Capítulo 13

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Ileire

El orvallo se cierne sobre nosotros mientras nos mantenemos con los pies colgados hacia el agua del mismo muelle en el que él estuvo aquel día, aquel día que las cosas comenzaron a cambiar.

—Eras tú —no lo preguntaba, lo decía en voz alta probando las palabras agrias.

Sacudió su cabeza como si el que tuviera que acomodar sus pensamientos fuera él. En realidad, la única que tenía que acomodar algo era yo.

—Yo...lo

—Por favor, no. No quiero que lo digas porque ya de por sí duele, ¿lo sabes?

Entendí perfectamente a qué parte de la historia se refería. Tragué la saliva en cantidad que se había acumulado en mi boca, la ingesta fue amarga, como el primer trago de un vino caro.

—¿Qué pasó después? —pude susurrar apenas en un hilo de voz.

Se paró de pronto.

—Te espero el viernes después de clases aquí.

Su expresión, a pesar de mantenerse inaccesible, mostraba la nube luctuosa en la que se había regocijado, como el transeúnte que se refugia de la lluvia debajo de un frondoso árbol.

—Yo sé que esto...pero no puedes irte así —me quejé, no quería ser egoísta pero quería saberlo todo.

—No te preocupes por mí, estoy bien, estoy cuidándote a ti.

—No hay nada qué cuidar, yo estoy bien.

—Tenemos que irnos, prometo que te lo diré todo.
—Alargó su mano con una sonrisa, compuse una sin mucho esmero y me aferré a él.

Caminamos dentro de una bolsa de silencio, siendo sacudidos por el viento de las dudas, por lo menos las mías. Ya llegando a casa, me depositó un beso en la mejilla.

—Te contaré todo, pero nunca lo haría como si no me importara. Lo haré a una velocidad benevolente.

Lo miré con tristeza mientras se alejaba, esto quizás le hacía más daño a él de lo que me podía hacer a mí. No entendía cómo una persona podía ser tan desgraciada y abusar de su propio hijo. Era asqueroso, repugnante, vil y...ni siquiera habían palabras.


Cené con mis padres y mi hermano, me noté a mí misma lejos de todo mientras oraba. La incertidumbre de lo que podría y lo que no pasar se agitaba con ímpetu, siendo el dueño de mis emociones.

Al llegar a mi cuarto, luego de un baño, mi padre tocó mi puerta. Lo supe por los tres toques, mamá daba dos y Larry mejor me llamaba.

—Puedes pasar.

Se acercó escudriñándome con interés, tenía una mano detrás de la espalda.

—Te noté lejos en toda la cena, ¿algo que debamos saber? —viendo su cara me pregunté qué había pasado para que mi padre no hubiese pronunciado a Lans ni de forma indirecta, era como si él ya no existiera en las prioridades de mi padre—. Eh, Ilei.

—Es solo...—sacudí la cabeza—, estoy bien.

—Bueno. Tengo buenas noticias —me acomodé esperando sus palabras, se mantenía parado frente a mí—: hemos hablado con el alcalde y estamos tratando todo esto de tu enfermedad, no te preocupes, todo lo que tenga que ver con ella será gratuito y donado por la alcaldía. Estaremos estudiándote y tomando tus muestras para examinarlas. Hasta ahora quiero que pruebes esto...—asomó la mano que mantenía en su espalda y un jeringa acaparó mi atención—. Cortosina, estamos trabajando en la sensibilidad en tu piel y necesitamos aplicar al menos una dosis por semana.

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