5. Podríamos...

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Las semanas siguientes al juicio pasaron lentamente como si supieran el temor que me causaba regresar a Hogwarts. El tan solo pensar que en unos días regresaría al lugar en donde todo comenzó me helaba la piel, algunas veces me preguntaba si la decisión del ministro era correcta, pero de inmediato ahuyentaba ese pensamiento de mi mente, McGonagall y Potter habían arriesgado mucho como para que yo dudara de su decisión.

Seguía sin explicarme del todo el porque estaban a mi favor, tal vez solo se había tratado de una táctica bien elaborada para engrandecer el apellido Potter un poco más o hacer lucir a Hogwarts como una institución humanista, algo así como: "Cuidamos elfos, salvamos hipogrifos ...ah! y también damos asilo a ex mortifagos " o cualquier cosa que hiciera a los padres inscribir a sus hijos en la escuela sin temor a que estos fueran el desayuno de un basilisco.

En fin.

Durante el tiempo que estuve en Malfoy Manor no había dirigido una palabra con mi madre, pasaba el tiempo en la habitación principal que anteriormente había compartido con mi padre. Sabia que le era más fácil ocultarse que enfrentar el mundo de problemas en el que vivíamos, y para mi, estaba bien, pues con tan solo haber visto una lagrima suya la poca cordura que conservaba se perdería.

La noche anterior a mi partida, me conservaba en la biblioteca del segundo piso leyendo algunos libros viejos y empolvados que al parecer nadie había tocado en varios años.

Pero antes de que pudiera sentarme en el mullido sofá para disfrutar de ellos la puerta se abrió dejando entrar a mi madre con un aspecto más sano del que esperaba.

-Draco, -dijo con un tono casi inaudible -mañana no podre acompañarte a la estación, últimamente no me he sentido del todo bien, espero y me comprendas.

-Esta bien, ahora creo que es mejor que vayas a recostarte.

La tome del brazo y la dirigí al pasillo pero me detuvo antes de que pudiera avanzar.

-Prométeme que te cuidaras. -Tomo mi rostro entre sus manos y me miro a los ojos, note que estaba al borde de las lagrimas.

-Lo prometo. -Mi voz sonó más débil y quebrada de lo que hubiese querido, pero no me importo y la abrece como si mi vida dependiera de ello y ahí fue cuando comenzó a sollozar.

En ese momento pensé en huir, pero, ¿a donde?, no importaba donde estuviéramos el ministerio no iba a tardar en encontrarnos y ese sería mi boleto de entrada a Azkaban y probablemente la causa de muerte de mi madre.

Después de seguir varios minutos en el mismo lugar la lleve a su habitación.

A la mañana siguiente me desperté antes de que el sol saliera pues recordé que no había hecho las compras de todo lo que necesitaba para las clases, eso significaba que tendría que ir al callejón Diagon.



Vulnera Sanentum |Dramione|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora