Capítulo 3. Nunca olvides detalles importantes, o la pasarás muy mal

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Salió del auto y se estremeció por el clima que esa noche afectaba a la ciudad. La lluvia había parado hacía unos minutos, pero eso no fue impedimento para que un buen número de neoyorquinos salieran de sus casas e invadiera los amplios salones de una de las discotecas más populares de la metrópolis, movidos por la visita de una banda brasileña de renombre. El frío se le colaba por la gruesa tela del abrigo como si fueran puñales de hielo que se le clavaban en los músculos hasta congelárselos.

Sopló aliento entre sus manos buscando darles calidez mientras Leroy, un moreno de facciones árabes que también era periodista en el diario donde Eddy trabajaba, se acercaba al trío de guardias de seguridad que custodiaban la puerta trasera del establecimiento.

—Ey, amigos. ¿Cómo está la noche?

—¿Tienen pases? —preguntó con irritación uno de los sujetos, al tiempo que se cruzaba de brazos mostrando los hinchados músculos que poseía.

—No. Venimos de parte de Rigo —aseguró Leroy, dando saltitos para soportar el frío y guardando sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—Necesito sus identificaciones —pidió el guardia con recelo mientras uno de sus compañeros pasaba la novedad por el comunicador que llevaban prendido a la solapa de la chaqueta.

Eddy y Leroy mostraron sus carné y se quedaron a un par de pasos de distancia, temblando por el frío, esperando a que los sujetos verificaran la información.

A medida que los segundos pasaban, Eddy comenzaba a molestarse. Le fastidiaba que los hombres tardaran tanto, obligándolos a soportar aquel mal clima, aunque a ellos parecía no afectarlos.

—Deben estar cubiertos por grasa de morsa —bromeó, sin reflejar algún gesto divertido.

—Los esteroides les asfixian los órganos sensoriales —rebatió Leroy, pero tuvieron que cerrar la boca al recibir las miradas duras de los guardias.

Eddy pensó que los habían escuchado y los echarían a patadas de allí. Sin embargo, uno de ellos se les acercó parándose firme a poca distancia, forzándolos a levantar la cabeza para verlo a los ojos.

—¿Y? —consultó Leroy con tensa calma.

—Pueden pasar —respondió el sujeto con desagrado y les devolvió sus identificaciones. Su ceño fruncido evidenciaba que no estaba de acuerdo con la resolución.

Leroy le sonrió con superioridad antes de esquivarlo y encaminarse hacia la puerta, pero fue detenido por el guardia.

—Espera. Tenemos que revisarlos.

Leroy se quejó, pero igual fue esculcado de pies a cabeza hasta asegurarse de que no tuviera algún armamento encima. Cuando terminaron la revisión, abrieron la puerta y los dejaron pasar al interior del establecimiento. Desde allí podían escuchar el redoble de los timbales que resonaban con estridencia en el escenario y recibían tenues baños de las luces de colores que bailaban en la pista.

—¿Dónde estará Rigo? —preguntó ansioso Eddy. El sonido de la música le calentaba la piel, animándolo.

—Espero que cumpliendo con nuestro acuerdo.

Al entrar en el área donde se desarrollaba el espectáculo quedaron paralizados, aunque a Eddy se le dibujó en el rostro una amplia sonrisa. El ambiente era carnavalesco. Algunas mujeres iban vestidas como seductoras garotas llevando el rostro maquillado con exageración, haciendo uso de mucho glitter y luciendo enormes coronas de plumas de colores.

—Maldita sea, esto es un circo —bramó Leroy. Eddy, en cambio, estaba encantado con la sorpresa. Sus ojos no podían dejar de apreciar los cuerpos sin desperdicio de muchas de las mujeres presentes.

Sé mi chica (Romance erótico) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora