P r ó l o g o

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"When I Grow Up I Want to Be a Rapper"

Habían pasado años desde que lograron descifrar la auténtica mirada de un verdadero Dilarian.

1 de enero de 1979

Meteora, Grecia

En el Castillo Griego, el heredero de la corona griega y del clan Águila nació hace apenas unos minutos. Dos mellizos, una hembra y un varón; sin embargo, solo uno de ellos irradiaba la mirada del profeta Dilarian, aquella que predecía el legado. Así, el niño heredó el título de su abuelo y ancestros: Noah Dilarian.

Alexander se acercó a la cuna donde reposaba su hijo, con los ojos abiertos. Se inclinó hacia él en silencio, su mirada dejó de posarse en su hijo para abarcar a Aegan.

—Ya tenemos a nuestro nuevo rey.

Aegan asintió, con celos ocultos en sus ojos. Sabía que, con la llegada de Noah, los Dilarian finalmente seguirían su destino, aunque en el fondo había deseado que uno de sus hijos heredara el título de rey.

Tratando de ocultar su envidia, se acercó a la cuna para saludar a su sobrino.

—Noah, bienvenido al trono.

Anastasia, Alexander y él jamás habían sido favorecidos con la bendición de nacer con la mirada del profeta. Por eso, su padre seguía siendo el rey y, aún así, bajo esta situación, fue como un rayo de esperanza que trajo nuevas expectativas al reino. Cuando ninguno de los hijos propios del gran Dilarian había heredado el don, los habitantes empezaron a especular y rumorear sobre el asunto. Muchos pensaron que, si no tendrían un nuevo rey o si este era un final para ellos, pero el nacimiento de Noah reavivó la chispa de la esperanza y la promesa de un nuevo reinado para los Dilarian.

5 años después

14 de abril de 1984

Noah y América eran los consentidos del palacio. América, por ser la única niña, y Noah, por ser el heredero al trono, aunque nunca se sintió satisfecho con su nombre. Siempre que alguien lo llamaba "Noah", él los corregía para hacerles saber que su nombre era "Blue", el nombre que le había asignado su madre, debido al color de su ojo izquierdo que era azul, mientras que el derecho era verde.

Blue disfrutó de una infancia feliz rodeado de la familia en el palacio real. Pasaba sus días jugando en el jardín, practicando con la espada con sus primos, y pasaba la mayor parte del tiempo con su abuelo. Su lugar favorito era la oficina del rey Dilarian; ahí siempre sonaba Elvis Presley u otros discos comprados por su tío Aegan de los Estados Unidos. Esta música desveló su auténtica pasión desde edades muy tempranas.

─"De mayor quiero ser rapero" —le dijo Blue a su abuelo, mientras oía "Rapper's Delight".

El abuelo sonrió ante la inocencia de su nieto. Sabía que era imposible que un niño supiera lo que quería para su futuro, aunque para Blue era diferente, ya que, sin importar su deseo, tendría que subir al trono.

No obstante, el palacio casi nunca era el lugar ideal para la risa y el juego. De hecho, los días que les tocaba pasar juntos eran los únicos que ofrecían una luz. Hasta que un día, todo cambió.

Alexander estaba furioso aquel día. Nadie lo había visto tan airado. Descubrir cosas que quizás uno no quiere saber podía ser el destino que cambiaría su vida en un instante.

Sacó a sus hijos y a su esposa de allí. Subieron al coche y se dirigieron al aeropuerto para alejarse y no volver a pisar jamás ese lugar.

—¿Padre, no vas a hacer nada? —preguntó Aegan, al ver cómo la familia se desmoronaba.

Era una escena fría y sombría, el linaje real se agrupaba como si estuvieran estratégicamente colocados en un tablero de ajedrez.

—Volverán, uno por uno —aseguró el rey. Aunque sus palabras no fuesen ciertas.


—†—

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