Prólogo

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Sus pasos se arrastraban por el piso, siendo callados por el sonido de murmullos a su alrededor. La vestimenta anaranjada no lo hacia resaltar, era igual a todos los demás. Haciéndolo sentir inconforme y frustrado de no verse diferente al resto, quería lucir único. La bandeja en sus manos iba medio vacía, la comida de ese lugar era un asco y lo supo con solo verla, por lo que no tomó una gran cantidad.

Nadie prestaba atención a su existencia. Era solo un chico de trece años, con apariencia delicada y para nada amenazadora, en un reformatorio en Seúl.

No tardó en encontrar una mesa vacía, lejana de los murmullos y de personas insignificantes, llevando a la boca aquel asqueroso puré de papa, al seguir con un segundo bocado sintió el liquido de un jugo morado ser tirado sobre su cabello, sobre su hermoso y sedoso cabello. El líquido pegajoso fue resbalando por su cuello hasta internarse por debajo de su camisa manchándola totalmente de ese color purpura, cubriendo también sus parpados y sintiendo como se adentraba a sus labios semiabiertos. Sin moverse abrió los ojos, encontrándose con cuatro pares de ojos que aún no lo veían por estarse riendo de él. Taehyung miró a los lados al notar que curiosamente no había nadie que los recriminara y se suponía que era un reformatorio.

Volvió su vista para fijarla en cada uno de ellos hasta centrarse en el que supuso que lo arrojo por su aire de superioridad, pero divertido, notó también su alto nivel de vulnerabilidad.

Los chicos fueron calmando su risa y el que se hacia llamar el líder, fijo su mirada en el que sería su nuevo objetivo de burlas, el chico nuevo que tenia una apariencia delicada, hasta afeminada –suposiciones de su imaginación solamente – Rost era conocido como el chico que tenia más años en ese lugar, el que hacia que todos temieran de él atreves de bullyng innecesario, a los que según él, no estaban ahí por verdaderas razones, aquellos que eran llamados rebeldes sin causa, que solo formaban problemas para llamar la atención o por hacerse notar. En cambio, se rodeaba de los que si habían llegado por un merito en el se le podía clasificar, como los futuros criminales en serie.

Pero en realidad, él era un rebelde sin causa, que inventaba mil historias para hacerse temer, el haber quemado parte de su escuela, que clavo un cuchillo en su maestro por una razón que "desconocía" al igual que a un compañero y por eso lo enviaron ahí, entre otras fascinantes mentiras.

Él se creía un psicópata, pensaba que su forma de pensar y sentir eran las de uno. Pero Rost tuvo sentimientos, por una chica de su escuela. Sentía felicidad cuando sus padres le mostraban – tiempo pasado – algo de cariño.

Por lo que, había algo resaltante que no tenia en cuenta; los psicópatas no sienten. Y lo más importante, no se cuestionan si lo son o no.

Por esa razón sintió pánico cuando su mirada se posó en el chico ahora todo de morado, aquella mirada era simplemente difícil de explicar, como si no lo estuviera viendo en realidad pero su pupila detectaba cada uno de sus movimiento, sintió como una energía maligna llegaba a él. Sin siquiera pensarlo mucho, era su subconsciencia que le gritaba que se alejara y huyera, reconociendo el peligro. Pero seguía sin descifrar el mensaje de su mente asustada. Sus colegas pararon de reír al ver como su líder ya no estaba sonriendo, llevando su vista a donde este la tenía posada. Sintiendo todos esa misma corriente aunque el chico no los estuviera viendo a ellos directamente.

No sabían lo que había provocado, no tenían ni idea de la razón por la que ese chico castaño estaba en ese lugar, sobre todo y más escalofriante, no sabían porque continuo comiendo de su asquerosa comida mirando directamente su bandeja pero sonriendo. Sonriendo como si le hubieran contado un mal chiste y solo tuviera que sonreír por cortesía, pero al mismo tiempo era ese tipo de sonrisa coqueta, esa que se sabe que tiene algo planeado para cazar a su nueva presa.

La oscuridad reinaba en el lugar, no era de sorprenderse, las manecillas del reloj ya iban más allá dela media noche en el momento en que de nuevo iba caminando pero esta vez sin hacer ruido, de forma lenta como si él manejara esas manecillas, como si el fuera Dios, porque y es que así se sentía. Sus manos estaban escondidas en los bolsillos de su pantalón anaranjado dándole ese toque relajado. Sus ojos se mantenían adormilados como si no estuviera conscientemente ahí y la verdad era más allá de su conciencia que lo mantenía caminando.

¿Cómo puede estar caminando por ahí? Nada que su mente no pudiera resolver, abrir una puerta era demasiado sencillo para alguien quien siempre lo encerraban como castigo, en un laboratorio.

No tardo en llegar a su destino viendo una puerta igual a las demás pero su número era singular, para él. Por lo que, procedió abrir la puerta como si nada, dejándola ir provocando un sonido al hacerlo de manera tan tortuosamente lenta. Entro un poco visualizando el bulto debajo de las sabanas que se levantaba de forma constante, indicando su respiración tranquila. El chico en la cama estaba dándole la cara a la puerta justo donde se encontraba Taehyung.

Como si su subconsciente reaccionara al peligro Rost abrió los ojos lentamente, despertando sin saber porque pero sintiéndose observado. En el momento en que término de aclarar su vista lo primero que captó fue la puerta abierta y al chico castaño debajo del marco.

Rost reaccionó del golpe retrocediendo golpeando su cabeza con la pared pero importándole ese dolor, solo concentrándose en la mirada del chico. El terror que sintió fuei nexplicable, era algo que no tenia palabras, solo era su corazón latiendo a mil por horas y todo su cuerpo sudando frió.

– ¿Q-que-q-quieres? – su voz temblorosa hizo evidente su pánico, pero ni él mismo se cuestionaba.

– Solo paseaba – Taehyung sonrió como un niño emocionado, mostrando todos su dientes y haciendo pequeños sus ojos, viéndose totalmente adorable como si le acabaran de decir si quería jugar. - ¿Conoces un camino mágico? – su voz infantil, no funcionaba mucho debido al cambio que estaba realizando por la edad a una voz más gruesa.

Rost negó con la cabeza, viendo como Taehyung hacia un bulto con su labio inferior, era muy contradictorio. Porque podía captar esa apariencia infantil sintiéndose confundido pero en sus ojos podía notar el vació, se sentía como una presa ante su cazador.

– Pero...Yo creo que si. –

De nuevo, iba a caminando por el pasillo, sus pasos seguían siendo lento pero ya no era perezosos, su vista cayó en las cámaras notando el punto rojo debajo de estas, quizás el sol ya estaba por salir, ya casi iluminaría todo el lugar y desaparecería la oscuridad. Pero aún no, en ese momento el silencio y la oscuridad seguían reinando.

El sonido de sus pasos no se arrastraban pero algo detrás de él si. En su mano derecha sujetaba una tela, o mejor descrito, el cuello de una camisa. Taehyung llevaba arrastrando el cuerpo de Rost como si fuera una almohada, dejando un rastro color carmesí por donde caminaba.

La expresión de Taehyung era neutra cuando lanzó el cuerpo sobre una mesa. Retrocedió unos pasos para admirar su obra maestra. Taehyung había empezado a soltar ese sentimiento de ira que mantenía dentro y solo era el inicio para alcanzar su tranquilidad.

La letra "V" sobre salía más que todo lo demás, para Taehyung, su marca sobre salía de lo que había a su alrededor.



Miénteme. KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora