Capítulo 35. Solo te queda esperar

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Eddy no sabía si lo que le estaba ocurriendo era una suerte o una maldición. Había llegado hasta Carter y Patterson, se hallaba entre ellos sirviéndoles tragos. El político se animó a probar el café irlandés, pero el chico prefería su habitual vaso de whiskey.

El caso era que Jimmy Carter no dejaba de mirarlo con atención mientras atendía la charla de Dorian Patterson. Eddy temía que lo reconociera, Carter ya había visto su cara en dos oportunidades, tanto en la discoteca como en el bar cuando pudo cambiarle el móvil. Si notaba que lo seguía, hasta allí terminaría su odisea.

Luego de entregarle el café al político, se agachó para colocar hielo en el vaso donde serviría el whiskey, la hielera se hallaba en el tramo inferior de la mesita. Dio una mirada disimulada, para asegurarse de que nadie lo veía en ese momento, y tomó la cámara dejándola en el suelo. Se levantó para servir la bebida, empujando la cámara con el pie para colocarla debajo del sofá donde estaba sentado Dorian Patterson.

—No.

La negativa de Carter no solo detuvo su tarea, sino la sangre en sus venas. Empalideció por los nervios, pero ya la cámara se hallaba oculta, por eso miró al joven con desconcierto.

—Sin hielo —pidió en referencia al whiskey, haciendo que Eddy respirara de nuevo.

Sonrió con nerviosismo, dejando el vaso en la mesa y tomando otro. Los guardias ahora seguían con interés sus movimientos.

Al terminar su tarea, salió de la sala, acompañado por la mirada sagaz de Carter. No paró hasta estar en el pasillo, enrumbándose en dirección a la cocina, pero su corazón casi pierde sus palpitaciones al ver a Colette intentando esconderse con torpeza tras una planta de palma. Con disimulo corrió hacia ella y la tomó por el brazo para sacarla de allí, entrando juntos en la sala de conferencias.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con enfado. El miedo aún se reflejaba en sus pupilas.

—Eso quiero saber yo. ¡¿Estás loco?! ¿Cómo pudiste acercarte así a Carter? ¡Va a reconocerte!

—¡No lo hizo!

Ambos hablaban entre dientes, para que nadie los escuchara. Los emprendedores, luego de su última charla, salían hacia el comedor sin apuro. Uno de ellos se acercó a Eddy interesado en las bebidas, pero él lo alejó sacudiendo una mano y diciéndole que no era hora de beber.

—Tenía que buscar los medios para grabar la conversación —explicó él, observando la puerta de la sala con nerviosismo. Temía que alguno de los guardias lo hubiera seguido—. Ustedes solo pusieron cámaras en el restaurante —dijo con burla.

Ella apretó la mandíbula con enfado.

—Todo fue idea de Gunter, ya te lo dije.

—Aun no entiendo cómo le permitiste que robara tu plan. Era muy bueno.

Colette se frotó el rostro con ambas manos, incómoda por tener que justificar siempre sus fracasos.

—Dijo que es por mi bien. Me cuida.

Eddy la miró con escepticismo, pero ella no pudo evitar estremecerse al sentir sus ojos sobre ella. El negro de sus pupilas brillaba con desafío.

—¿Te cuida? No me rompas las pelotas con eso, Colette —gruñó con enfado—. Ese imbécil es un cobarde, está detrás de ti porque eres una subordinada que no pone quejas a sus mandatos, que obedece ciegamente a sus órdenes temiendo llevarle la contraria. Que le tiene miedo a sus fortalezas porque cree que ellas siempre la llevaran a un fracaso. Por eso se aprovecha. Él jamás se acercaría a una mujer con fuego en las venas.

Ella se sintió ofendida por esas palabras, pero también, dolida. Dejaban en evidencia lo débil que era.

—Suspendió el operativo al ver que Carter y Patterson cambiaban el sitio de reunión, yo lo reactivé a sus espaldas. No necesité de su aprobación —reveló con arrogancia. No quería que siguieran minimizando sus talentos.

Sé mi chica (Romance erótico) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora