TRECE

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Todo iba tan bien hasta que vimos la hora y eran las 11:00 pm. Decidimos pedir una habitación hasta mañana. Llame a mi madre y ella no tuvo problema en que me quedara con James. Al entrar a la habitación con una cama matrimonial y un ventanal hermosísimo.

James tenía una camisa blanca debajo del esmoquin que fue la que iba a utilizar como pijama y en ese momento odie no haberme puesto sostén, lo bueno era que la blusa que me presto James era un poco larga.

Nos acostamos en la cama matrimonial y apagamos las luces.

—Buenas noches— Le digo con una sonrisa asomando en mi rostro.

—Buenas noches, Musa.

Los minutos pasaban, y no podía conciliar el sueño. ¿Serían nervios?

—¿Estabas despierta?

—Sí, no podía dormir. ¿Y tú?

—Yo tampoco, debe ser porque es la primera vez que duermo con una chica.

Nuestras bocas no tardan en buscarse, y esta vez lo hago desesperadamente. Hace tanto que no estamos solos... lejos de la sociedad tan reservada, lo que hizo que no nos besamos sin miedo a que nos descubran. Las manos de James me abrazan y yo a él, pero ya no es suficiente, tengo tanta necesidad de él que nuestros besos, nuestro abrazo ya no me son suficientes. No sé cuándo mi mente decidió que había llegado el momento para dar un paso más, pero así lo sienta. Quiero este recuerdo de él. Sé que, si tengo que decirle adiós, no me imagino con otra persona en mi primera vez.

Acaricio su abdomen desnudo, no sé muy bien cómo hacer esto, pero James se separa notando que algo ha cambiado en mí.

—Mus-

Lo miro sonrojada. ¿Abre hecho algo mal?

—James, yo lo sien-- —me irrumpió muerdo el labio nerviosa y él acaba atrayéndome con los suyos.

—Me encanta tenerte así, es tan erótico. Pero no quiero que te sientas forzada a hacer el amor conmigo, podemos detenernos... en serio, yo no quiero forzarte a adelantar nada. Puedo esperar. No tiene por qué ser hoy. Cuando estés lista.

—¿Y si no quiero que te detengas?

Ya creo que mi boca se controla sola, una parte de mí me grita que estoy loca, pero otra, mucho más grande, se muere de ganas de poder estar unida a él. Pues lo amo. Y quiero sentirlo y tenerlo en mi memoria para siempre.

—¿Estas segura?

Asiento.

James me mira buscando algún signo de equivocación en mi decisión. Y yo simplemente lo vuelvo a besar, y al parecer el beso surte efecto, pues James no tarda en abrazarme y en devolverme el beso con pasión. 

Sus manos acarician mi espalda y no tardan en adentrarse bajo mi camiseta, mis sentidos están alerta para no perder detalle de este momento. Yo hago lo mismo y sigo acariciando su abdomen cálido. Está cálida y dura por los músculos, lo acerco más a él y solo me separo cuando James me quita su camiseta de "pijama". 

Cuando lo veo ante mí, así paso mis dedos por su pecho y lo acaricio deseando poder memorizar su cuerpo, como llevo tiempo queriéndolo hacer el pequeño lado pervertido en mi mente. Quiero recordar cuando no estemos juntos, cada sonrisa, cada caricia, cada beso robado...todo.

James me da un beso en el cuello y yo observo sus ojos grises, esos que me miran atónitos, estudiando cada uno de mis movimientos.

—Te amo James.

—Y yo a ti.

Su boca vuelve a buscar la mía y nos sumergimos una vez más en esta danza destinada solo para los amantes. No sé, pero me gusta la sensación de sentir a James sobre mí, aunque él está aguantando su propio peso para no aplastarme, la sensación de protección me arropa y me calma. Cuando James me acaricia y acaba por desprender de mi cuerpo todo atisbo de ropa, lo miro sonrojada, pero feliz. No tarda mucho en besarme por cada rincón de mi cuerpo y hacer que con cada beso me pierda aun más en este placer. Mis ojos están nublados cuando él se pone sobre mí y sin dejar de mirarme culmina el acto con una delicadeza extrema.

Besar a un angel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora