Capítulo 1

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Eran alrededor de las dos de la madrugada, y una vez más me encontraba tumbado en mi cama sin poder dormir. Esta había sido la cuarta noche consecutiva de insomnio en esa semana. Si esta situación continuaba, mi rendimiento en el trabajo empeoraria aún más de lo que ya lo había hecho. No podía permitirme eso, tenía facturas que pagar, incluyendo tres meses de alquiler que se habían acumulado durante mi período de desempleo. No me podía dar el lujo de ser despedido después de lo difícil que fue conseguir ese empleo.

A pesar de haber consultado a varios médicos y haber probado innumerables medicamentos, el insomnio persistía. Era como si mi mente se negara rotundamente a descansar. Finalmente, me di cuenta de que no valía la pena luchar contra ello esa noche. Me levanté dispuesto a dar un paseo, decidí quedarme en mi pijama y solo me puse unos zapatos para no enfermarme.

Después de ponerme un suéter negro pues la noche estaba algo fría, salí de mi habitación. Curze por el pasillo y la pequeña y silenciosa sala. Tomé las llaves del gancho junto a la puerta y salí. El ascensor llevaba días descompuesto, a pesar de mis quejas reiteradas al propietario, lo que me dejaba con la única opción de usar las escaleras.

Una vez afuera, comencé a caminar sin rumbo fijo. Mi intención era caminar y perder el tiempo hasta que el cansancio se apoderara de mí y finalmente pudiera dormir. Después de una media hora de vagar por la ciudad, me encontré en una zona que, tanto de día como de noche, parecía estar en un eterno estado de soledad. Mientras estaba perdido en mis pensamientos, un ruido llamó mi atención. Mis ojos buscaron la fuente del sonido hasta que lo identifiqué.

Un joven salió de una casa muy deteriorada que parecía abandonada, pero claramente no lo estaba. Algo en él captó mi atención, lo suficiente como para que comenzara a seguirlo.

Realmente no sé que fue lo que me motivo a hacerlo, pero yo lo atribuí simplemente a la curiosidad y el aburrimiento.

La estatura del muchacho era baja, y aunque las calles estaban mal iluminadas, logré distinguir que tenía el pelo castaño. Sin embargo, lo más extraño fue su comportamiento. Parecía estar en constante alerta, como si se estuviera protegiendo o temiera algo.

Sé lo que están pensando, que caminar solo en medio de la noche puede generar ese tipo de actitud, o talvez se dio cuenta de que un tipo raro lo está siguiendo. Pero no, estaba seguro de que no era eso. Ademas estaba convencido de que no se había percatado de mi presencia en absoluto.

Observaba nerviosamente a su alrededor, como si en cada esquina, en cada sombra, hubiera algún tipo de peligro acechando. De repente, aceleró su paso, lo que me puso en alerta. Casi lo perdí de vista cuando dobló en una esquina, pero logré seguirlo de cerca.

Se detuvo cerca de una casa que, aunque igualmente deteriorada, parecía en mejor estado que la anterior. Eso no me extraño, pues en el lugar que nos encontrábamos era una de las zonas más solitarias de la ciudad.

Giró ligeramente, quedando de perfil. Por un momento, temí que me hubiera descubierto, pero eso no ocurrió. La luz de un poste cercano iluminó su figura y rostro.

El chico parecía tener alrededor de 18 años. Era, sin duda, una de las personas más hermosas que había visto. Quedé instantáneamente cautivado. Su silueta era esbelta pero no en exceso. Vestía una camisa beige, unos pantalones negros ajustados en la cintura, que era notablemente delgada, y zapatos del mismo color.

Su cabello castaño irradiaba un brillo enigmático, como si perteneciera a un ser ángel. Involuntariamente, me encontré imaginando cómo sería acariciar esos mechones, enredando mis dedos en ellos mientras mis labios se posaban sobre los suyos, que, aunque distantes, podía verlos perfectamente.

Después de un rato, durante el cual tocó un par de veces una ventana y se asomó, se giró y continuó su camino, esta vez comenzando a correr. Me sacudió de mi ensimismamiento y volví a seguirlo, esta vez a una mayor velocidad pero aún procurando mantenerme oculto.

Eran casi las cuatro de la mañana, y en ese punto, la noción del lugar en el que me encontraba se estaba desvaneciendo. Sin embargo, no me importaba. No podía permitirme perderlo sin saber, al menos, su nombre.

Fue en ese momento que una inquietud de que tal vez realmente estaba en peligro, se apoderó de mí.. Sentí la urgencia de alcanzarlo y, de alguna manera, ofrecerle mi ayuda. Planeaba hacerlo de manera sutil, para no asustarlo aún más de lo que parecía estar, y especialmente, con la esperanza de que no pensara que yo era un lunático, un asesino o un ladrón.

Cruzó calles, giró en esquinas y, cuando pasó frente a una iglesia, se detuvo bruscamente. En ese punto, me sentía al límite de mis fuerzas, pero no importaba. Debía alcanzarlo; nada más tenía importancia.

Finalmente, llegué y me coloqué justo detrás de él. En ese instante, se giró. Quedé en silencio, todas las palabras que había planeado decirle se borraron de mi mente. Quedé atrapado en sus ojos, ojos que proyectaban una inocencia y pureza que jamás había visto antes. Y, sin saber cómo, lo supe. Era él, lo que había necesitado, lo que había estado buscando toda mi vida sin siquiera darme cuenta. Había encontrado la cura para mi soledad, y sin previo aviso, mi corazón le pertenecía.

Su indiferencia hacia mi presencia o quién era parecía evidente, ya que continuó escaneando el entorno con mirada cautelosa. Sabía que tenía que abordar la situación pronto antes de que decidiera salir corriendo nuevamente.

—¿Estás bien?— le pregunté con calma.
—Parece que necesitas ayuda— sus hermosos ojos se posaron en mí al instante. Sin embargo, no respondió; solo me miró con una expresión desconcertada. Intenté acercarme un poco, pero retrocedió.

—No quiero hacerte daño— le aseguré, tratando de transmitir tranquilidad.
—Si estás perdido o en peligro, puedo llamar a la policía o a algún familiar tuyo. Tus padres, quizás, o algún hermano o hermana — añadí, mientras él negaba con desesperación.

—Está bien, no te preocupes. No llamaré a nadie — insistí, buscando aliviar su ansiedad. A pesar de mis palabras, seguía sin responder, solo me miraba fijamente. Parecía que no tenía intención de hablar.
—Al menos dime cómo te llamas— hice un último intento. Justo cuando estaba a punto de perder la esperanza de obtener una respuesta, finalmente lo escuché.

—Gun— pronunció con una voz que me robó el aliento, mi alma y mi vida entera. Después de un momento de asombro, respondí:

—Off. Yo me llamo Off— asintió con la cabeza en reconocimiento.

—Si quieres, puedo acompañarte a donde quieras ir. Si estar solo a esta hora te causa temor— ofrecí, esperando una respuesta. Nuevamente, no dijo nada. Comenzó a caminar en dirección opuesta, y yo apresuré el paso para seguirlo, poniéndome a su lado.
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Hola este es mi primer fic realmente no sé que les parezca este primer capítulo, hice lo mejor que pude.
Disculpen por las faltas ortográficas

The mirage of GunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora