23. Personal

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El tiempo pasó muy lento y ninguno de los dos volvió a decir una sola palabra, estábamos sentados en el frio suelo de esa asquerosa celda a tan solo un metro el uno del otro, y caí en cuenta que nunca antes había estado tan cerca de ella, exceptuando, claro, todas las veces que me acerque a burlarme de su insufrible personalidad. Hermione Granger, siempre siguiendo a ese par de tontos, respondiendo siempre primera, la mejor de la clase, recuerdo como me molestaba la forma en la que todos la idolatraban, como si ser inteligente fuera extraordinario, que los demás fuesen unos asnos no la hacía especial, pensaba. Sin embargo, ahora era la única persona que me creía, tal vez Granger sí era una tonta después de todo.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por las puertas abriéndose de golpe, ambos levantamos la vista sólo para encontrarnos con un muy apresurado profesor Slughorn, parecía como si hubiese corrido todo el camino, aunque podía deberse a esos kilos de más que había conseguido durante las vacaciones.

— Disculpen la demora, los de primer año son un lío por los pasillos, tuve que pisar varios pies y atravesar unos cuantos fantasmas para llegar aquí— dijo casi sin aliento. —Señorita, Granger ¿Qué hace todavía aquí? Las clases ya iniciaron —.

— Yo, ya me iba— Dijo mientras se levantaba, me dio una última mirada antes de irse.

— Veamos, muchacho— Se acercó hasta donde yo me encontraba sin traspasar la reja, buscando torpemente en los múltiples bolsillos de su traje —Come esto, debes tener hambre— Me pasó a través de los barrotes lo que parecía una barra de cemento pequeña envuelta de papel rojo, resultó ser un bocadillo de frutas.

— No comeré esto, prefiero conservar los dientes— Miré ya sin la envoltura el bocadillo y parecía como si hubiese pasado más tiempo en los bolsillos de Slughorn de lo permitido.

— Como te imaginarás no tuve tiempo de pasar al comedor y traer la deliciosa comida a la que, estoy seguro, estás acostumbrado—

Su maletín flotaba de tal manera que le permitiera sentarse sobre él. Mientras tanto, yo le daba un último vistazo al bocadillo en mi mano, el olor dulce hizo crujir mi estómago así que mordí un poco, con dificultad, y en mi boca pude distinguir una mezcla de arándanos y medicina, la terminé.

— ¡Estaba asquerosa! De no ser por el gran respeto que le tengo se la habría arrojado en la cara. — Grite sin tapujos.

— No me diga, ¿De verdad? — dijo con una mirada irónica. Me sorprendió lo que acababa de decir, ni siquiera sabía de donde había salido eso.

Slughorn no se veía sorprendido en absoluto, en cambio había sacado un pergamino cuidadosamente doblado de su bolsillo y una pluma que no necesitaba tinta.

— Es bueno saberlo, pero pasemos a lo que en realidad importa, por cierto tendré que tomar notas, sino le molesta. —

— Me molesta—.

— No nos tomará mucho, ¿Qué le parece si me cuenta lo que ocurrió en la torre de Gryffindor anoche? —

Igual que toda persona habida y por haber conocía la sensación que provoca vomitar, el como la garganta arde y sin poder evitarlo una masa de comida y acido sale de la boca, bueno, pues no se compara en nada con las sarta de tonterías que escupí ante el profesor después de que terminara la pregunta. Fui tan específico con los detalles de la noche anterior que si me hubieran preguntado de qué color era la mancha de la alfombra de la sala común habría respondido sin dudarlo, era amarilla. Le conté como había despertado en la habitación de Potter, como me habían hechizado y como sin darme cuenta y de un momento a otro tenía el cuello de Ginny Weasley entre mis manos.

— Le juro profesor que yo no tenía intención alguna de dañar a Ginny Weasley, cuando desperté ella ya estaba frente a mí, sabe, nunca había notado que tiene ojos marrones, ¡Agh! el punto es profesor, que la única persona que quería dañar esa noche era a mí. De no ser por Hermione Granger lo habría logrado, pero tenía que llegar y verme como lo hizo y yo solo quería ir con ella y poder...—

— Disculpa que te interrumpa, muchacho. ¿Cómo que querías hacerte daño? —

Trate de contenerme, mordí mi lengua dolorosamente, infle los cachetes con aire, apreté los puños, pero el vómito verbal no se detuvo.

—Ya no lo soporto más, no tengo nada ni nadie, la culpa me llena cada segundo, y si no es la culpa son las malditas pesadillas noche tras noche, las voces en mi cabeza, su imagen en mi mente, el ver esta estúpida marca en mi brazo cada día que pasa, me da urticaria, ¿Sabe lo que es no poder dejar de rascarse?, y ni siquiera le cuento del maldito olor—

— ¿Y qué olor es ese? —

— ¡No lo sé!, dígamelo usted, es el mismo olor de la poción que se le rompió en clase, viejo distraído. ¿Qué era eso?, ¿Orines de gnomo? —

— Interesante, muy interesante —

Los ojos del profesor detonaban más que curiosidad, algo me decía que sabía más de lo que le había estado contando. Había parado de escribir en el pergamino y me miró profundamente como sí tratara de descifrar un viejo acertijo olvidado por el pasar de los años. Abruptamente salió de su estado de trance y volvió a su actitud tradicional.

—Bueno, queda más que claro que usted no es el culpable, al menos no intencionalmente, de lo ocurrido con la señorita Weasley, pediré a Minerva que lo saquen de aquí lo antes posible y no sé preocupe los efectos del veritaserum se irán en un par de minutos. En definitiva no es mi mejor receta de biscocho de frutas— Rio frescamente.

Al poco tiempo de que se fuera los efectos comenzaron a desaparecer, recuperaba el nudo en el estómago, la acides en la garganta y la picazón en el cuerpo. Normalidad. La Directora vino por mí, abrió la celda sin siquiera decir palabra alguna y me indico que la siguiera. Mientras recorríamos los pasillos de la primera planta me comentó:

—Ya me ha informado el Profesor Slughorn de sus resultados—

—Creí que era ilegal utilizar veritaserum en los estudiantes, Directora. — dije altaneramente.

—No nos vamos a poner quisquillosos con las leyes ¿O sí, señor Malfoy? — Borré la mueca de mi cara inmediatamente, creo que el efecto no se había ido del todo. —Haremos esto, usted se mudara— Dijo emocionada mientras sacaba un manojo de llaves de su capa.

— ¿A dónde? — Me tomó por sorpresa.

— A mí despachó— Abrió la puerta dando lugar a un salón empolvado y vacío —Bueno, el que era mi despacho. Con todo respeto, Malfoy, pero creo que sería más conveniente si estás un tiempo...apartado de tus compañeros, al menos por las noches. Le pediré a alguien que suba tus cosas inmediatamente, y puedes tomarte el día de hoy, para dormir un poco, pero sólo hoy, mañana a primera hora a clases. —

Me miraba con una mezcla de amabilidad e incomodidad genuinas. La buena noticia es que tenía mi armario de escobas personal.

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Muchas gracias por el apoyo que le dan a la historia, es muy emocionante para mí saber que les gusta lo que escribo. Sé muy bien que no había actualizado en mucho tiempo pero creo que fue necesario así he podido aprender y mejorar para traerles una historia mejor escrita y estructurada. Les agradezco sus votos y comentarios tan lindos -siempre los leo- y espero que sea de su agrado lo que se viene para nuestros personajes. Con amor, JeyMocker

Vulnera Sanentum |Dramione|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora