«Mi conclusión es que el odio es un lastre. La vida es demasiado corta para vivir enojado. No vale la pena.»
(Disclaimer: este capítulo trata el racismo, cabe recalcar que OBVIAMENTE, la escritora no comparte la ideología que se va a ir comentando, pero no visibilizarlo solo hace que esto vaya en aumento, buen viaje por Detroit.)
30/junio/1994
—Necesito unos días más...quizás unas semanas, pero necesito que me entienda...por favor, le pagaré lo que le debo, pero ahora mismo... —Gloria discutía con el banco por teléfono intentando convencerles de aplazar el pago que les debía desde hace meses. —Vale, intentaré conseguir el dinero como pueda, gracias por su ayuda. —le dijo al señor irónicamente antes de desearles los buenos días y colgar.
—Buenos días, mamá —le dijo Leo al entrar en la cocina. —. Dame eso —la quito el cigarro que se estaba fumando, ella seguía tosiendo, pero aun así no lo apagaba, Leo lo apago en el fregadero y se volvió hacía ella. —Estás tosiendo horrible y sigues fumando.
Gloria le miro con orgullo y le abrazo.
—Mi pequeño se ha hecho mayor y le está dando lecciones a su madre. —le dijo aún abrazada a él.
—Mamá...
—Feliz cumpleaños, mi amor, ¿Cuándo te has hecho tan mayor?
—Gracias mamá, pero solo tengo 13 años.
—Y pronto cumplirás 18 y te irás a la universidad... —la puerta principal se abrió y Gabriel entro por primera vez a casa desde ayer. —Bueno, al menos tendré un hijo que ira a la universidad. —dijo viendo al chico, camino hacia él, quien ya se había tirado al sofá del salón que estaba anexada con la cocina.—¿Dónde estuviste?
—Mamá... por favor son las nueve de la mañana. —se quejó Gabriel, revolviéndose en el diminuto espacio en el que estaba acostado, evitando la conversación con su madre.
—Pues haberlo pensado cuando estabas de fiesta por allí... vete a darte una ducha, hoy es el cumpleaños de tu hermano y quiero que le lleves a pasar el día afuera con vuestros amigos, como habíamos acordado.El chico se levantó con pocas ganas y le dio un codazo a Leo al pasar por su lado.
—Feliz cumpleaños, pequeño León. —le revolvió el pelo y subió a cambiarse a su cuarto.
—¿Qué habéis acordado? —pregunto Leo con cierto temor a su madre.
—Iréis al centro comercial con los chicos, hacer lo que queráis, comer algo, ver una película, jugar en los recreativos... —Gloria abrió su bolso que estaba en la encimera y saco bastante dinero como para que les pueda sobrar.
—Pero...mama... ¿De dónde has sacado esto?
—Eso no importa, es tu cumpleaños... Ve y pásatelo bien.
—Pero...
—Pero nada...Después de media hora, Gabriel ya estaba listo para que puedan salir e ir al centro de la ciudad.
—Vamos, los demás nos esperan fuera. —le dijo a su hermano.
—¡Traerme un regalo! —les grito Nailea cuando sus hermanos apenas salían de la casa.Al salir a la calle, nada más le vieron, todos le rodearon abrazándole y revoloteándole el pelo, felicitándole, Koray le subió a su hombro paseándole por la acera.
—Vale, vale bájame... —le dijo riéndose.
—¿Nos vamos ya? —pregunto Gabriel y asintieron distribuyendo en que coche irían todos.Leo, Latrent y Kennedy irían en el coche de Koray, mientras que Romeo, Zandiel y Gabriel iban a ir en el coche de Matthers.
Mientras que dentro de la casa, Nailea jugaba con sus muñecas, Gloria miraba preocupada a sus hijos por la ventana, no quería dejarlos ir tan lejos, por lo que paso la última vez, pero necesitaba tener la casa sola.
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Detroit
Teen FictionBlue siempre había oído historias aterradoras sobre la ciudad de Detroit, pero nunca hizo caso a los consejos de mantenerse lejos de allí. Aquel cálido día de verano de 1990, a la tierna edad de trece años, Blue se encontró siendo forzado a mudarse...