Capítulo 19. Enciénde los motores, Eddy, o te ganarán la carrera

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Entró en aquel bar en la zona más popular de la ciudad seguro de que daría un gran golpe. Colette le había asegurado que Jimmy Carter estaría allí esa noche, reunido con algunos amigos. La policía llevaba meses siguiendo su rutina y descubrieron que eran habituales los encuentros en ese lugar. A pesar de que el chico se codeaba con clientes de exclusividad, sus amistades seguían siendo criminales comunes, ya que ese era el mundo donde había iniciado sus fechorías.

Durante todo ese día planificó un acercamiento. Rigo le había facilitado un teléfono similar al que usaba Carter para realizar el intercambio, pero al llegar al área de las mesas notó que el establecimiento se encontraba abarrotado aunque no había rastros del chico que buscaba.

Gracias a su trabajo como periodista de sucesos, mezclándose con la gente de peor calaña de Nueva York, logró reconocer a algunos sujetos de cuidado desperdigados por aquel lugar. El bar era un antro de delincuentes y él se había metido allí sabiendo del peligro que corría.

Se sentó a esperar en la barra y pidió un trago para disimular su estadía. No quería marcharse sin saber de Carter. Su plan era perfecto y él estaba ansioso por llevarlo a cabo.

Respiró hondo y apretó la mandíbula mientras el barman le acercaba la bebida. Notó a un par de sujetos, ubicados en un rincón, que lo miraban con enfado. Esos eran policías encubiertos, le fue fácil reconocerlos porque había coincidido con ellos en varias ocasiones mientras realizaba alguna investigación.

Bebió de un solo trago medio vaso de licor para aplacar sus ansiedades, sin notar que uno de los oficiales se ubicaba a su lado, de forma muy próxima.

—Eddy Bass. —Él miró al hombre con molestia. Muchas veces ellos le habían advertido que no se metiera en los asuntos de la policía, que jamás se involucrara en algún operativo o lo pondrían tras las rejas por entorpecimiento de la ley. Era evidente que se hallaban en pleno trabajo policial y al verlo allí, pensarían que él iba por la noticia—. Acompáñame afuera sin hacer nada indebido, o no respondo por tu seguridad —dijo el hombre sin verlo a la cara y sacando de su billetera el pago del trago de Eddy.

El sujeto se levantó y salió por una puerta lateral. El pecho de Eddy comenzó a palpitar con energía, sabía que estaba metido en un serio problema.

Dio un repaso a los alrededores mientras se retiraba. Carter no se hallaba en la periferia, ni sus guardaespaldas. Tal vez nunca iría a ese lugar y él como un tonto había caído en esa trampa. La trampa de ella.

Salió al exterior controlando el oleaje de furia y decepción que se gestaba en su interior. Al llegar, lo tomaron con fuerza de un codo y lo estamparon contra el maletero de un automóvil estacionado cerca, para revisarlo de pies a cabeza y esposarlo. Le quitaron el iPhone dañado antes de meterlo en la parte trasera del auto y mientras recitaban sus derechos constitucionales. Pensó en Colette y en esa traición, sonriendo con rabia.

La mujer le había jugado sucio.

Mantuvo la boca cerrada durante el trayecto a la comisaría, pensando en las maneras en que se vengaría de esa dulce traidora. Sintió una punzada de ira en el pecho cuando lo introdujeron en un cuarto de detención donde lo esperaba el negro que era jefe de la mujer.

Eddy quedó parado frente al Capitán Gunter Anderson, aún con las manos esposadas. Los policías encubiertos que lo habían llevado a ese lugar salieron de la habitación, dejándolos a solas. Se cerró la puerta con suavidad mientras ellos compartían miradas enfadadas.

—Eddy Bass. Eres arriesgado —dijo el hombre. Eddy se llenó los pulmones de aire para mantener la calma.

—Amo el peligro —se burló, logrando que el policía sonriera con poca gracia y se aproximara a él. La cólera refulgía en su mirada amenazante.

—Estuviste a punto de entorpecer una operación encubierta. ¿Sabes el castigo que se recibe por eso?

—Me pasaste ese dato. Creo que aquí el arriesgado eres tú.

—¿Te pasé el dato?

Gunter se mostró confuso ante la afirmación del periodista. Eddy apretó la mandíbula con enfado al descubrir su error. Sin darse cuenta había delatado a Colette. Ella le había dado esa información luego de obtenerla de ese hombre, quizás él se la dio de forma errónea para alejarla del caso, porque no confiaba en sus capacidades. Por el rostro desconcertado del policía dedujo que él nunca imaginó que ella pedía aquello para compartirlo con él. Tal vez la había metido en un serio problema.

El Capitán se quedó pensativo un instante, pero casi enseguida se mostró irritado y hasta gruñó por lo bajo. Quizás había entendido la jugada que le había hecho Colette.

—Eres tóxico, Eddy Bass. Todo lo infectas. —El aludido apretó la mandíbula con enfado, odiándose a sí mismo por su torpeza. Gunter afincó aún más sus ojos desafiantes en él—. Te alejarás de ella por las buenas. No querrás saber cómo será por las malas.

—Soy curioso.

—No juegues conmigo, Bass.

—Mi trabajo no es un juego, señor, y a ella le hice una promesa.

El policía resopló, observándolo con una mezcla de burla y rabia.

—No la conoces, yo sí. Quizás supiste como seducirla para jugar con ella y sacarle información, pero no te dejaré llegar más lejos. Colette es intocable, ¿entiendes?

Aunque Eddy sonrió, por dentro se encendía en cólera. Aquel cobarde lo amenazaba teniéndolo esposado y dentro de su terreno, donde no podía hacer nada en su contra o perdería todo.

—Veo que ella es importante para usted.

—Ella lo es todo —reveló, mirándolo fijamente—. No juegues con ella, o te haré picadillo, Eddy Bass. A ti, a tu periodicucho de mierda y a todos los tuyos. ¿Te quedó claro?

Eddy le mantuvo la mirada, desafiándolo. Dejándole en claro que no era trabajo fácil negarle algo y pensar que él no se defendería. Amaba los retos y las dificultades riesgosas. Más aún si estas venían cubiertas por una cabellera rubia y sedosa, que lo atrapaba como si fuera la tela de una araña.

Gunter lo tropezó con intención al pasar por su lado y salir de la habitación. Eddy prefirió no responderle, porque con eso quedaría completamente desarmado. El policía podría meterlo tras las rejas y no dejarlo salir de allí jamás. Así no tendría oportunidad de luchar, quedando derrotado.

Respiró hondo mientras pensaba en los nuevos pasos que debía dar para volver a tomar la delantera en ambos casos.

Ahora más que nunca estaba dispuesto a desentramar la trama de corrupción y conquistaría el duro corazón de Colette, entregándole a la mujer lo que le había prometido para que pudiera deslastrarse de ese cobarde.

Eddy Bass no era un hombre de juegos, podía ser temible cuando una idea se le atravesaba entre ceja y ceja, y en ese momento quien lo tenía flechado era Colette; así que llegaría a ella, le costara lo que le costara, quitando a cualquier rival de su camino.

Se sentó en una silla tiesa e incómoda, sabiendo que allí pasaría largas horas en espera. Ese era el castigo que el arrogante Capitán Anderson pensaba propinarle, sin saber que más que una sanción, eso era gasolina para sus motores. Con ello se volvería imparable.


Sé mi chica (Romance erótico) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora