Capítulo 3

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—¡Hey! ¡Un café frió de este lado! —Gritó Lena, una chica que al igual que yo era camarera en aquella cafetería. Éramos las únicas, yo había conseguido el empleo quizá por lástima y con mucha insistencia para mis padres. Las píldoras que a diario consumía no eran económicas, quise ayudar en algunos gastos.

—¿Podrías moverte? —Lena, a pesar del tono algo agudo que empleó me miró preocupada—.¿Estás bien?

—Sí, sí. Estaba solo un poco distraída.—Llevé una mano a mi sien izquierda y froté ahí, Lena siguió el movimiento con precaución.

—¿Te duele la cabeza? ¿Te sientes mal? Sabes que el jefe no tendría problemas con que te fueras y estás mal.

La verdad era que nuestro jefe era un mísero de mierda, pero Lena tenía una lengua que convencía hasta el más duro a aflojar el agarre en sus billetes. Solo que yo hacía como que no sabía que era ella la que lo convencía.

—Fue un simple vértigo, estoy bien.

—¡Pues vamos, vamos! —Siguió pronunciando infinitos "vamos" mientras prácticamente corría hacia la cocina. Era una chica activa con buen estado físico y mental. Era muy sabia.

—Señorita, me pido un sándwich y un refresco. ¿O tiene recomendaciones para mí? —Busqué la voz que ya me sonaba conocida y el chico suicida me regaló una sonrisa ladeada—. ¿Entonces...?

—No lo sé, pero podrías tomar un juego en vez de un refresco —Sugerí sin apartar mi vista de él.

—Está decidido; un sándwich y un jugo, por favor. ¿Conoces algún buen sabor? —observé cómo se colocaba una gorra con la visera hacia atrás.

—¿Te gusta el de piña? Lo hice y...

—Si lo haces tú, hasta como tierra. —Meneó su cabeza en dirrección hacia la cocina. Alcé mi pulgar e hice mi camino hacia la barra de pedidos.

—Un sándwich y un jugo de piña. —Sarah, la chica que atendía que a diferencia de lo que digan del nombre era una buena chica, anotó, me brindó una sonrisa y me preguntó sobre el tipo de sándwich—. No lo sé, supongo que mediano.

—¡Baja el jugo de piña, Lena! —Gritó Sarah y escuché cómo Lena maldecía. Sarah dirigió su mirada a mí y sonrió—. Siempre es lo mismo con ella.

—Ya lo veo —Confirmé y terminé riendo con ella. Caminé hacia la cocina donde Lena le daba como saco de boxeo al galón que contenía el jugo ya que este se encontraba hecho hielo.

—Mierda —Masculló.

Jasper, el hombre que tenía manos maravillosas para preparar platos, rió y siguió haciendo saltar cosas en su sartén.

Me permití sentarme a esperar como Lena masacraba todo a su paso, Sarah en algún momento entró a ayudarla pero esto no impidió que Lena pagara todas sus desdichas con el pobre galón de jugo, los cubiertos y todo a su paso.

— Odio esto —Frotó luego sus labios uno con otro ante esta declaración.

—Ni que lo jures.

—Deja tu ironía —me ofreció el plato con el sándwich que para ser mediano tenía un buen tamaño, y el jugo—. Ya sabes, me consigues su número.

—¿El del chico? —interpele con curiosidad. Ella rodó sus ojos con hastío como si en mí no hubiera salvación.

—Vino también ayer, pero no te encontró y volvió hoy. Ni siquiera se pidió nada, juro que viene por ti. Pero como no le haces ni ojitos yo estoy aquí, dispuesta a todo.

—Ah —expresé en un tono apático, demostrando lo contrario a lo que sentía, para nadie es su secreto que a todas nos gusta que alguien se fije en nosotras, aunque no nos guste, es como una pizca más para nuestra confianza.

DISNEA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora