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Así que cuando hablábamos de un empujoncito, Kuroo literalmente te empujó hacia el pudín andante que se encontraba en las gradas de la cancha con su vista fija en un videojuego. Y debido a aquel imprevisto empujón no tuviste suficiente tiempo para pensar en él, lo único en tu cabeza era cómo ibas a caer sin recibir un golpe fuerte.

Como por instinto, tus brazos se estiraron frente a ti y estos no tardaron en apoyarse en una zona lisa, y por lo tanto, también filosa; sentiste el ardor del corte en las palmas de tus manos aunque le prestaste poca atención a eso. Una vez estuviste estabilizada soltaste un suspiro y giraste la cabeza hacia atrás en busca del idiota pelinegro, pero ya no estaba ahí.

—¿_______? —su suave voz te hizo volver a la realidad.

Sin importarte el dolor en tus manos te impulsaste con estas para incorporarte y levantaste un poco la vista para verlo.

—Hola.. Kozume-san... —sonreíste nerviosamente.

Su ceño se frunció un poco al escuchar cómo te dirigías a él.

—Te he dicho que no me llames así.

—¡Ah, sí! Lo siento Kozume-san-... —cubriste tus labios por un momento y luego reíste un poco— Jaja, lo lamento, creo que ya es costumbre.

Ambos guardaron silencio después de eso, y aún así, tú no te moviste de tu lugar y continuastd mirándolo. Empuñaste ligeramente una de tus manos y te fue imposible no hacer una pequeña mueca de dolor cuando las heridas previamente hechas ardieron.

—.. ¿Estás bien? —preguntó aun en voz un poco baja.

—Lo estoy. —afirmaste y sus ojos se estrecharon por un momento antes de volver a ver el videojuego en sus manos.

—Me pareció ver... Que antes tropezaste contra las gradas. —murmuró y tú reíste nerviosa.

Aja. Digámosle que fue tropezar...

—Eh- Sí... —musitaste— Pero no es nada, no me lastimé. Más importante, ¿Qué juegas esta vez?

—No cambies de tema. —el chico soltó un suspiro y meneó un poco la cabeza, su cabello secundó sus movimientos. Guardaste silencio ante sus palabras y viste como presionó un botón de la consola antes de levantar la vista para verte fijamente— Déjame ver tus manos.

—... Jajaja. —casi por instinto, aunque también por los nervios, llevaste tus manos detrás de tus espalda.

Kenma te observó serio y fijamente por un buen rato, e incluso achicó los ojos..

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—¿Cómo están tus manos? —preguntó el de cabellera teñida una vez entraste de nuevo al gimnasio.

—No se preocupe Kozume-san, ¡Ahora están bien!

Las estiraste en su dirección, mostrándole el vendaje que tus manos tenían a su alrededor. La verdad, no era una herida profunda o peligrosa, y fácilmente podías haberla curado por ti misma en casa, pero una vez Kenma vio las heridas en tus manos básicamente te obligó a salir de la cancha (con la ayuda de tu hermano) y dijo que no volvieras hasta que la enfermera de la preparatoria le echara un ojo a eso.

—Lo siento, creo que exageré con el empujón.

Volteaste a verlo y le diste una mala mirada antes de cruzar tus brazos, ofendida.

—¿Cómo que "crees"?

—Ya.. —Kuroo te tomó por los hombros y sonrió en tu dirección— Como disculpa te invitaré a un helado a la salida.

—Mhm... Me parece justo.

Le sonreíste un poco y no pudiste evitar soltar un suspiro al bajar tu vista a tus manos nuevamente.

Al menos... Despues de tanto, he hablado nuevamente con él...

❝ ᴄʀᴜsʜᴇs... ❞ | ᵏᵉⁿᵐᵃ ᵏᵒᶻᵘᵐᵉ ˣ ˡᵉᶜᵗᵒʳᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora