Capítulo 18. ¿Crees que te las sabes todas?

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Eddy se sentía incómodo por las miradas acusadoras e interrogantes que le dirigían Leroy y Milton, ambos sentados en sofás independientes frente a él, en un bar del centro de la ciudad.

—¿Te has dado cuenta que estás rozando el límite? —apuntó Leroy, algo tenso y preocupado.

—Todo está en orden. Sigamos el plan.

—¿El plan? ¿Qué plan? No sabemos qué hacer a continuación. Además de darle todo lo que tenemos a Steven para que sea publicado —declaró Milton, frotándose el rostro con una mano.

—Aún no cerraremos el caso. Apenas hemos visto la punta del iceberg —aseguró Eddy.

—¿Y cómo seguimos? —quiso saber Leroy, dándole una calada a su cigarro—. Steven nos limitó los recursos y tú no colaboras con la investigación. Actúas con lo que te ordena la cabeza de tu pene.

Eddy gruñó y bebió de un solo trago el licor que había en su vaso.

—Hay posibilidades de que el comisionado de la policía de Nueva York forme parte de la red de corrupción. Hoy tuvimos un pequeño indicio, pero además, me confirmaron que la policía no puede hacer nada porque él mismo se encargó de detener las investigaciones, amenazando a los detectives. Es evidente que el hombre tiene sus manos en esto y el único que nos puede confirmar esa información es Jimmy Carter —comenzó a explicar para convencer a sus compañeros—. Ese contrabandista posee una lista amplia de contactos que involucra a grandes personalidades de la ciudad. Si el comisionado lo defiende, podría tener una relación directa con él. El caso de infidelidad en el que está metido Buffé quizás sea una casualidad que le dio más complejidad al tema, pero ayuda a ponerlo en evidencia. Sin embargo, publicar ahora esas fotos sería solo propagar chismes de cama.

Leroy suspiró hondo y apretó la mandíbula.

—¿Dedujiste todo esto con ayuda de la mujer policía?

—Sí, ella lleva meses investigando, pero el comisionado les ató las manos.

—Pero, necesitamos publicar algo —apuntó Leroy.

—Lo sé —aseguró Eddy con irritación, y dejó el vaso vacío sobre la mesa baja que se hallaba entre ellos—. Completaremos la información.

—¿Cómo? —consultó Milton.

—El jefe de Colette se acercó mucho a Jimmy Carter y a través de él podríamos conocer las costumbres del chico para saber dónde se mete a diario, así lo abordaríamos en alguna reunión que no tenga nada que ver con Patterson. Allí haríamos el resto.

Leroy resopló divertido, apagó el cigarro que fumaba en un cenicero y observó a Eddy con rudeza.

—¿El resto, imbécil? ¿De qué estás hablando? ¿Iré a tomarle algunas fotos mientras tú corres tras la rubia para robarle un beso antes de que ella te patee el culo?

Eddy lo observó con fiereza, pero prefirió no perder el tiempo en discusiones sin sentido.

—No. Robaremos el teléfono móvil de Jimmy Carter.

Milton, que desde que había llegado al bar se había notado inquieto, ahora se mostraba angustiado.

—¡¿Robar?!

—Sí, robar —aclaró Eddy, recostándose en el asiento, asumiendo una postura relajada que a sus dos compañeros le molestó.

—¿Ahora somos rateros? —preguntó Milton hacia Leroy, con preocupación.

El moreno respiró hondo y se recostó también mirando con atención a Eddy. Comenzaba a comprender la idea de su amigo. Una estrategia similar habían puesto en práctica en una ocasión para obtener pruebas que ayudaran a resolver un crimen pasional.

Sé mi chica (Romance erótico) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora