VI

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La reunión acababa de terminar

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La reunión acababa de terminar.

Los Alfas habían comenzado a pararse de sus lugares y a despedirse entre ellos.

Jennie se había parado del regazo de Lisa mientras ésta última comenzaba a saludar gente, con la morena a su lado con la mirada en el suelo.

K.J ronroneaba algo asustada en el suelo, no podía evitarlo, Jennie estaba realmente avergonzada por la actitud que había tenido

¿Estamos en problemas, ama?

Sí, lo estamos. Bueno, yo lo estoy.

—Suerte con esa insolente, Lalisa.

Uno de los hombres se había acercado a hablarle a la castaña con un tono algo burlón y divertido. A Lisa no le cayó para nada bien, en lo más mínimo.

—Gracias, Han, pero si alguien va a llamar insolente a mi Omega, esa soy yo, agradecería que no te tomes ni la molestia de mirarla, es mí responsabilidad el hecho de lo que suceda con ella o no. Gracias.

Jennie se quedó algo atónita mientras tragaba saliva en su lugar, ahora todos se encontraban diciéndole cosas similares a Lalisa, cosas referidas a lo que había sucedido esa noche.

—Vamos.

La castaña se encontraba seria y cierta molestia emanaba de su ser, era demasiado notable y, además, tenía ese aroma insoportable a perro enojado.

Sin dejar de lado el hecho de que su lobo se encontraba gruñendo molesto.

—Lalisa, no has saludado a todos.

SeokJin habló pero Lisa solo lo ignoró y salió de ahí tomando a Jennie de la mano para poder dirigirse con ella hacia la habitación. No quería tener relación con nadie más que fuera a decirle lo insolente que era Jennie o algo por el estilo, estaba cansada de eso así que había preferido irse de aquel lugar.

Al entrar en la habitación, cerró la puerta con algo de fuerza detrás de ellas y después de sentó en la cama tomando su cabeza entre sus manos. Era notoria su molestia, incluso estando a una distancia considerable.

El lobo de Jennie había comenzado a ronronear y la Omega de la morena había comenzado a lloriquear, haciéndola temblar y caer de rodillas en el suelo frente a Lisa.

Su ojos miraban sus manos mientras tragaba saliva nerviosa, algunas lágrimas se habían acumulado en sus ojos y amenazaban con salir.

—Lo siento.

Susurró casi inaudible sintiendo cómo la castaña clavaba sus ojos en ella algo curiosa y sorprendida.

—¿Qué dijiste, Jennie? No pude oírte, bueno si hablas así, en ese tono, es imposible que te oiga.

El lobo de Lisa se había acercado al de Jennie y ésta última había comenzado a lloriquear mientras se restregaba contra ella.

—Lo siento, Lalisa.

Hazme tuya | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora