VIII

10 1 0
                                    

No pude irme de esa costa hasta que vi el sol ocultándose en el horizonte, estar fuera por la noche y en zonas tan al descubierto y sin armas que me pudieran ayudar, eso significa que esperabas la muerte con los brazos abiertos, el cual aún… no era en totalidad mi caso.

Mika… aún no entendía si me dolía el no haberlo podido ayudar, si me sentía de cierta forma tranquilo ya que al paso que iba terminaría muriendo de cualquier forma o igual era tristeza porque no tendría el pago por el Carliax, el regreso a mi casa fue bajo la oscuridad de la noche, seguía conmocionado por todo lo que paso en tan poco tiempo. La culpa había llenado mi mente, sentía que el pecho me apretaba haciendo que se me dificultará llenar correctamente mis pulmones de aire.

Brisa que nos llevó

Que nos llevó a la libertad

                         De nuestro amor


¿Cuándo podré volver a sentirte a mi alrededor?

Una voz empezó a sonar en la oscuridad, era un tono bajo, se oía algo rasposa, pero a la vez se escuchaba demasiado dulce. Mis pies se movieron en dirección hacia la voz, mi mente se empezó a sentir tranquila, el bosque me había empezado a rodear y apenas si sentía las ramas golpeándome en los brazos, mis pies se hundían entre las hojas, me sentía casi como si estuviera durmiendo, me sentía tranquilo, como si durmiera, la voz se empezó a escuchar lejos como si hubiera una pared separándonos y aún bajo esa tranquilidad que sentía, mi vista se desenfocó, todo a mi alrededor se veía como simples sombras.

Brisa que nos dejó

Que nos abandonó

Espero que no vuelvas a mí.

La voz se detuvo, pero yo aún me sentía adormecido, sin pensamientos centrados y con mis instintos apagados, no podía sentir nada más que la suave brisa que pasaba alrededor de mi cuerpo. A lo lejos podía escuchar unas pisadas que parecían dirigirse hacia mí.

— ¡CALEB! — alguien llegó y me empujó al suelo, hasta ese momento pude volver al control de mi mente, mi vista enfocó rápidamente y el sentido de alerta. El hada espía estaba frente a mi empuñando una espada intentando protegerme — Agana…

 — Mi querida Ara — siseó la mujer — es un invasor, es mi responsabilidad acabar con él. — se atrevió a dar un paso hacia nosotros y el hada levantó un poco más su espada — sabes las reglas.

— Viene conmigo, yo me encargó de él — la espada nunca se movió y la mujer no volvió a dar otro paso, se quedaron quietas un par de segundos más hasta que suspiró y quedó en una pose más relajada, el hada al ver eso bajo la espada — no quiso hacerlo.

—Lo vi, sentí que ya estaba de nuestro lado — la mujer llamada Agana meneó un poco la cabeza — la niebla se ha ido disipando, Ara.

— Lo sé, lo noté — finalmente el hada guardó la espada y me vio, sus ojos dorados parecieron brillar un poco más — lo reportaré y pediré una reunión con los concejales para encontrar alguna solución — su mirada volvió a la mujer — vampiresa, espero que el encuentro con este humano no sea compartido con todos al final de tu guardia.

Asintió rápidamente — Tranquila, aunque esperaré de cualquier forma un pago por mi silencio. — como una luz, la mujer desapareció antes mis ojos.

— Discúlpala por casi volverte quien sabe que cosa, solo hacía su trabajo — extendió una mano para ayudarme a levantar, ignorando el gesto lo hice yo solo y empecé a alejarme de ella— no pienso hacerte daño, ¿sabes?

— No confío en ninguno de ustedes para que sepas — caminé un poco más queriendo ubicarme en ese bosque que parecía tan distinto a donde vivía — además debo salir de aquí.

— No puedes — apareció a mi lado con los brazos cruzados a la altura de su pecho.

— ¿Crees que un hada como tú podrá evitar que me largué del infierno donde ustedes se reproducen?

— ¿Disculpa? ¿Infierno? Al menos en mi hogar no tengo toda la porquería que ustedes — sus alas se movieron un poco — y ya te he dicho que no soy un hada.

— Cierto, un demonio que se la lleva de angelical ¿no? — dije bromeando, me giré para verla de frente, su cabello se veía distinto, más brillante — aquí parece que tu magia se amplifica.

— Oh — acomodó su cabello — sí, es algo que pasa aquí, nos afecta a todos, aunque cuando vamos al mundo humano se mantienen nuestras características y requerimos de algunas pócimas o collares para pasar un poco más desapercibidos.

— Pues diles a tus brujas y hechiceros que las mejoren porque no funcionan muy bien. — continué caminando, buscando un camino que me llevará al mundo humano, podía escuchar los leves pasos de Ara detrás de mí.

— ¿Qué estás intentando hacer? — preguntó, luego de un par de minutos en que caminamos en silencio.

— Irme, estoy agotado y quiero descansar un poco — sus pasos dejaron de escucharse y me detuve. — ¿No ibas a cuidarme aquí?

— Claro que sí, la cosa es que irte… hay que tener un ¿permiso? para que puedas salir de aquí.

— ¿Cómo que no puedo salir de aquí cuando quiera? — negó levemente, avancé hasta ella hasta arrinconarla contra un tronco  — Sácame de aquí o te cortaré las plumas de esas alas. — un pequeño brillo empezó a surgir en sus ojos.

— Atrévete, solo te recuerdo que ahora estas en desventaja, un grito y la vampiresa de la que te salve volverá. — una sonrisa surgió en sus pálidos labios desconcentrándome, ella al parecer notó eso — lo siento, el efecto del encanto es más fuerte aquí. — apoyó sus manos en mis hombros para alejarme, al ya no tener vista de sus ojos el aturdimiento se disipo de mi sistema.

— Bien, entonces serías tan cordialmente de guiarme hacia la salida de este lugar terrorífico al que llamas hogar. — hice una completa reverencia llena de sarcasmo — En serio deseo descansar en estos momentos.

— Te lo he dicho, se requiere como un tipo de permiso o afirmación de alguien para poder salir, es algo nuevo que se ha aplicado para nuestra seguridad, el territorio se ha hecho algo más pequeño así que… — bajo la cabeza mientras iba hablando, no había notado que pequeñas marcas brillantes en sus brazos, haciéndola ver como una linterna en la oscura noche, sus ojos eran notables, al volver a levantar la vista parecieron haber ganado más brillo. — Pero, tal vez pueda darte posada un tiempo en lo que buscamos una solución a tu problema.

— Bien, tal parece que el mundo humano tendrá dos pérdidas hoy.

— ¿Perdiste a alguien hoy? — preguntó con algo de pena.

— A algo parecido a un amigo, tal vez con tus vigilancias lo hayas visto, Mika, una sirena se lo llevó, lo descuidé y desobedeció. — Metí mis manos en mi chaqueta intentando que no viera el temblor de mis dedos.

— Lo lamento mucho, espero que… puedas encontrar pronto paz en el alma y corazón.

Por primera vez vi una mirada en una criatura de Farvender, alguien que era mi enemigo una mirada compasiva y parecía hasta preocupada.

Y por primera vez una escuchó venir de mí — Gracias, Ara.

Susurros de LuciérnagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora