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—Vamos

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—Vamos.

La morena se paró de su lugar con una enorme sonrisa haciendo presencia en su rostro. Estaba feliz y emocionada. Caminó hasta donde estaba Lisa y la abrazó con fuerza.

—Gracias, necesito ver a mis amigas.

—Lo sé y fue un dolor en las bolas el lograr que me dejaran sacarla de ahí un rato para que pudieras verla, espero me lo agradezcas de alguna forma.

—¿Mi abrazo no fue suficiente?

Un puchero tiró de su labio inferior logrando que Lisa soltara una leve carcajada para luego abrir la puerta de la habitación y salir de ahí junto a Jennie.

—Me gustó el abrazo pero me gustaría algo más, sabes.

—Bien, voy a pensar en eso.

Comenzaron a caminar por el extenso pasillo y pudieron sentir miradas sobre ellas algo dubitativas e interrogativas. La gente parecía curiosa al verlas pasar. Jennie se sintió algo incómoda ante las miradas de los de ahí.

—¿Por qué nos miran?

—Ni idea.

Segundos después de haber intercambiado aquellas escasas palabras entre ellas, sintieron unos brazos abrazarlas por los hombros.

—¿Qué ha sucedido con ustedes dos?

—¿De qué hablas, Jihyo?

Jennie miró de reojo a la azabache que acababa de meterse entre ellas dos. La de ojos negros  rodó los ojos algo molesta y después miró a Jennie con una mueca en su rostro.

—Lalisa está por aquí caminando mientras emana un fuerte olor a Omega, estoy segura de que ya creen que está cortejando a alguien.

—¿Olor a Omega?

La morena se giró mirando a Lalisa con seriedad en su rostro. Después de oír aquello, la observó altanera y se adelantó un poco.

—Mantente a mínimo tres metros de mí, me repugna ese olor que emanas.

—¿Eh? ¿Y ahora qué fue lo que hice?

—Estuviste con una Omega. Además, eres hija del jefe, más van a hablar al respecto, idiota.

Jihyo se encogió de hombros mientras paraba en una de las puertas del pasillo y con una sonrisa las miraba desde ahí.

—Suerte con su extraña relación.

—Ya vete y no jodas.

Lalisa rodó los ojos e intentó acercarse a Jennie pero ésta se alejó de ella al instante mientras se cruzaba de brazos sin parar de caminar.

—¿En serio, Jennie?

—No te me acerques.

—Si Jihyo no hubiera dicho lo del olor a Omega ahora no estarías actuando como una maldita celosa.

Hazme tuya | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora