XXV

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Su corazón latía tan fuerte en su pecho que podía jurar que veía cómo su piel se estiraba cada vez que éste rebotaba, le hacía calor y su cabello acababa de pegarse a su frente mojada

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Su corazón latía tan fuerte en su pecho que podía jurar que veía cómo su piel se estiraba cada vez que éste rebotaba, le hacía calor y su cabello acababa de pegarse a su frente mojada.

Cerraba sus ojos con fuerza, sintiendo hasta algo de dolor al hacerlo, no sabía de qué otra forma podía aliviar lo feo que se sentía aquello.

Apretó en un puño las blancas sábanas y después una lágrima solitaria cayó por su ojo, ahí comprendió que el dolor que sentía era más fuerte que ella. Abrió ambos ojos de golpe mientras observaba toda la habitación buscando que alguien se encontrara ahí con ella para ayudarla, para hacerle sentir mejor, para inyectarle algo y dormirla, no aguantaba más, se sentía al borde de la muerte y no le sorprendería que eso sucediera.

—Doctor, la paciente Manoban, no se encuentra muy bien, por favor, venga.

Una voz femenina se oyó desde afuera, Lisa pudo reconocer a una de las tantas enfermeras que entraban para revisar sus signos vitales y toda la cosa. Sintió cierto alivio pero éste no era más que su dolor, no llegaba a superarlo en lo absoluto.

—Permiso.

Y la voz grave del doctor contrastó.

La blanca puerta de madera se abrió dándole paso al hombre que anteriormente se había encargado de que Lisa estuviera un poco mejor, ese que lo había curado.

—Las cosas no te van muy bien al parecer.

Se acercó y comenzó a revisarla un poco con mirada seria y expectante. Lisa se sentía desfallecer y aquel doctor no parecía notarlo ya que no se apresuraba en lo absoluto, cosa que enfadó a la castaña.

—¿Podría hacer bien su trabajo? No sé si es consciente de que estoy aquí, muriéndome.

Tenía el ceño fruncido y los dientes apretados, aquellas palabras habían salido realmente molestas y podía notar al doctor a su lado algo confundido ante aquello.

—Señorita Manoban, no está muriendo, de eso puede quedarse tranquila. Sucede que estamos tratando de salvar a L.M, ¿De acuerdo? Su lazo con su lobo es muy fuerte, por eso es que se siente así. Tranquila, veré si encuentro algún sedante para inyectarle por unas horas.

El hombre abandonó la habitación dejando sola a Lisa, solo sintiendo un dolor indescriptible,
sintiendo cómo no podía moverse y cómo parecía que esos eran sus últimos momentos de vida.

Estaba realmente mal.

Miró a su costado y se mordió el labio inferior, iba a ver si podía distraerse con algo y así dejar de sentirse de aquella forma. Tomó el celular que Seulgi le había llevado, estar en una habitación de hospital sola y sin buenos canales de cable no era una muy buena idea para poder pasar el tiempo.

Desbloqueó el aparato y comenzó a buscar algo que pudiera distraerla hasta que vio un mensaje de su amiga.

Seulgi:

Hazme tuya | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora