Destinos Enlazados |LawSan|

☆29☆

Tokio (11 años atrás)

En una residencia privada ubicada en la zona boscosa de Tokio, se encontraba un omega rubio descansando en su nido, sin embargo, solo bastó el sonido de la alarma de su celular para despertarlo de su pacifico sueño. Sin más remedio tuvo que levantarse de la cama y apagar el dispositivo. De nuevo empezaba su rutina de mierda, se levantaba cansado y el solo caminar más de dos pasos le daba náuseas. Al principio lo atribuyo a un posible embarazo, pero enseguida lo descartó, Zoro y él han tenido un sin número de desilusiones en los últimos cinco años de casados, siempre escuchaban por parte de Kureha que era difícil concebir siendo una pareja beta-omega. No pensaba informarle a su pareja de esos mareos, el hombre de mirada onix tenía suficientes preocupaciones que cuando llegaba agotado de su trabajo,  no lo pensaba dos veces antes de caer rendido en la cama, eso le facilitaba poder ir a su trabajo sin que este lo retuviera. Se apresuró a cambiarse de ropa e ignoró el malestar en su estómago, caminó hacia su cocina en busca de prepararse un delicioso desayuno, más las opciones que se le ocurrieron solo lo hacían querer vomitar, buscó en la nevera una bebida energética sabor a durazno, la cual destapó y bebió hasta dejar la botella vacía.

De repente unos golpes en la puerta lo alertaron ¿Acaso el marimo se perdió y volvió a casa temprano? Pero al abrir la puerta se encontró con dos personas que menos esperaba en ese momento.

—¿Qué haces aquí viejo? —Atrás de Zeff estaba un chico de cabello castaño a quien reconoció de inmediato. —¿Chopper?

—Mocoso, ¿no piensas dejarnos pasar? —El hombre golpeaba con la suela de su zapato el piso.

Aun con el reciente asombro, se hizo a un lado para que sus visitas pasaran a la sala. Se sentó en el sillón individual esperando que hablaran, sin embargo, la mirada analítica de su abuelo lo incomodaba, no sabía si había hecho algo para molestar al alfa mayor.

—¿Y bien? —Sanji se cruzó de brazos.

—Los muchachos me han comentado que no te has sentido bien estos días, y tienes muchas fallas en tu área de trabajo. Además, que te han escuchado vomitar. ¿Ahora me dirás que diablos sucede contigo? —El anciano frunció el ceño.

—Esos bastardos y sus patrañas. Solo he estado mal del estómago, y ya estoy tomando una medicina por si es tu siguiente pregunta. —respondió de manera mecánica y casi torpe que su abuelo lo miró con seriedad.

—A mí no me puedes engañar, en este momento tu amigo te revisará y lo dejarás hacer su trabajo. —El joven se acercó con un maletín a revisarlo.

—Sanji prometo que te dejaremos ir, pero hasta entonces déjame revisarte. —sacó del maletín del estetoscopio. —Por favor, descubre tu pecho.

—Viejo, no tenemos tiempo para estas cosas. Recuerdas que hoy se realizará un almuerzo con el hijo del presidente de las empresas Satō. —hablaba mientras acataba la petición de Chopper.

—Los muchachos se encargarán de hacerla. —dijo tranquilo, sus empleados estaban lo suficientemente capacitados para el trabajo. 

—No puedes obligarme a quedarme. —Objetó con fastidio.

—No pruebes mi paciencia, berenjena atolondrada. —El potente olor que soltó Zeff no daba lugar a réplicas.

Estaba dispuesto a decirle a Chopper que se detuviera, sin embargo, lo que no espero fue que un fuerte mareo lo atacó haciendo que su vista se nublara, y no pudo evitar devolver el estómago delante de los visitantes, quienes alarmados fueron a su ayuda.

—Ayúdame a llevarlo a su habitación. —Pidió el mayor recibiendo una respuesta rápida por parte de Chopper.

Sanji se sentía muy débil para oponerse a su abuelo, por lo que se dejó llevar al dormitorio. Mientras era revisado por el joven de cabello castaño observaba los gestos de sorpresa que hacía al presionar ciertas partes específicas de su vientre, luego sacó una jeringa de su bolso y tomó una muestra de sangre de su hombro.