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Nunca pensó que escoger una muda de ropa seria complicado, casi todo su armario estaba llenó de trajes y apenas contaba con algunas prendas casuales, sin embargo, no dejó que la frustración lo ganara, llamó a Reiju la cual escogió un estilo juvenil para él que consistía de una playera blanca, una camisa amarilla de manga larga y zapatos deportivos del mismo tono, también complemento su vestimenta con un pantalón negro que se ajustaba bien a su figura. Recogió su billetera, el celular, las llaves, y sobre todo no podía faltar unos dangos como regalo para el dueño de la casa. Afuera de la mansión ya estaba su auto, por lo que subió a este listo para emprender al hogar de Cora-san.

Después de manejar por un largo trayecto llegó a su destino sin contratiempos, dejó parqueado el automóvil cerca de la casa a la cual se dirigía y bajó de este asegurándose que tuviera seguro. Entre más se acercaba al domicilio olía a algo extraño como si fuera humo, eso lo hizo preocupar por lo que aceleró el paso, tocó la puerta dos veces siendo abierta por el mayor hecho un mar de lágrimas, en sus manos llevaba una bandeja con un pollo totalmente quemado.

—Ese pollo...

—Quería preparar algo para ti Sanji y se quemó. —dijo el mayor entre lágrimas.

—Agradezco el gesto, Cora-san. —Su tono de voz era despreocupado. —Descuida, yo te ayudaré a cocinar.

El mayor lo invitó a pasar cerrando la puerta detrás de ellos, Sanji le entregó el presente a Cora-san y este lo recibió con una cálida sonrisa. Ya en la cocina el rubio observaba lo que había preparado el mayor, al parecer lo único salvable era el arroz por que tanto el pollo como las verduras que lo acompañaban se habían echado a perder. Le pidió permiso al anfitrión para revisar la nevera y los estantes, luego de analizar todo se le ocurrió hacer un curry para los dos, se quitó la camisa y en su lugar se colocó un delantal, seguido a esto tomó los ingredientes que necesitaría para dicho platillo y se dispuso a hacer.

En treinta minutos todo estuvo listo y pasaron a la mesa a servir los platos. Cora-san estaba emocionado por probar la comida de Sanji después de mucho tiempo.

—No recuerdo la última vez que probé algo tan delicioso, Sanji. —Llevó otro bocado a su boca.

—Cada vez que venga podría prepararte algo. —Se reprendió mentalmente por haber dicho eso. —Bueno si quiere...

—Ven más seguido, por favor. —La idea de Sanji lo animó.

Cuando estuvieron satisfechos de comer, pasaron a un bonito patio trasero. Aunque no era espacioso podías sentir un ambiente tranquilo y sereno, tomaron asiento en unas sillas de madera y se quedaron a admirar el patio del mayor. El jardín estaba lleno de flores de violetas, camelias, prímulas, así como un árbol de cerezo, algunas de las flores se desprendían de la copa hasta caer en el suave césped.

—No sabía que se te daba bien la jardinería, Cora-san. —comentó admirado.

—Es un hobby que disfruto en mis tiempos libres. Law me ayuda de vez en cuando. —respondió.

—Estoy seguro que Sora-chan amaría estar aquí, en nuestro hogar no solemos plantar muchas flores. —Imaginaba a su hija jugar en ese precioso jardín.

—Me encantaría recibirla y también a tu esposo. ¿Te casaste con ese muchacho que me hablaste cuando nos conocimos? —Observó con cautela a Sanji, al parecer sus palabras lo tomaron desprevenido que agachó la mirada intentando ocultar su tristeza.

—Mi pareja falleció hace 10 años. —habló melancólico.

—Lo lamento Sanji. Creo que toque un tema sensible. —Colocó su mano en el hombro del rubio.

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