Capítulo 7.

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Stein.

Cuando amaneció me despedí de Anthonella y de su madre y me fui a casa.

Tengo tanta información en la cabeza que se me hace imposible de entender todo lo que ha pasado.

Anthonella es hija de un narcotraficante. Uno de los más conocidos.

Y ayer en menos de dos horas la ayudé a transportar dos cadáveres.

Y luego... la besé.

¡ Joder !.

¡ Menudo beso más fuerte !.

Cuando sus suaves labios se abrieron ante mí beso juro que fui el hombre más felíz del mundo.

No puedo negar que me asusta un poco.

Estar sintiendo algo por la hija de un narco no el algo que me tenga muy tranquilo.

Pero también me asusta el hecho de que... me estoy enamorando.

No sé de que manera descubrí esto, no sé en que momento comencé a sentir todo esto por ella.

Y eso que solo vamos por siete capítulos nene.

No conseguí pegar ojo anoche. Tenía demasiados sentimientos encontrados y también tenía a una chica a mi lado que parece un ángel cuando duerme.

Podría estar mirándola por horas, que nunca me cansaría de su rostro, su cuerpo, su pelo, sus ojos, sus pechos... En fin.

Kaila entra a mi cuarto y con una merienda y se sienta en mi cama.

– ¿ Me vas a contar que ocurre ?.

– ¿ De qué hablas ?.

– Llegaste hoy por la mañana  desnudo a casa, piensas que nadie te vio, pero yo si lo hice. Te has pasado todos estos días distraído, como si estuvieses...

– Enamorado...

– ¿Ah?.

– Estoy enamorado Kaila.

Ella tomaba un sorbo de café y lo escupió al frente.

Sus ojos me miraban con total confusión.

En el fondo la entiendo...

– ¡ Se supone que soy tu mejor amiga !. ¿ Por qué me entero de esto ahora ?.

– Te estás enterando junto conmigo de esto Kaila.

Ella se acomodó en la cama a la espera de una explicación.

Le expliqué todo lo relacionado con Anthonella, a excepción de su vida como hija de un narco.

Ella escuchó con atención hasta el último detalle.

–... es algo que no puedo explicar concretamente. Pero todo lo que se suponía que en mi vida era blanco y negro se está llenando de colores distintos... y uno de esos colores es el color miel de sus ojos...

Cuando acabé de decir esas palabras hice una mueca ante semejante cursilería que dije.

Y Kaila solo... se ríe.

– Banano se enamoró...

Oh, eso. Cuando le dije a Kaila mi nombre por primera vez entendió "Banano" en vez de Balsano, y ahora lo usa como apodo.

Menuda forma de faltarle el respeto a mi prestigioso apellido italiano.

– No lo puedo creer... ¿ Y cómo es que yo no conozco a esa chica ?.

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