Un chico castaño, con los ojos llenos de lágrimas, entraba lentamente en su casa. Había salido a escondidas en medio de la noche para ver a su amigo, pero todo había salido mal. Ahora él se había ido, y todo era su culpa. Solo deseaba llegar a su cama y desaparecer.
Caminaba despacio, casi de puntillas, para no hacer ruido. Si su padre se daba cuenta de que había salido, la consecuencia sería severa. Subía las escaleras escalón por escalón cuando, de repente, su corazón empezó a latir con fuerza. Su respiración se volvió errática y el miedo lo invadió. En el último escalón, estaba su padre, con una mirada furiosa y los brazos cruzados.
—Así que volviste, ¿eh? —dijo el padre con una voz que pretendía ser tranquila, pero su mirada estaba llena de rabia.
—Papá, te lo puedo explicar. Solo salí porque escuché un ruido y quería ver qué...—
—¡¿Crees que soy estúpido?! Sé que saliste con ese chico idiota que vi contigo en el colegio —gritó el padre, interrumpiendo al castaño. Este se sobresaltó y empezó a temblar. No quería que lo lastimaran de nuevo.
—No es así, papá. Vino, pero le dije que se fuera, y lo hizo. Solo fue eso, de verdad —dijo, desesperado por que su padre le creyera, aunque fuera un poco.
El hombre bajó con brusquedad hasta donde estaba el castaño, lo agarró de los hombros y lo empujó contra la pared. Se acercó a su rostro, susurrando con furia.
—¿De verdad piensas que soy estúpido para creer eso, Gun? —El castaño temblaba y se encogía. Las lágrimas rodaban por sus mejillas, y el padre las limpió con desprecio.
—No llores, Gun. Te lo buscas tú mismo. Sabes que no puedes dejar que nadie se te acerque, que no puedes salir si no es para ir al colegio, y aún así no haces caso. Sabes lo que te puede pasar si me desobedeces, y aún así lo haces —dijo, apretando más su agarre.
—Por favor, papá, no me lastimes de nuevo —sollozó el chico, apretando los ojos y girando la cabeza hacia un lado.
—¡No soy tu padre, ya te lo he dicho mil veces! —gritó el hombre, completamente enfurecido.
—Lo siento, lo siento —murmuró el castaño, incapaz de controlar sus lágrimas. Deseaba desaparecer y encontrar un lugar donde no estuviera ese hombre frente a él.
—Sabes cuáles son tus opciones si quieres que te perdone, ¿verdad? —murmuró el padre, su nariz rozando el cuello del castaño.
—¡No, por favor, no! No quiero hacer ninguna, por favor —suplicaba Gun, su voz un susurro quebrado. No podía ni hablar; estaba completamente deshecho, temblando y sollozando.
—¿Por qué? ¿Por qué haces esto? Antes era diferente. Cuando mamá vivía, era diferente —su llanto se intensificó, provocando que la ira del padre aumentara aún más. El hombre apretó los hombros del chico con tal fuerza que le hizo emitir un pequeño quejido de dolor.
—Cuando tu madre vivía, no podía tenerte como quería. Necesitaba ser bueno, ganarme tu confianza, y esperar a que ella muriera para quedarme con el dinero, la casa y contigo. —El padre hablaba con frialdad.
—Afortunadamente, no tuve que hacerle nada. El cáncer se encargó del trabajo por mí. Además, traté de ser bueno contigo porque pensaba que, al morir ella, te sentirías tan mal que te refugiarías en mí. Creí que te apegarías más y finalmente te entregarías por completo para que pudiera hacerte lo que siempre quise. ¡¡Pero no!! En vez de eso, te alejaste y te entregaste al primer idiota que viste —gritó con furia.
—¡Yo jamás estuve con Pak! ¡¡No soy gay!! —el castaño respondió entre sollozos.
—¡Me importa una mierda si dices que no eres gay! Eso no cambia nada. ¡Te vi besarte con él cuando venía a verte en la noche! —el padre estaba fuera de sí—. Así que pensé que si no estabas dispuesto a dármelo por las buenas, lo tendría por las malas. Te mostraré que solo me perteneces a mí. ¡¡Nadie más puede tocarte!! ¡¡ENTIENDE, GUN!! ¡¡NADIE!! —gritó, golpeando con fuerza la mejilla del chico. Gun cerró los ojos, sintiéndose atrapado en una pesadilla. Todo lo que decía su padre le repugnaba. Él no le pertenecía, nunca lo haría. Su madre había cometido un error al enamorarse y casarse con ese monstruo.
—¡¡Cállate, cállate!! —gritó Gun en un ataque de desesperación. Pateó al hombre y corrió hacia abajo, decidido a escapar y llegar a la puerta.
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.—¿Qué quieres decir, Gun? ¿Cómo que nunca podremos estar juntos? —preguntó Off, visiblemente confundido.
—Me acabas de decir que me amas y yo también te amo. Sé que será difícil, pero lo superaremos juntos. Lo prometo, estarás bien si vienes conmigo. Haremos las cosas como tú me pidas y iremos a donde tú digas —explicó Off, abrazándolo de nuevo con esperanza.
Gun no sabía cómo explicarlo. Tenía que hacerle entender que lo suyo era imposible.
—Off, no puedo ir contigo. No te puedo decir la razón, no lo entenderías. Solo puedo decirte que jamás podré irme contigo —se apartó de Off, con los ojos hinchados por el llanto.
Eso fue un golpe devastador para Off. ¿Cómo que no podía? ¿Que no lo entendería? ¡¡Claro que sí lo haría!! Sabía que tenía miedo, que pensaba que esa persona lo encontraría y le haría daño nuevamente. Pero Off jamás permitiría que eso sucediera. Ya le había dejado claro que lo protegería con su vida.
—Gun, sé que tienes miedo, pero es lo mejor para ti. No puedes seguir viviendo así. ¿No te gustaría poder salir libremente, sin miedo? Por favor, no me digas que no —suplicaba.
—Off, entiende una cosa. No salí a verte para irme contigo, aunque daría lo que fuera por hacerlo. No puedo. —Gun sorbió por la nariz y continuó—. Si estoy aquí es para despedirme. Tienes que irte y olvidarte de mí. Siempre te amaré, Off, pero nada entre nosotros puede funcionar. Esta es la última vez que me verás. Es por tu bien.
El corazón de Off se rompió al escuchar eso. No podía ser una despedida. No podía ser la última vez que lo viera. ¿Cómo viviría sin él? Comenzó a llorar y se acercó, pero en ese momento, Gun se dio la vuelta y corrió hacia su casa. Off lo siguió a toda prisa, pero no pudo alcanzarlo. Gun entró rápidamente y cerró la puerta tras de sí.
Off tocó la puerta con desesperación, gritaba su nombre una y otra vez, suplicando que saliera, que no hiciera esto. Poco le importaba si su padrastro lo escuchaba; enfrentaría las consecuencias. Los vecinos salieron a mirarlo con curiosidad, pero él no se detuvo. Tocó la puerta con la esperanza de que saliera, mientras su garganta se lastimaba con el esfuerzo de sus gritos y su llanto. A pesar del tiempo que pasó y del dolor, el castaño nunca salió. Off se quedó arrodillado frente a la puerta hasta que el sol comenzó a asomarse.
Estaba agotado, con los ojos ardiendo y sin lágrimas que derramar. Pensó en tirar la puerta y entrar por la fuerza, pero su cuerpo no tenía la energía suficiente ni siquiera para abollarla.
Estaba tan cansado que ni siquiera se percató de por qué, con todo el escándalo, la única persona que no había salido a ver qué ocurría era el hombre, el padre de Gun.
Tras un largo tiempo de desesperanza, se dio cuenta de que no tenía sentido seguir ahí. Gun no saldría, así que decidió levantarse y caminar lentamente de regreso a su casa. Se sentía vacío, como si su vida se hubiera detenido en ese momento. ¿Por qué se había ido Gun de esa manera? ¿Por qué había dicho que lo suyo era imposible? ¿Cómo podía alguien que decía amar tanto hacerle esto?
Estaba lleno de preguntas sin respuesta, y sabía que no podía rendirse. Volvería cada noche, sin importar qué, hasta que lo viera de nuevo. Nunca se daría por vencido con él.
Cuando llegó a casa, se arrastró hasta la cama y se dejó caer sobre ella, sin quitarse los zapatos ni cambiarse. Todo le era indiferente. Agradecía que el restaurante estuviera cerrado, porque en su estado no podría ir a trabajar. Finalmente, el agotamiento lo venció y se quedó profundamente dormido.
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The mirage of Gun
FanfictionOff jumpol un hombre de 20 años soltero y huérfano que trabaja para sobrevivir, sufre desde hace un tiempo un terrible insomnio. Una noche desesperado por no poder dormir decide salir a dar un paseo sin importarle la hora que es y sin saber que ese...