Lloro por no reír, me río de no llorar
25/junio/1994
—Estás sudando como un cerdo... —dijo Leonardo asqueado cuando vio entrar a su hermano Gabriel a la cocina.
—Y tú estudias como un marica.
—¡Eso no tiene sentido! —grito Leo soltando el bolígrafo de su mano.
—Eso es lo que diría un marica —se burló de su hermano de nuevo.
—¡No soy un marica, imbécil!
—¡¿Qué me has llamado?! —Gabriel, enfadado, se dirigió a donde estaba su hermano para enfrentarle.
—¡Gabriel José María Santos Hernández! ¿Podéis parar de pelear un segundo? —Gloria sujetó a su hijo por su brazo, impidiéndole avanzar, le echó hacia atrás y se sentó en la misma mesa que Leo. Encendió un cigarrillo y apoyó su cara en sus manos, estaba demasiado cansada. — Por el amor de dios, por una vez os pido que no os peleéis. Trabajo día y noche, partiéndome la espalda en dos trabajos diferentes para que podáis comer, para que podáis estudiar y lo único que os pido es un minuto de silencio. —Gloria le dio una calada al cigarrillo y lo apagó en el cenicero que estaba lleno de colillas. Gloria no tenía tiempo ni ánimo de limpiar la casa, Blue lo hacía cuando podía, pero cuando le arrestaron las cosas se fueron torciendo una tras otra.
Ella nunca se imaginaría que Blue acabase arrestado, y mucho menos en tan poco tiempo. Cuando le dieron la noticia no podía creérselo, a pesar del poco tiempo que vivía con ellos, le habían cogido mucho cariño, era uno más de la familia. Su buen comportamiento, la ayuda que brindaba a la familia y lo bien que se comportaba con ella y sus hijos no la dificultaron mucho el quererle. Por ello no pudo considerarse que él había sido capaz de acabar con la vida de un chaval de su instinto a mano fría y delante de todos.
—Hoy iremos a ver a Blue. Así que, prepararos.
Los chicos se miraron entre ellos sin poder creérselo, hacía mucho tiempo que no le veían, no dejaron ni visitarlo cuando lo arrestaron aquí.
—¿En serio? ¿Iremos a ver a Blue? —Leo se levantó de la silla de la emoción. — Entonces tendré que prepararme. ¿Con quién iremos? ¿A qué hora? ¿Le llevamos algo? ¿Unas galletas o su camiseta favorita? —miró a Gabriel— ¿Tendrá alguna camiseta favorita?
Gabriel le miró mal y cogió la pelota de baloncesto que había en el suelo y se lo lanzó a la cara, Leo la esquivó por los pelos.
—Te la habría lanzado de nuevo si no fuera porque ahora no me interesa mantener una conversación contigo. ¡Mamá! Di algo, ¿Cuándo nos vamos?
—Ahora mismo, tenemos que estar allí esta noche, mañana es el juicio en donde se determina cuánto tiempo le darán a vuestro hermano.
—¿Qué? Pero... Es inocente, no pueden darle nada. ¡Él no lo hizo!
ESTÁS LEYENDO
Detroit
Ficção AdolescenteBlue siempre había oído historias aterradoras sobre la ciudad de Detroit, pero nunca hizo caso a los consejos de mantenerse lejos de allí. Aquel cálido día de verano de 1990, a la tierna edad de trece años, Blue se encontró siendo forzado a mudarse...