XV

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Ara

– ¡Kenzo! ¿Como se te ocurrió hacer eso? – Renata le dio un fuerte golpe en el brazo a el idiota de su hermano y lo seguía regañando. – dijimos que les daríamos tiempo para pensar que harían.

– Una noche es suficiente tiempo – Kenzo masajeaba suavemente donde Renata le había dado el puñetazo – si dejamos pasar mucho tiempo, habrán mayores problemas. – señalo a Caleb – es un cazador, por más que deseemos esconderlo alguna criatura podrá verlo y llegará a oídos del Concejo.

De reojo vi como Caleb movía el cuchillo con el que hace unos minutos partía la carne de Halla comprobando el filo que tenía, la mirada que le dirigía a mi hermano era la misma que tenía cuando cometía una cacería. No se movió de su silla poniéndome nerviosa y más atenta a sus movimientos para evitar que lastimará a Kenzo.

– Es mi hermano Kenzo.

– Y mi hermana – Kenzo resopló mostrando por un momento vulnerabilidad – es mejor pedir una reunión que ser llamados, no saben sobre él, tenemos esa ventaja – centro su mirada en mí – pensé que mientras más rápido, tendrían más tiempo de decidir que hacer.

– ¿En base a la decisión de los Concejales? – respondí sarcásticamente – has aprendido bien de los mayores, siempre tomas la opinión de los demás. – continúe dando por terminado mi almuerzo, me levanté provocando que la silla rechinara por la fricción mi mirada se mantuvo sobre Kenzo – a tu despacho, necesitamos hablar. – Caleb continuaba con la misma mirada puse una mano sobre su hombro provocando un escalofrío en él, su mirada se enfocó en mi, aunque su expresión seguía sería sus ojos de suavizaron un poco – ¿Estarás bien?

– Sí, seguiré pensando en formas de matar a un druida – respondió volviendo a ver a mi hermano, el cual solo cuadro los hombros.

Kenzo y yo salimos de ahí lado a lado, en el recorrido hacia su despacho no cruzamos palabra hasta que llegamos y cerró la puerta con seguro, ahí le di un fuerte empujón que lo hizo caer al suelo, sus lobos se habían quedado con Renata una ventaja dado que podíamos pelear y no tendría que tener cuidado con esos lobos.

–¿Cómo se te ocurrió hacer eso? – él se levantó ágilmente y evitó los golpes que le intenté dar.

– Es un cazador, Ara. – tomo una de mis manos y la apretó hasta que oí el tronar de los huesos por la presión – no aguantará mucho sin intentar matar a alguien.

– Es diferente, es como Renata. – sacudí mi mano para soltarme – Él desea cambiar, un destino distinto.¿Por qué no puedes confiar en mí?

– Porque eres ingenua aún – explotó – sus ojos observan todo con una extraña oscuridad, es extraño.

– Trata de acoplarse – crucé mis brazos para ocultar mis manos que habían empezado a concentrar toda mi energía en mis dedos haciendo que brillarán aún más. Kenzo lo notó, se sentó en uno de sus sofás y me indico seguirlo, renuente me senté a su lado y el soltó algo entre dientes que no logré entender.

– Estoy...preocupado, Ara – todo su cuerpo de mostró débil, vulnerable – mis animales no han notado la barrera, los han matado, algunos soldados han dicho que la barrera de niebla se ha disipado, la desaparición excesiva de los que cruzan, cuando no tuvimos noticias de ti por tanto tiempo creí que algo te había pasado – mi hermano se había sincerado – tu equipo volvió, pero tú no y Kamala ha tenido...visiones.

– Kamala... – murmuré – tal vez solo sea por la pérdida de su familia, su furia está influyendo.

– Iniciaron desde antes, poco después de que empezaste con la investigación – cruzo sus brazos sobre su regazo y apoyo su cabeza en el respaldo intentando mantenerse relajado – ha estado más paranoica, dice que algo intenta volver.

Susurros de LuciérnagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora