Z o e.
Todo a mi alrededor da muchas vueltas cuando abro los ojos con suma lentitud, la brillante luz de la habitación me molesta un poco así que suelto un minúsculo quejido pesaroso. No reconozco la habitación, pero el olor que permanece alrededor de ésta sí, ese ligero toque de cedro delicioso y masculino es lo que hace que mi cuerpo entre en completa tensión. Su nombre se mantiene en la punta de mi lengua, pero me obligo a callarlo y mirar una vez más mi desconocido entorno, notando que me encuentro sobre una cama muy grande y cómoda con sábanas negras muy suaves.
¿Seda, tal vez?
A mi lado encuentro una charola con un sándwich y un gran vaso de jugo de naranja, no toco nada de eso, y miro al otro lado de la espaciosa habitación, más grande que casi todo mi apartamento, las cortinas igual de oscuras están corridas, ocultando la vista del exterior, tres puertas más se dispersan alrededor, estoy segura que una de ellas da paso a un elegante baño lleno de lujo.
¿Qué estoy haciendo aquí?
Y tan pronto como esa pregunta se filtra en mi cabeza, los recuerdos comienzan a reproducirse en cámara lenta; el arma, Andrei, aquel hombre enojado, el rostro preocupado de Anya.
—Mierda— mascullo—. ¿Qué fue todo eso?
—Nada de lo que debas preocuparte, pajarito.
Ahogo un grito, sobresaltada, al darme cuenta de la presencia de Andrei en una esquina de la habitación, su oscura mirada se posa sobre mi con atención casi acechadora.
—T-tú...
—Todo está bien— se acerca con calma hacia la cama, y por reflejo yo retrocedo todo lo que puedo, mi espalda quedando presionada contra la cabecera. Su expresión es fría e ilegible cuando espeta:—. Deja de alejarte, Zoe.
Suspiro, un estremecimiento recorre mi espalda.
—Había un arma, ese hombre te apuntó a ti, y luego a mi...
—Te dije que no debías preocuparte por eso, ese hombre que viste es solo mi hermano menor, Alek.
Frunzo el ceño.
¿Su hermano menor? ésto no tiene sentido, ¿Por qué su hermano menor le apuntaría a la cabeza con una pistola?
Todo esto se pone cada vez más extraño y retorcido. La ausencia de Andrei, la seguridad extra alrededor de la mansión, lo tensa que había estado Anya y luego esto... No sé qué pensar, desde el principio supe que hay algo oscuro y aterrador en el hombre frente a mí, ¿Pero eso abarca directamente a toda ésta familia? Todo parece apuntar que sí.
¿Es por eso que Anya pidió absoluta discreción cuando me contrató? Sí, por supuesto que sí, algo más ocurre aquí, eso ya ha quedado en evidencia y yo definitivamente debería estar corriendo lo más lejos y rápido posible, pero hacer eso implicaría volver a quedarme sin trabajo, sin ingresos y para huir con un niño de cuatro años necesito mucho más dinero del que tengo. Debo pensar con más claridad, acabo de recuperar el conocimiento luego de desmayarme, quizá estoy un poco confundida... Puede ser.
—Ya deja de pensar, casi puedo ver los engranajes de tu cabeza trabajando— rechista Andrei, luego se sienta en la cama y me acerca la charola con el jugo y el sándwich—. Come, debes estar muy débil aún.
Sacudo la cabeza.
—No tengo hambre, estoy bien.
Entrecierra sus ojos.
—No lo estás, te desmayaste, así que no te levantarás de ahí hasta que comas.
Frunzo el ceño y siento el enojo burbujear en mi interior, opacando el nerviosismo que siempre me embarga al estar cerca de él. Éste sentimiento es nuevo, aún así me aferro a eso cansada de dejarme intimidar por la sola presencia de Andrei Lenov.
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Dulce Obsesión
RomanceZoe Sanders es una chica que se vió obligada a dejar la universidad cuando un terrible suceso le arrebató la vida de su madre, teniendo así que hacerse cargo de la crianza de su hermano pequeño cuando éste tan solo tenía dos años de edad, desde ese...