Epílogo.

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Anthonella.

Seis años después.

A escondidas de Chris, mis hermanos y yo sacamos los sillones de ruedas de el sótano y los llevamos hasta el portal trasero de la casa.

Tener casi veintiséis años no nos impide tratar de recuperar mucho tiempo perdido.

Matteo se pone al final del portal y Diago y yo nos sentamos cada uno en un sillón con miradas desafiantes.

Si, estamos a punto de hacer una carrera de sillones de ruedas.

Digamos que después de tantos años pensando que Diago estaba muerto y destacando que no conocía a Matteo, hemos decidido utilizar cada segundo para recuperar todo lo que nos perdimos... una infancia los tres juntos.

- Comiencen en tres... dos... ¡uno!.

Diago y yo comenzamos a mover las ruedas de los sillones rápidamente por el extenso portal de la casa de Chris.

Las palabras de Matteo aún no eran muy claras, pero se oían perfectamente sus vítores en español.

Poco a poco Diago y yo le fuimos enseñando palabras esenciales hasta que aprendió a completar frases y armar oraciones.

- ¡¿Qué demonios están haciendo?!. -Exclama Chris saliendo desde la cocina.

Diago y yo nos sobresaltamos con la voz de Chris y caemos al suelo ambos, llenos de risas.

Tengo demasiado dolor en el estómago de tanto reírme que no podría levantarme para mirar a Chris y he de suponer que Diago está igual.

- Cuando piensan que ya no pueden sorprenderme me salen con alguna inmadurez nueva.

- Ya habló el padre de familia. - Exclama Matteo con su acento marcado.

- ¡ La semana pasada rompieron la ventana del comedor jugando béisbol!.

- Fue un accidente. - Dije aguantando la risa.

- Vivir con ustedes es como... ser un padre de familia.

Incluso él tiene que reír porque la situación es demasiado graciosa.

Entre las risas y las quejas, el aire fresco del mar me pega en el rostro.

La casa de Chris es el lugar perfecto para... para todo.

Una cada aislada, cerca de la playa, con muchas habitaciones pero lo suficientemente acogedora.

Después de que mis hermanos aparecieron, fuimos a vivir un tiempo con mis padres.

Antes que nada, hicimos un cambio de identidad para todos. No cambiamos nuestros nombres, solo nuestros apellidos, ya no éramos la familia "De Aro", ahora éramos los " Morgan". Y legalmente Chris era hijo de mis padres también.

Al principio fue un poco extraño, Matteo se expresaba poco y se sentía un poco excluido a pesar de que hacíamos lo mejor para que se sintiera bien.

A veces notaba su molestia cuando Diago y yo estábamos hablando en español y no lo uníamos a la charla.

Pero poco a poco fue integrándose con nuestros padres y luego con nosotros.

La diferencia de idiomas fue horrible de llevar, pero pudimos con ello.

Con respecto a Diago, pasé más de tres años llorando su muerte. Sentía que tenía demasiadas cosas que contarle pero a la vez no quería agobiarlo al pobre.

Ambos subieron a un peso correcto, su piel comenzó a adquirir color y se cortaron el pelo de igual forma.

Chris también vivía en la casa, él ni tenía familia, así que me negué a dejarlo solo después del accidente.

Stein ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora