Epilogo.

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4 años después.

Tomé el gorro y me lo puse corriendo por las escaleras cuando Alex gritó, —voy! –Grité bajando y salté los últimos escalones, —llegué –dije y sonrió

—Iremos al súper a hacer las compras para la cena navideña, después pasaremos por los obsequios a casa de Martin y volveremos para preparar la cena, ¿bien? –preguntó y asentí, —¿A qué hora llega tu mamá?

—Su vuelo llega a las 7 –informé y asintió

—¿Y papá?

—él y mamá llegaran a las 7:30 –informó y asentí

—Tenemos toda la tarde para prepararlo todo –agregué, —y conociéndonos nos faltara tiempo –me burlé y asintió riendo, tomamos nuestras bolsas y salimos de casa, después de aquel día en donde tuve la plática más madura y dolorosa de toda mi vida con Oliver, mi vida había cambiado, y con ello mi forma de ver las cosas, gracias al valor que tuve hablando con él, había tenido el valor para hablar con mi madre y después con mi padre, y desde entonces las cosas habían cambiado, mamá había llamado todos los fines de semana y me visitaba una vez al mes, a mi padre lo visitaba todos los domingos y pasaba tiempo con su familia, lo que había hecho que formara una fuerte relación con Alex, mi media hermana, a pesar de que todos me dijeron que podía mudarme con ellos y que papá al negarme ofreciera el departamento me había negado, de alguna extraña manera me negaba a dejar a mi compa; era de cuarto y nueva mejor amiga, Harnold y Leon se habían comprometido hacia un mes y Emma y Tony se habían casado el verano del año anterior, mismo en que por fin había aceptado la invitación de Alan y su padre a comer a su casa, Jacob aun me llevaba a clases, aunque esta vez a la universidad, y aunque había intentado que nuestra relación avanzara, habíamos decidido que ser amigos era lo mejor, después de nuestra graduación hacia dos años, no había vuelto a ver a Oliver, todo lo que sabía era que estaba estudiando en la universidad del condado y que había comenzado a trabajar con su padre, lo cual me alegraba, durante algunas de nuestras salidas en grupo había escuchado que Oliver llevaba el mejor promedio de su clase y que había enderezado su camino, nunca nadie mencionó el nombre de alguna chica en específico pero sabía que si las había, durante el primer año en la universidad me sorprendía entre clases pensando en cómo hubiesen las cosas si hubiésemos continuado juntos, pero me alegraba darme cuenta de que después de todo no cambiaría lo sucedido, bajé del auto y acomodé mis gafas, —¿tomas el carrito? –Pregunté hacia la castaña a mi lado y asintió, entramos al centro comercial y comenzamos con las compras, —iré por la salsa –señalé y asintió

—Yo estaré en las carnes –informó mientras me alejaba corriendo, mi mirada pasó entre todas las salsas y tomé 2 mil islas, 2 cesar, me giré a prisa chocando con alguien y cayendo sobre mi trasero, maldije y negué cuando note el contenido de una sobre mi pierna y suelo

—Lo siento, ¿estás  bien? –preguntó alguien y asentí, me puse de pie y junté las botellas con su ayuda, cuando terminé de limpiar mi pantalón me enderecé y tomé la botella que me entregaba

—Gracias –murmuré y levanté la vista, su cabeza se ladeó y sus ojos se abrieron con sorpresa

—¿Nora? –abrí mi boca para responder y la cerré al notar que no emitía sonido, lo miré de pies a cabeza asegurándome de que fuera real y lo miré de nuevo a los ojos

—Oliver –susurré y sonrió, su sonrisa seguía siendo la misma, pero no seguía causándome lo mismo.

—Te vez.... –su oración fue interrumpida por el grito de Alexandra

—Aquí estas –murmuró y la miré, —Oh... y ahora veo porque –agregó burlona y rodé los ojos

—Alex, ¿recuerdas a Oliver? –la chica miró al chico y asintió sonriendo

—Hola de nuevo –murmuró y él me miró con una ceja alzada

—Si... han pasado muchas cosas –murmuré y asintió, un momento de silencio se adueñó del momento y suspiré, —Tenemos que irnos –hablé de nuevo y asintió, lo miré de nuevo y asentí en despedida, dejé las botellas en el carro y nos alejamos

—¡Nora! –llamó Oliver y me giré para verlo, se acercó corriendo hacia mí y me miró a los ojos, —Le tengo miedo a la soledad, no me gusta el cereal con leche, lo como con agua, mmm.... Jamás he nadado con delfines pero antes de morir tengo que hacerlo, ¿Cuál otra?.... oh si, vengo de San francisco, me cambié a la universidad cuando el semestre estaba por terminar porque papá consiguió mi dirección, quería huir de él, oh y... el Azul, no me había decidido por alguno hasta que te conocí, entonces escogí el azul de tus ojos –indicó y fruncí el ceño, —Me detuve porque mi cuerpo me pedía más, y no estaba listo para perderte tan rápido y.... oh si, quería demostrarme que todo lo que me interesaba de ti era el sexo, oh mejor dicho, obligarme a creerlo –terminó y negué en señal de "no sé de qué hablas", —Los tres primeros puntos los que me preguntaste la primera vez que subiste a mi auto, y las otras dos son del día que me encontraste semidesnudo en tu habitación, la siguiente es sobre lo que pasó en la fiesta de despedida de Paula y la última del día que te lleve a casa de tus padres –indicó y mis ojos se abrieron, sonreí y negué, —Y Nora... -agregó y lo miré de nuevo, —Tenias razón, el que se enamora no pierde –murmuró y se encogió de hombros, —No del todo,... no siempre, solo cuando estas lleno de mierda –finalizó y se giró alejándose, y yo lo miré hasta que su espalda ancha y musculosa desapareció por los pasillos.


 FIN

El que se enamora pierde.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora