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La pelirroja se encontraba en la sala de espera junto a la castaña y pequeña Omega que estaba a su lado

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La pelirroja se encontraba en la sala de espera junto a la castaña y pequeña Omega que estaba a su lado.

Jugueteaba con ella y besaba sus labios cada tanto, haciéndola reír de manera casi imperceptible.

Parecían dos jóvenes adolescentes en pareja y con las hormonas revolucionadas.

Mientras tanto, Lisa se encontraba sentada al lado de la camilla en donde descansaba Jennie, inconsciente. Se veía demasiado bien. Al lado de Lisa, K.J se encontraba dormida y L.M restregaba su hocico contra ella cariñosamente.

-También las extrañas, ¿No es así, amigo?

Lisa se atrevió a preguntarle a su lobo mientras hacía una mueca algo triste. Suspiró y miró a la morena fijamente sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho, no podía mirarla de otra forma, había caído por Jennie y había caído duro.

Estiró su mano mientras una casi imperceptible sonrisa se asomaba por sus labios, era pequeña pero sincera. Suavemente acarició la mejilla de la más pequeña en la camilla y soltó un suspiro.

La amaba, mierda que la amaba, lo hacía y demasiado. Jennie era lo único que encontraba importante en aquel momento, nada más. Habían pasado ya dos días y para ella era una eternidad, necesitaba verla despierta, necesitaba que sus ojitos felinos la miraran fijamente y revolotearan por todos lados buscando en qué enfocar su mirada, necesitaba oírla quejándose de algo o de que no le daba la atención que merecía, necesitaba oírla haciendo alguno de sus dramas, necesitaba oír su irritable voz cuando le hacía alguna escena ya fuera de celos o de quejas, necesitaba ver su cuerpo desnudo otra vez, necesitaba tenerla entre sus sábanas mientras ambas se unían en una misma y se fundían en el placer, necesitaba a su pequeña más de lo que alguna vez hubiera imaginado necesitar a alguien, más de lo que hubiera esperado.

-No soy muy buena con las palabras, sabes, considero bueno siempre decir lo justo y necesario, nada más y nada menos, pero contigo, amo excederme. Aún recuerdo el primer día que te vi, lucías asustada como nunca había visto a alguien, estabas temerosa y estaba claro que querías huir de ahí. Recuerdo quedarme mirando a tus ojos fijamente y a Jihyo darme un codazo para sacarme de mi trance. En cuanto llevaron a tus amigas al calabozo, ordené que a ti te llevaran a mi habitación, no me importó lo que fuera a decir mi padre o si eso estuviera mal en lo absoluto, yo solo quería que estuvieras ahí, te veías muy delicada como para estar en un lugar tan sombrío como un calabozo. Admito que fui egoísta, pensé en mí misma, pero necesitaba tenerte ahí, porque desde el primer momento me hechizaste. Aún recuerdo cuando te transformaste, aprovechaba las veces en que caías dormida para mirarte, era mi parte favorita del día, el momento en el que apreciaba la obra de arte que eres.

Se mordió el labio inferior recordando aquello mientras sus manos temblaban un poco, el estarle contando aquello le causaba eso y no estaba segura de por qué, pero se sentía bien y el calor de su pecho había crecido.

Hazme tuya | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora