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Las miradas cómplices de su preciosa hija, abuelo y hermana estaban sobre él, y el motivo se debía al haber llegado a casa anoche en un estado deplorable, sentía unas inmensas ganas de matar a ese alfa por haberlo marcado con su aroma. Intentó comer lo más pronto posible y se despidió para luego tomar su auto e ir hacia la empresa. En todo el caminó estuvo pensando en la propuesta de Law, nunca notó por parte de este algún signo de burla o que sus palabras no fueran sinceras, aunque si aceptaba no perdía nada o al menos pensar eso le daba alivio.

Al medio día sus empleados se retiraron a almorzar y él se quedó para revisar algunos papeles en su oficina, repentinamente su celular sonó notificándole un mensaje de Cora-san que le pedía venir a su casa mañana. Desde que comenzó a charlar con el mayor un poco sobre su vida este le aconsejaba como un padre, aunque aún no podía contarle del todo sobre los sucesos que lo marcaron, y el mayor parecía comprender esa parte.

Un ruido lo sacó de sus pensamientos y observó a una persona asomar su cabeza por la puerta.

—Sanji-ya, ¿estas ocupado? —El joven médico caminaba hacia él.

—Por el momento no, ¿necesitas algo? —Rogaba que no sacara el tema de ayer.

—¿Ya lo pensaste?

—"Mierda" ¿Acaso el niño no tiene nada mejor que hacer que venir a molestar a los adultos? —Se levantó del sillón.

—No puedo esperar a hablarlo más tarde. Dime ¿qué has decidido? —Law parecía un cachorro nervioso.

—Tu si sabes cómo presionar a las personas. —Caminó al frente de su escritorio apoyándose en este.

Cada minuto que pasaba era una eternidad para los dos, Law se veía ansioso mostrándolo una mirada tierna difícil de resistir. Todo cobró sentido en ese instante, su pecho se sintió cálido de pronto que pensó hablar de una vez por todas.

—¡Maldición! —Un sonrojo apareció en sus mejillas. —Aceptó, pero con dos condiciones.

—¿Cuales? —El joven sonrió ante sus palabras.

—Regla número uno, no impregnes tu olor en mí. Y numeró dos, evita acercarte a mi cada vez que quieras, o lo lamentaras. —Advirtió, los alfas tendían a ser muy invasivos en el espacio personal de sus parejas.

—Haré todo lo que me pidas, Sanji-ya. —Con esa frase finalizada sus labios se unieron nuevamente.

Sanji pasó sus brazos alrededor del cuello de Law, y este lo alzó haciéndolo sentar en la mesa para así facilitar más el contacto entre ellos. El joven depositaba besos cortos y sutiles que ascendían desde la base de su cuello hasta su mandíbula sacándole suspiros.

El rubio en ese momento se sentía bien, tan completo, tan seguro y comprendido. Esas nuevas sensaciones no las comprendía del todo, pero ya no le importaba entenderlas por que no quería dejar de sentir la calidez de Law sobre él.

—¿Vamos a almorzar? yo invito —Ofreció el muchacho.

—Vamos.

El rubio tomo las llaves de su auto para dirigirse con su pareja hasta afuera de la oficina, lo que ambos no se percataron fue de una persona oculta entre el otro pasillo, que apretaba su puño con fuerza sin importarle que sus uñas se enterraran de manera dolorosa en su mano.

El rubio tomo las llaves de su auto para dirigirse con su pareja hasta afuera de la oficina, lo que ambos no se percataron fue de una persona oculta entre el otro pasillo, que apretaba su puño con fuerza sin importarle que sus uñas se enterraran d...

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