EL NUEVO TRATO

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Me coloco el cinturón de seguridad, la Señora Weinghart está sentada a mi lado mientras el chofer pone en marcha el Bentley Bentayga V85, los asientos del auto son de un cuero suave de color beige, las paredes del auto del mismo color, hay una pequeña pantalla frente a mí, pareciera que voy en primera clase de algún vuelo, lo que divide nuestros asientos es enorme hay espacio para cargar el celular, colocar bebidas y diferentes comparticiones para colocar objetos y en la parte superior hay un cristal donde se puede ver las estrellas. Esta señora podría construir una casa si vende este auto, yo podría pagar mi universidad con un carro como este.

-¿Te gusta? -suelta la señora Angelien.

Cierro la boca que la tenía entre abierta.

-Sí, es como una nave espacial.

Ella se echa a reír. Había escuchado su risa muchas veces y había sonado macabra y escalofriante, sin embargo, esta vez suena como una simple risa de una mujer adulta, tierna. Me pregunto si antes la escuchaba de esa forma porque era mi imaginación o ella la hacía así para intimidarme, sea lo que sea me alegra escuchar esta nueva risa.

-¿Puedo preguntarle algo? -le digo y ella asiente-. ¿En que trabaja? -Creo que siempre he tenido esa curiosidad en vista de que gana mucho dinero.

-¿No se te hizo extraño que te dijera hace poco el nombre de una estrella?

-No, creo que a mucha gente le gustan las estrellas.

Ella sonríe.

-Soy astrónoma.

Y yo creyendo que todo lo obtenía de dinero mal habido. Las Weinghart son una cajita de sorpresas.

Nos quedamos en silencio por varios minutos hasta que ella suelta:

-Eider -me toma de la mano-, sé que no quieres nada, pero déjame recompensarte. Puedes pedirme lo que sea y será tuyo.

Le sonrío.

-No necesita darme nada, Sra. Angelien.

-Tiene que haber algo que desees. Vamos, piénsalo un poco.

Me quedo por un par de minutos en silencio mientras veo las estrellas pasar por arriba de mí, el cielo oscuro y las luces que iluminan el camino a casa me hacen sentir todo esto acogedor de alguna manera, talvez porque mi madre amaba las noches y ver las estrellas me recuerdan a ella.

-¿Ya lo has pensado? -añade ella.

La observo, ¿Qué podría pedirle a Angelien que no tenga que ver con su dinero? Está claro que ha pagado lo de mi padre por sentirse culpable, de alguna forma ha querido restituirlo y realmente no estoy interesada en su dinero, admito que, si hubiera alguna forma de pagar lo de mi padre, no lo hubiera aceptado, pero ya estamos aquí y al menos ahora sé el verdadero motivo por el que lo ha estado haciendo, lo que significa que puedo dejar de vigilar a su hija y no le debo ninguna información.

-Sra. Angelien, no quiero esperar hasta el fin de semana para decirle la verdad. -Ella se endereza en el asiento y carraspea la garganta, colocando el puño sobre su boca-. Las dos estamos conscientes de cuál es la verdad.

-Sí, sin embargo, necesito escucharlo de tu boca.

-Pues no se lo diré.

Ella ensancha los ojos como platos. Me alegra tener algo de control esta vez.

-Teníamos un trato.

-Un trato bastante raro, Sra. Angelien. Además, todavía no comprendo porque simplemente no contrató a alguien para que siguiera a Melody. ¿Por qué tenía que ser yo?

-Ya te lo dije antes, además necesitaba a alguien que no tuviera un historial de caos, alguien que ante los ojos de mi hija se vea insignificante, que fueras la chica que "no hace nada" eras la pieza clave y lo mejor de todo es que Melody jamás sospecharía de ti. En cambio, si contrataba a alguien ella se daría cuenta, siempre lo hace y hubiera buscado la manera de escabullirse.

Tiene mucho sentido, pero de todas formas no me hace gracia que me vea Melody como si fuera insignificante, porque no lo soy.

-¿Qué le parece si hacemos un nuevo trato? Usted me ha dicho que podía pedir lo que quiera.

Ella ladea la cabeza.

-¿Cómo cuál? -Ella quita su mano de la mía.

-Primero, deje a Paterson en paz, él hace todo lo que su hija le permite. -Ella empieza a toser como si se hubiera atorado con su propia saliva-. Segundo, acérquese más a ella, salgan juntas de paseo, conversen y si no le gusta lo que está haciendo pues dígaselo, es su madre, no necesita que haya intermediarios, corríjala, ¿sí?, pero no necesita golpearla eso solo empeora las cosas, hace que quiera salir huyendo con el primer muchacho que se le cruza.

Ella baja la mirada.

-¿Hay un tercero?

-Sí, busque ayuda. -Ella vuelve a ensanchar los ojos, verla hacer eso tan seguido hace que quiera partirme de la risa, pero me contengo-. Necesita aprender a controlar su irá y también necesitará aprender cómo guiar a Melody, la ha dejado mucho tiempo sola y ella solo busca la manera de no estarlo más.

-¿Estás justificando lo que hace?

-No, ni siquiera estoy de acuerdo con lo que ella hace, aunque si buscamos a un culpable... -Ella traga saliva. Tomo sus manos-. Mire Sra. Weinghart, ya no podemos remendar los errores del pasado, pero podemos recomponernos para el futuro, todo lo que sé es porque mi padre me lo ha enseñado, él es judío y no sé si tenga conocimiento sobre ello, pero ellos creen mucho en la ley de su Dios, papá me enseñó esa ley y soy lo que soy por ese pequeño libro. Usted tiene uno a la entrada de la mesita da la sala, debería de leerlo. Produce su efecto cuando se lee no cuando se lo tiene de adorno.

Ella suelta un bufido.

-¿Por qué estoy dejando que una niña de quince años me de consejos?

-Usted me ha pedido que le diga lo que quiero. Y eso es lo que quiero.

-¿Por qué? ¿Pudiste pedir lo que sea?

-Por que más me interesa ver a su familia feliz, el dinero no lo compra todo. Y aunque yo no lo tenga todo, estoy feliz con lo que ahora tengo. -Le doy una sonrisa.

Me da palmaditas en la mano.

-Tengo mucho que aprender de ti, cariño.

-¿Entonces? ¿Qué dice?

-Trato hecho.

Esta vez no hay nada oculto detrás, solo hay verdad.

De Enero a DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora