Martes, 2 de octubre.
Le he entregado la tarea a Melody y como si fuera poco me ha dado cinco euros por hacérsela, debería de haberle tirado el dinero por la cabeza, pero lo consideraré como un pago por mi arduo trabajo para que su tarea no se vea igual que la mía.
—Esa chica nunca te deja en paz, ¿he? —me dice Milo. Acomoda sus anteojos y se frota la nariz. —Es como hierba mala, con solo verla da comezón.
Suelto una pequeña risa y tapo mi boca con el fin de que nadie me escuche. Realmente no hay casi nadie aquí, todo el mundo está en medio del pasillo conversando de manera ruidosa hasta que el maestro llegue, parecen gallinas bulliciosas, cacareando mientras el granjero no está, suelen hacer eso en cada cambio de hora. Es una ley inscrita en el cerebro de cada estudiante: cambio de hora = libertad.
—Esa tía... —dice Paterson, que está sentado frente Milo. Él la mira con desaprobación, meneando la cabeza de un lado hacia el otro en forma de negación. Se voltea—. Es engreída, macabra y fría, dicen que no tiene compasión por nadie y que ha estado saliendo con un tío que le dobla su edad. —La vuelve a observar, solo que esta vez de manera sospechosa. Ella está parada al lado de la pizarra apoyando su espalda contra la pared mientras conversa con Ria, por alguna razón el uniforme se les ve mejor a ellas que a mí. Tal vez sea por el tamaño de sus faldas o por lo ajustado que llevan el suéter, bajo la mirada a mi uniforme y estoy segura que es de mi talla, pero se ve dos veces más grande—. Dicen que perdió su virginidad a los doce.
Arrugo la nariz y frunzo el ceño, no me interesa la vida sexual de Melody, he escuchado un millón de veces comentarios asquerosos y torcidos sobre ella, pero este ha sido el más fuerte de todos, ¿doce? ¡Santo cielo! Era una niña. Al menos yo a esa edad lo era. Siempre jugaba con muñecas y estaba más preocupada por que a mi oso de felpa no se le saliera el relleno.
Por un momento me imagino en esa situación y estoy más que segura que mi papá me hubiera desheredado, no es como si mi papá tuviera mucho que heredarme, pero como mínimo me dejaría dentro de un internado y para mí eso sería terrible.
—¿Y qué hay de Ria? —le pregunta Milo.
De nuevo está con esa hoja amarilla anotando ciertas cosas. He intentado ojear lo que tiene escrito, pero su letra es tan diminuta, parecen pequeñas hormigas colocándose en fila para ir tras su comida.
¿Qué caracoles escribe? ¡La curiosidad me está carcomiendo!
—Ria está bastante bien. —Paterson le da una ojeada—. Ese cabello corto la hace ver muy sexy y sus ojos claros resaltan su fino rostro, a veces tiene corazón y a veces es más perversa que Melody.
Pongo los ojos en blanco, no es como si no conociera a ese par, Ria no suele ser mala casi nunca, al menos que te vuelvas su enemigo, ahí estarías condenándote de por vida.
Pero, ¿quién quiere ser enemigo de Ria Ambrossi? Todo el mundo la adora y darían hasta la vida por ella, la cuidan más que a Melody y la respetan más que a los profesores. Lo que ella dice se hace y el que no lo hace se está metiendo en la boca del lobo.
—¿Crees que se fijaría en mí? —le dice Milo con cierta incertidumbre.
Ambos la están viendo con tanta insistencia que por un momento pareciera que se pierden en el espacio.
Los golpeó con un cuaderno a ambos.
—Podrían ser más respetuosos, tienen una dama al frente suyo.
—¿Dónde? —dice Paterson, viendo para todos lados.
Lo veo con atención mientras mantengo mi ceja hasta el tope de mi frente.
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De Enero a Diciembre
RomanceUna historia narrada en Amsterdam, donde encontrarás a Eider Roth intentando descifrar su vida en medio de líos, caos y desamores. (Basada en algunas experiencias de la autora)