de risa por las anécdotas graciosas que decía él.

A la puerta de mi casa, me sonrió de una forma que me llenó de mil maneras.

—Yo...— tartamudeé—, gracias por convencerme de ir, divertirme contigo y con las chicas y por traerme a casa— le dije mirándolo.

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