05.

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El reloj marcaba las 12:30 cuando un borracho Harnold y yo dejamos el bar, dejé salir el aire y me quite los zapatos para poder caminar y cargar a mi mejor amigo hasta casa, pues yo no tenía auto y definitivamente no dejaría que el condujera hasta su casa en el estado que cargaba, le mandé un mensaje a Emma indicándole que se quedaría en casa para que no se preocuparan y comencé a caminar las pocas cuadras que restaban a casa.  Al llegar caminé directamente hasta mi habitación y quité sus zapatos, jeans y camisa pues de otra forma no podría dormir, me tiré a su lado cayendo dormida en cuestión de segundos.

Desperté gritando ante el movimiento brusco que sacudía mi cuerpo

—¡Para! —grité gimiendo y los ojos del castaño frente a mí se abrieron

—Lo siento, lo siento Nora, algunas veces olvido que sigo conservando mi fuerza de macho

—Cálmate Hulk —me burlé divertida, —es solo por el ejercicio de ayer y la bailada, me duele todo

—¿realmente fuiste al gym? —preguntó mirándome con molestia

—Sí, te dije que iría

—Pero no lo necesitas —interrumpió

—¿Por qué vas tú entonces? —pregunté

—Chicos sudados, ¿duh?-dijo con obviedad

—Bueno yo voy por lo mismo, además quiero darle forma a mi trasero de cerdo —informé y dejó salir una maldición en francés

—¿Cómo...?

—De escucharte —explicó y asentí, —El punto es Nora, que estás haciendo por lo que el idiota de Jacob dijo y...

—No, lo hago por mí H —interrumpí

—De acuerdo, de acuerdo, bien, ahora arriba porque no quiero llegar tarde de nuevo —después de ducharnos y vestirnos bajamos y robamos un par de leches extras antes de dirigirnos al instituto

—Ayúdame a llegar a clases —pedí subiéndome sobre su espalda y me cargó hasta el salón, —Nos vemos en la café —me despedí y asintió y sonreí caminando hacia mi lugar, cuando la clase llegó a su fin caminé hasta la cafetería pues la siguiente hora la tenía libre, Oliver entró y miró en mi dirección, se giró y caminó hasta la máquina de refrescos para después caminar de nuevo hacia mí, sentándose a mi lado pero ignorándome por completo, fruncí el ceño y me giré para mirarlo

—¿necesitas algo? —preguntó con desinterés, abrí la boca para insultarlo pero la cerré en silencio, sacudí la cabeza y me giré de nuevo

—Aun no me dices gracias —habló y lo miré confundida, —te he prestado mis lentes —dijo señalando MIS gafas

—Son mías —le recordé

—Lo siento, pero yo me las encontré en el suelo —dijo y rodé los ojos

—Sí, el día que chocamos se me cayeron y tú me las robaste —protesté y una sonrisa apareció en sus labios, —idiota —gruñí y me guiñó un ojo, rodé los ojos y me giré de nuevo continuando con mis galletas, cuando el timbré del descanso sonó las puertas de la cafetería fueron abiertas y todos comenzaron a entrar, el chico a mi lado se puso de pie y salió de allí, levanté la mirada esperando que Harnold entrara para hablarle, pero él no lo hizo, cuando habían pasado 25 minutos me puse de pie y me apresuré a salir de la cafetería para buscarlo, "seguro que lo castigaron por descarado" pensé y cuando giré en el pasillo hacia su salón choqué con algo duro, como si mi cuerpo lo reconociera de inmediato me separé y estaba por comenzar a gritarle cuando me detuve al notar su condición, una cortada en su ceja, su pómulo izquierdo rojo y su labio rotó, mis ojos se abrieron

El que se enamora pierde.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora