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El bosque, el lugar más maravilloso que podía encontrar desde pequeño sentía que su naturaleza me llamaba, era tan silencioso y lleno de maravillas disfrutaba estar colgado de los árboles con un arco cazando parte de la cena de mi familia.

Crecí viendo las maravillas del bosque que sabíamos tenía portales hacia Faverden. El bosque al parecer absorbía las maravillas del mundo de lo sobrenatural y lo transmitía mostrando una mayor belleza y me atraía a entrar cada vez más a pesar de que mis padres me indicaban del peligro que podía encontrar.

Pero... No era el único que era atraído por esa belleza.

Una noche la curiosidad de mi hermana la llevó a lo profundo del bosque en donde por más que buscáramos no había rastro.

La belleza del bosque sólo era una máscara.

Aún en lo fantástico hay oscuridad.

Esa noche entendí los peligros que el bosque ocultaba entre los árboles llenos de vida y el cantar de aves de distintos colores. Los seres del reino de Faverden eran peligrosos.

Me negaba a vivir con miedo de esos seres por lo que me convertí en su ejecutor, volví de mi odio un trabajo muy bien remunerado, esas bestias además de atormentar y matar con su magia podían aportarnos curas.

El bosque ya no me atraía por su belleza, me atraía cada noche para acabar con la vida de un ser que nos perjudicaba.

— ¿Escuchaste eso? — a lo lejos podía escuchar el pisar de unas pezuñas sobre las hojas secas que había dejado el otoño.

—Es un fauno, llevo dos días dándole caza — indiqué en voz baja a Leire. — avancemos, su cabeza tiene un buen valor.

Asintió y con movimientos silencios llegamos al claro en donde se encontraba aquel fauno, tomé un arco, apunté a su cabeza y disparé, cayó derramando un poco de sangre rojo muy oscura con fuerza lo tomé y lo subí a mi espalda Leire miraba aún algo asombrada la rapidez con la que había acabado con la vida del fauno.

— Me sigue sorprendiendo que cada día lo haces más rápido ya ni siquiera te tomas tiempo para pensar en hacer más divertida una cacería.

— Prefiero matarlos a que me maten a mí, además me pagarán una gran cantidad por este fauno no me pondría a medio bosque a decidir cómo matarlo. — empecé a caminar hacia la salida del bosque.

— Entonces por esta noche solo será el fauno y las ninfas, ¿no? — Leire corrió hasta llegar a mi lado y así poder cubrirme a pesar de ser algo pequeña era escurridiza y lo suficientemente buena para atrapar a los seres más peligrosos y grandes que llegaban desde las entradas que conectaban Faverden y el mundo humano.

— Por esta noche ya hemos conseguido todo lo que nos han pedido hoy nos darán el resto del pago deberías disfrutar unas pequeñas vacaciones sé que esto te perturba un poco. — le dije con sinceridad.

— Me gustaría ser más como tú, tu mirada se apaga cuando cazas es como si no sintieras al matarlos, yo siento como si fueran humanos.

— Pero no lo son, son seres embusteros te engañan con maravillas para hacerte débil y luego te destrozan, para ellos somos alimento. — dije algo enojado, ella suspiró antes de hablar.

— Y nosotros los usamos para medicina. — bajó la mirada y siguió caminando.

Finalmente llegamos a la salida del bosque algo lejos pude visualizar nuestras motocicletas até al fauno en la parte trasera de mi motocicleta.

Creo que es buen momento de invertir en un auto en el que pueda colocar una jaula.

— En el pasado ellos se ocultaban y nos mataban sin perdonar nada, ahora que sabemos de su existencia debemos defendernos, se trata de supervivencia. — me subí a mi moto y la prendí — piensa en eso.

Arranqué y llegué a la ciudad, me dirigí al área industrial, la empresa de medicamentos era la que normalmente me hacía estos pedidos pequeños para la creación de alguna nueva pastilla. Me bajé de mi motocicleta y caminé hasta donde estaba un policía.

— Nueva entrega para el señor Darrell, dígale que soy Cal —el policía habló a sus superiores con un intercomunicador me hizo esperar unos minutos y finalmente pude ver a su jefe, Darrell.

— Creí que tardarías unos días más para traerme el resto de pedidos. — se cruzó de brazos mientras caminaba alrededor de la moto observando al fauno — y no tiene mayor daño y como siempre un perfecto disparo en el ojo — me observó y sonrió ladino — bien hecho, vi las ninfas que trajiste y están decentes.

— Esas fueron algo complicadas por lo que no pude evitar hacerles poco daño en los brazos — le mostré mi chaqueta rasgada — eran bastante salvajes. — el río.

—Bueno, la mayoría de seres de Faverden lo son, sino sería más fácil cazarlos. — lo acompañe con una corta risa, rebusco en su bolsillo y me dio un sobre — tu pago está ahí. No veo a tu compañera por lo que intuyo que ella vendrá luego por su dinero, ¿o me equivoco?

— Como siempre está en lo correcto señor. Bueno sino tiene algo más que decir me retiro fue difícil rastrear al fauno. — subí a mi moto y cuando iba a arrancar volvió a hablar.

— Espera Caleb — se pasó una mano por el cabello — necesito un favor, mi hijo requiere para un experimento un poco de Carliax quería saber si puedes ayudarle.

— Bien, traeré un teriántropo mañana, ¿alguna especie en específico?

— Lo requiere vivo, por eso quería saber si podías guiarlo.

— No, es bastante peligroso además no creo que un niño de laboratorio que vive entre las criaturas a punto de morir o ya muertas logré vivir una cacería y salir ileso.

— Mi hijo es valiente podrá con eso — negué con la cabeza — te pagaré lo que pidas si lo ayudas — lo volteé a mirar — dice que es un gran proyecto quiero ver que logra el chico con eso.

— Bien, mañana antes del atardecer lo espero en la guarida Lyc si se ha puesto el sol y él no ha llegado no lo ayudaré sin importar cuánto sea la paga.

— Hecho, le diré mañana. Eres muy generoso Caleb — con esa última frase se giró para entrar de nuevo a su gran compañía.

Yo partí hacia mi casa con tranquilidad sin saber que al hacer ese trato me metería en un gran lío.

Susurros de LuciérnagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora