VI

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La luz del sol daba directo en mi rostro, abrí un poco lo ojos para ver toda mi habitación iluminada, eso significaba que era hora de levantarse. Me senté lentamente y restregué mis ojos para eliminar el sueño, pero al volver a abrirlos, la luz ya no estaba.

Me acerqué a la ventana, el paisaje aún estaba oscuro con pocos rayos de del sol que aparecía entre las nubes. Tal vez sólo fue mi imaginación, volví a sentarme en la orilla de mi cama, el crujir de un papel me sacó de mis pensamientos, era la nota que me dio el hada de ayer, mi anillo tenía años sin brillar tanto.

La nota estaba arrugada, pero aún su letra era legible y parecía que las manchas brillosas que tenía eran una hermosa decoración que hacía notar quien la había escrito, recordar lo que pasó ayer suena tan irreal, no era un hada me corrigió que era una Arconte y me arrinconó y amenazó también, su mirada era tan seria y....curiosa, sus ojos por un momento me dejaron maravillados. Eran de un color dorado tan llamativo que no sé cómo no la han atrapado antes.

Volví a recostarme pensando en esa chica, tan encantado estaba por ella que no noté la falta de mi anillo y creo que no me habría dado cuenta tan pronto si no me lo hubiera devuelto ese mismo día.

Toc, Toc, Toc.

El toque de una puerta me sacó de mis pensamientos, había pasado tanto tiempo en mis pensamientos que el sol ya estaba en todo su esplendor, me fue difícil volverme a levantar, pero al parecer quien fuera que estuviera fuera estaba algo apresurado, a paso lento llegué y abrí con un poco más de fuerza de la normal provocando un golpe fuerte, Mika pegó un pequeño salto por el susto. — Niño, es algo temprano para joder con el Carliax. — dejé la puerta abierta esperando a que el entré y me siga— ¿Quieres un café?

—Está bien — Mika estaba muy callado y sus movimientos eran nerviosos.

– ¿Azúcar?

— Sí, gracias — Mika estaba muy callado y se movía demasiado, algo que Caleb notó rápidamente.

— ¿Te pasa algo? Pareces una naga a medio morir. — sirvió dos tazas y le dio una a Mika, tomó un poco antes de seguir hablando - el troll no me ha dicho nada, pero no tarda mucho con los pedidos así que no te preocupes no se retrasará mucho tu Carliax.

— Venía a hablar de algo distinto de hecho — tomó otro trago a su café — Estoy muriendo.

— Al igual que todos, cada día es un día más cerca de la tumba. — terminé mi café, pero Mika no rio estaba más serio.

— No estoy bromeando. — abrió su camisa, era horrible, venas marcadas en un color verde putrefacto, la piel se mostraba pálida resaltando aún más el color de las venas — Ha empeorado con el tiempo, cuando era pequeño no se notaba mucho, pero en estos últimos años... la enfermedad empezó a fallar y mi sistema empezó a empeorar.

— Eso no se ve... nada bien — mientras más me fijaba en su torso más me descompensaba empezaba a sentir ciertas náuseas que hace tiempo no sentía.

— Se que llevamos poco tiempo de conocernos y que tal vez me mandes al diablo, pero en serio necesito tu ayuda eres el único cazador que aceptó el trato de mi padre. He escuchado de que algunas criaturas pueden sanar y...

— No voy a llevarte a Faverden, sería un idiota llevándote allá. — interrumpí sabiendo lo que pensaba pedirme — es un suicidio dar un solo paso dentro de ese bosque maldito de niebla, ¿crees que nos escucharán? ¿Qué tendrán lástima de ti y dirán que te curarán?

Los ojos de Mika empezaron a llenarse de lagrimas que intentaba no soltar, mi pecho empezó a doler por tal vez impotencia, ya había estado en esta situación y tener que volver a vivirla hacía que me doliera, pero debía recordar nuestra realidad, los seres de Faverden no ayudarían.

— Por favor, te pagaré lo que quieras — Mika se puso de rodillas, su vidriosa mirada transmitía impotencia.

— No se trata de dinero Mika, simplemente somos los seres que los han matado durante años, que los usamos para nuestros propósitos, ¿en serio crees que nos escucharán? — me agaché para quedar a su nivel, puse mi mano en su hombro como apoyo. — No te dejaré solo Mika. Se que quieres vivir, pero hay que buscar una solución más segura.

Metió la mano en un bolsillo y saco un collar con símbolos extraños lo puso frente a mí. — Tengo esto, tal vez ayude... la mujer que me lo dio dijo que me ayudaría.

— Una mujer que adivino es de Faverden ¿no? — Mika bajó la mirada, la desesperación que transmitía hacia que el sentimiento de ayudarlo se hiciera más grande — Entrar no es una posibilidad, pero tal vez encontremos alguien que quiera ayudarnos.

Mika levantó un poco el rostro y más lagrimas salían de sus ojos, sin esperarlo me abrazo haciendo que perdiera un poco el equilibrio, a pesar del poco tiempo... creo que le tomé aprecio al chico. 

Lo cual se me volvería un problema. ¿Podría soportar otra pérdida a mano de los seres de Faverden?

Susurros de LuciérnagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora