Capítulo 6

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Los dos días que le siguieron a ese, Jennie decidió que lo más prudente sería quedarse encerrada en casa, pues en este tiempo su celo era más fuerte. No importa cuántos supresores se tomara o cuánto perfume rociara en su cuerpo, los efectos de su calor se notarían igual. Llamó a Rosé y la puso al tanto de la situación; sin contar lo de Lisa, por supuesto; y dejó todo en manos de esta y Jisoo. De igual forma su madre llamó a su profesor principal, quien no tuvo problemas con eso pues Jennie era una de sus estudiantes estrella.

En esos días que para ella fueron muy largos solo salía de su habitación a comer algo, y muchas veces era su hermana quien le llevaba la comida, pues las punzadas en su abdomen y los golpes de calor incontrolables que le daban la tenían algo débil.

Obviamente tuvo que hacer uso de su consolador para calmar sus deseos de reproducirse. Este junto con la clásica masturbación era lo único que podía realmente darle algo de alivio. Pero ahora en su cuarto día, cuando ya estaba mucho mejor y ya se sentía lista para ir a la escuela de nuevo, tenía un leve resentimiento contra su estúpido lobo.

Este se aprovechó muchas veces de la situación para tomar control sobre su parte humana, perdiendo la cabeza ante la excitación del ciclo, y gimiendo el nombre de cierta alfa cuando se corría sobre sus sábanas. Y eso no era lo peor, sino que también olfateaba la ropa de este con su femenil olor impregnado para excitarse aún más, reviviendo el caliente toque de sus manos sobre su cuerpo.

Dios, solo recordarse a sí misma haciendo eso hacía que quisiera golpear su cabeza contra la pared por la vergüenza e impotencia de haber sucumbido ante su celo de esa forma. Todo por culpa de su parte lobuna, quien había quedado demasiado encantada con las sucias pero placenteras caricias de la alfa. Se aseguraría de que eso no pasara otra vez, eso seguro.

Terminó de arreglarse para la escuela, y se tomó un par de supresores más el abundante rociado de perfume de menta antes de bajar a desayunar. Como medida de prevención tomó una caja de supresores, asegurándose esta vez, de que estuviera llena. En la cocina tuvo un rápido desayuno junto a su madre y hermana y salió luego, despidiéndose de ambas.

A medida que caminaba hacia la escuela, un sentimiento de ansiedad se apoderaba de su pecho al recordar que la maldita Lalisa Manoban ahora sabía que era una omega, y peor aún, se había enfrascado en la idea de cortejarla. Ella no quería eso, quería seguir con su vida como la había hecho hasta ahora sin tener riesgos de ser descubierta por alguien más.

Pero los recuerdos de lo que había hecho con la rubia la volvían a invadir y le recordaban que las cosas ya no eran así. Solo le rezaba a Dios por no encontrarse con Lisa en todo el día de ser necesario, pues realmente no estaba de ánimos para enfrentarse a lo que eso conllevaría.

Finalmente llegó al centro escolar y entró, saludando como siempre a algunos alegres estudiantes que le deseaban los buenos días.

—Buenos días, Presidenta Kim.

Su cuerpo se estremeció al reconocer claramente al grave tono de voz a sus espaldas. Si había un dios allá arriba definitivamente debía odiarlo. Volteó su rostro medianamente y la miró sobre su hombro.

—Buenos días, Lalisa Manoban– dijo para seguir caminando, tratando de mostrarse lo menos afectada posible por la presencia de la otra aunque interiormente estaba algo inquieta.

—Creo que ya te había dicho que me dijeras solo Lisa. – caminó detrás de ella.

—Y yo creo que te llamaré como se me dé la gana. – su voz denotó algo de molestia.

—Oh vaya, creo que alguien se levantó con el pie izquierdo hoy. – Lisa levantó ambas manos en son de paz – Igual no creo que sea correcto de la Presidenta ser así de grosera con otro estudiante.

¡La presidenta del Consejo Estudiantil es una omega! || Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora