XIV

3 1 0
                                    

Mika

Caleb me había dicho de no moverme del auto. Solo debía estar pendiente por si debíamos huir lo más rápido posible de la playa. Veía el suave movimiento de las olas y la brisa que traía pequeñas gotas de mar, era un paisaje hermoso uno que llevaría hasta mi tumba, de los momentos que recordaría antes de mi último respiro; un pinchazo en mi pecho me hizo recordar que sería más pronto de lo que creía. El Carliax que me había mantenido con vida dejo de servir, mi enfermedad avanzaba más rápido de lo que lo había hecho y mi investigación... no había mejoras.

Por la esquina de mi ojo percibí un movimiento entre unas rocas, fue algo rápido, salí del auto lentamente caminando lentamente en dirección a las rocas, lo primero que vi fue un cabello negro que se movía al compás del viento, no veía donde pisaba y uno de mis pies se hundió en la arena haciendo un poco de ruido, la mujer de volteo lentamente, tenía un vestido simple verde que caía por su cuerpo, su piel era demasiado pálida con un suave tono azulado, era delgada al igual que su rostro donde tenía facciones delicadas y marcadas y unos ojos lilas, no hablo solo me observaba, no percibía miedo o amenaza de ella, los dos estábamos inmóviles al ver el collar que portaba sus ojos brillaron un poco.

– ¿Dónde está la sirena? – pregunto suavemente, su voz era plana, sin emoción.

– Muerta – sentí nerviosismo, empecé a sentir mi cuello húmedo, sudor provocado la anticipación.

– Así que tomaste su collar – cruzó sus brazos sobre su pecho y una sonrisa cínica permaneció en sus labios – ¿queriendo poder convertirte en tritón, humano?

Negué con la cabeza – respuestas – respondí con simpleza – dijo que me ayudaría – con precaución abrí los primeros tres botones de mi camisa para mostrar mis marcas, los pasos de la sirena fueron decididos observaba el daño que mi enfermedad había causado, sus ojos analíticos veían cada línea hasta que se ocultaba bajo la tela de mi camisa, sus iris cambiaron por un momento a un lila más oscuro, sus pupilas se volvieron un poco más afilada, su sonrisa se borró por pocos segundos hasta volver con más fuerza.

– Un ser que busca la verdad, sin saber su verdadero ser – me tomo rápidamente del brazo y me jalo con fuerza para seguirla, empecé a sentir pánico e intenté soltarme, pero ella solo apretaba más su agarre, intentaba gritar pero no podía, sentía como sus uñas se clavaban más en mi piel formándome a ir con ella, cuando vi que nos acercábamos a una cueva sabía que no saldría, me iba a comer.

¡CALEB! – grité con todas mis fuerzas, sentí el dolor en mi garganta – ¡Caleb!

La sirena me dio un golpe en el costado – cállate, solo cruzaremos a Faverden

– ¡No puedo hacerlo! – escuché una pisadas fuertes, a lo lejos pude ver a Caleb, su rostro mostraba su preocupación, por más rápido que corría no logro llegar hacia nosotros, ya habíamos entrado a la cueva, la playa ya no existía en mi campo de visión.

Seguía pareciendo una playa, pero tenía algo extraño, ya no había arena, las olas se veían extrañas, el cielo...era demasiado claro, la sirena me dio un empujón para que reaccionará.

– Estás en Faverden, por eso ves todo extraño – me volvió a tomar del brazo para hacer que caminará – vamos – el miedo no desaparecía, no tenía opción más que seguirla, sabía que si intentaba pelear podría matarme y ahora que estaba en su mundo sabía que habrían más criaturas dispuestas a defenderla.

– Si me vas a comer, prefiero que sea lo más rápido posible – mi voz sonaba entrecortada, hice un esfuerzo para que las palabras salieron lo más claro posible, ella formó una sonrisa ladina.

Susurros de LuciérnagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora