You gotta lose your mind in Detroit Rock City.
22/Mayo/1994
Esta mañana, que se sentía casi como un día de verano, Diel me despertó pidiendo ayuda. Intenté ignorar el hecho de que había llegado por el balcón, pero sabía que no tenía ningún escape. Era alguien demasiado persistente.
Casi todos los días me sorprendía algo nuevo, pero nunca había visto nada como aquella habitación y aquella persona. Cuando entramos al sótano de Zandiel y vi el laboratorio de cocaína, el aliento se me fue de los pulmones. Pero, esa sensación de asombro se hizo todavía mayor cuando me encontré con Alex Montero. Era tan alto que tendría que subirme a una silla para poder mirarle a la cara. Tenía la apariencia de un típico pandillero, con su cuerpo musculoso y su mirada intimidante. Había algo, sin embargo, que no podías evitar sentir el rage que rodeaba su persona, especialmente contra su hermano. Así que allí estaba yo, de pie en este lugar, intentando permanecer tan callado que me olvide de como respirar.
—¿Qué hace este aquí? —Me miró como si yo fuera una rata. Era la primera vez que entraba allí y veía sus trabajos sucios. Supongo que él tenía miedo de que yo fuese a contar todo a la policía; no podía evitar percibir que nunca le había caído bien, pero el tampoco nunca fue de mi agrado.
Diel negó, supongo que sabía la falta de desconfianza que Alex mostraba a todos.
—Es de confianza, Alex deja de joder y levántame el jodido castigo. —me sorprendió un poco que el hermano de Diel le haya castigado, no sabía que a él le importara lo que Zandiel haga.
—Te lo mereces por desobedecer a tu hermano, niñato —Alex le quitó la gorra a Diel y se la puso él. —¿Por qué quieres que te quite el castigo? —dijo apoyándose en una mesa en la que otros tipos estaban mezclando sustancias con algo blanco.
—El amigo del instituto pijo de Blue dará una fiesta y nos invita a todos, Koray y Latrent también irán, así que dejar de ser un completo muermo, ¿vale? —Alex se río como si algo de lo que dijo Diel le hiciera gracia.
—Está bien, puedes ir y si conduce Latrent podéis ir en el pick-up, pero cuando vuelva quiero que este lleno de gasolina ¿De acuerdo?
—Matthers nos prestará su coche, no vamos a ir con esa chatarra. —Zandiel hablaba con su hermano con mal humor siempre; nunca los vi interactuar como dos personas normales. Estaban peleando constantemente. Salimos de allí sin comprender del todo el propósito de haberme obligado a venir.
—¿Y qué? ¿Era para esto? ¿Para qué esté allí parado?
—Por si se pasaba de listo, tenías que estar allí, pero parece ser que se levantó de buenas —se tiró al sofá y busco el mando de la televisión —te puedes ir, Azulito.
Zandiel era ciertamente un desafío. No había visto mucho de él que me hiciera pensar que valdría la pena conocerlo mejor. A veces era egoísta, impulsivo y de mal humor y otras veces parecía reaccionar incluso peor. No sabía cuál sería su próxima jugada, y esto me ayudaba a mantenerme en guardia.
Salí de la casa y, en el viejo jardín, encontré a Kandy escuchando una canción que desconocía en la radio.
—Hola, cosita —dije acercándome por detrás, ella se dio la vuelta con una sonrisa, sus manos tenían barro y sus mejillas mostraban trazos de él.
—Tienes un poco de... —dije riéndome y tocándome la cara, aludiendo a que estaba llena de tierra por todos sitios.
—¿Cuándo has llegado y como es que te vas tan rápido? —Intenté limpiar sus manos con la regadera que estaba usando para regar las flores, la cual sujeté firmemente con una mano mientras ella se lavaba.

ESTÁS LEYENDO
Detroit
Roman pour AdolescentsBlue siempre había oído historias aterradoras sobre la ciudad de Detroit, pero nunca hizo caso a los consejos de mantenerse lejos de allí. Aquel cálido día de verano de 1990, a la tierna edad de trece años, Blue se encontró siendo forzado a mudarse...