Z o e S a n d e r s.
Mis piernas se mueven con una rapidez casi irreal, pero el caso es que el pánico es lo único que puedo sentir, el verdadero miedo echando raíces en mi interior, no hay nada que me pueda calmar y temo que en cualquier momento pueda colapsar, pero no puedo hacerlo.Necesito llegar al hospital.
Necesito saber que ella está bien.
Por favor, que ella esté bien, te lo ruego.
Entre silenciosas oraciones llego a mi destino, jadeante, cansada y sudada, pero nada de eso importa, voy directo hacia una de las enfermeras que atienden la recepción. Probablemente parezca una demente, supongo que mi aspecto no debe ser muy bueno, pero vengo corriendo varias calles gracias al maldito tráfico de la ciudad, no podía esperar sentada en la parte trasera de un taxi cuando había una emergencia aquí.
—Janine Sanders— jadeo, la enfermera frunce el ceño.
Es una señora mayor, tal vez de unos cincuenta años, en su rostro se ve reflejado todos los años de experiencia que debe tener en esta profesión.
—No puedo darle información de ningún paciente a menos que sea familiar directo.
—Ella...— tomo aire, estabilizándome—. Ella es mi madre, me informaron que le pasó algo y que está aquí, ¿Qué sucedió?
La veo ir hacia el ordenador y teclear algo en él, siento mi ansiedad crecer más y más con cada segundo que pasa, siento ganas de sacudir a esa enfermera para que se apresure, pero sé que eso solo sería peor y probablemente me saquen de aquí sin decirme nada. El rostro envejecido de la enfermera palidece un poco, sus ojos van hacia mí y, tras hablar en voz baja con otra enfermera detrás de ella, vuelve una vez más hacia mí.
—Te llevaré con el doctor, ven conmigo, por favor.
Sin decir nada la sigo hacia donde quiera que me esté llevando. Yo vuelvo a concentrarme en hacer oraciones internas para que todo esté bien... Solo que nada lo está. De eso me doy cuenta cuando ella me lleva hacia el pasillo que conduce a la UCI. El pulso se me acelera, más terror de el que sentía antes se me asienta en la boca del estómago. Quiero vomitar. Esto tiene que ser un error, no tengo nada que hacer aquí, ¿Cierto?
La enfermera se acerca a un doctor que recién sale de una de las habitaciones, le dice algo en voz baja y, al final, me da un pequeño asentimiento antes de dejarme a solas con él.
—¿Qué está pasando?— es lo primero que pregunto— ¿Cómo está mi madre?
—Señorita...
Me doy cuenta que espera que diga mi nombre.
—Zoe... Sanders. Zoe Sanders.
—Señorita Sanders, la situación con su madre es muy delicada, hacemos todo lo que podemos, pero...— suspira—. Siento decirle esto, pero lo más probable es que no pase de ésta noche.
Mi mundo se detiene.
Las lágrimas que me había negado a soltar en toda mi carrera hacia aquí comienzan a salir sin compasión, la confusión y el dolor me envuelven y mi mente se llena de pensamientos aterradores. Esto no puede estar pasando, debe ser una pesadilla. La mirada compasiva que me da el doctor solo hace de mí llanto algo más fuerte, porque sé que esto es algo real e inminente, que no hay nada que pueda hacer para impedirlo.
Me siento impotente, débil e inútil en este momento.
—¿Qué fue lo que pasó?— susurro.
La última vez que vi a mi madre fue en el desayuno, yo me fuí a la universidad porque tenía pruebas por presentar y la dejé alimentando a Dylan, mi hermano menor de dos años de edad. Todo estaba bien, unas horas después hablamos por teléfono y dijo que irían a visitar una amiga. Mi madre es la mujer más sana que conozco, y a pesar de haber pasado por un embarazo a los cuarenta y dos años de edad, no hubo complicaciones. Su estado de salud tan fuerte como un roble.
ESTÁS LEYENDO
Dulce Obsesión
RomanceZoe Sanders es una chica que se vió obligada a dejar la universidad cuando un terrible suceso le arrebató la vida de su madre, teniendo así que hacerse cargo de la crianza de su hermano pequeño cuando éste tan solo tenía dos años de edad, desde ese...