DE ENERO A DICIEMBRE

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Entro al aula que está vacía, como siempre la mayoría está en los pasillos o en algún otro lugar que no sea aquí. Camino hacia Milo que está con la cabeza pegada al pupitre. Es hora de que le cuente la verdad, antes que se entere por boca de alguien más.

—Milo —le digo, acuclillándome a su lado—. Lamento haberte metido en todo esto.

—Roth, esto no es culpa tuya —Su voz suena ahoga por el pupitre—, debí haberte hecho caso.

—Hice un trato con Paterson, que, si él conseguía hacerme amiga de Ria, yo le ayudaría a conquistar a Melody. —Aunque para eso nunca necesito ayuda.

Él levanta la cabeza, tiene los ojos rojos, no sé si ha estado llorando o se ha quedado dormido.

—¿Qué tú qué? ¿No te era suficiente conmigo?

Suspiro.

—Te acababa de conocer. Y ya la estaba pasando bastante mal. No me culpes —me siento en el suelo—, llevaba un buen tiempo sin tener a alguien con quien pasar un buen rato y me deje llevar. —Levanto la mirada—. ¿Estas molesto?

Él entrecierra los ojos.

—Claro que lo estoy. —Pasa su mano de la boca a la barbilla de arriba abajo—. ¿Aguantaste todas sus tonterías por esto? —Se endereza en el asiento.

Bajo la mirada, agazapándome un poco, no tolero verlo enojado conmigo. Pero me lo merezco debí contárselo todo desde el principio.

—No solo por eso.

—¿Hay más? —Se coloca de pie y camina de arriba abajo mientras se pasa las manos por la cabeza—. Es que no puedo creerlo. ¿Acaso no te amas, Eider? — Eso dolió. Ya me había acostumbrado a escuchar el "Eider" de forma amable y no en este tono. Se para frente a mí. Alzo la mirada y sus ojos están llenos de enojo y su respiración está agitada—. No sé porque permites que te hagan esto.

—Deja que termine de contarte —le digo. Un chico entra al aula y él le dice que se vaya. Jamás lo había visto así. ¿Por qué se preocupa tanto por mí? No es como si me conociera de toda la vida—. ¿Quieres tranquilizarte?

—No lo haré —Me hace señas con la mano para que hable.

—La mamá de Melody también hizo un trato conmigo. —Él ensancha los ojos tanto que parece que se le fueran a salir.

Empiezo a contarle cada detalle y mientras lo hago el menea la cabeza de lado a lado, como si estuviera decepcionado de mí, lo que hace que me sienta culpable, limpio una lágrima que estaba a punto de caer en mi mejilla, cuando llego a la parte del hospital su expresión se ha relajado al tiempo que me mira con atención, cuando he terminado se acerca a mí y toma mi rostro entre sus manos.

—Lo siento, Milo.

—Debí prestar más atención. —Limpia una lágrima con su pulgar—. Me he dado cuenta que soy bastante despistado.

Sonrío.

—Lo eres.

Me da una media sonrisa sin despegarme la mirada. Mi corazón se está acelerando sin ninguna razón. Es Milo. Es como mi hermano, ¿no?

—No te culpes por lo de Ria —Aparta un mechón de cabello de mi frente—. Esa fue mi elección. —Escucharlo hablar tan seriamente hace que me tiemblen las rodillas. Podría verlo como hombre ahora mismo. Trago saliva y asiento—. Eres hermosa. No habías visto de tan cerca tus ojos, son como el cielo de hoy, gris.

Aprieto mis labios para no sonreír, porque no tiene ni idea de cómo hacer un cumplido. Enseguida se estira hacia su maleta y saca la hoja amarilla que he esperado leer desde que lo conocí. Me la entrega.

De Enero a DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora