Un camaleón travieso y un príncipe malhumorado

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Narrador omnipresente

Ambos: ¿Qué haces aquí? Preguntaron ambos adolescentes señalándose mutuamente.

Ambos se encontraban en una pelea de miradas del que ninguno quería salir perdiendo.

Los familiares de ambos chicos se miraban los unos a los otros sin entender cómo es que ambos adolescentes se conocían.

Alma: ahm niños hablando la matriarca de los Madrigal tratando de llamar la atención de los menores, lo cual logró, ustedes ya se conocían.

Camilo: conocernos, este loco casi me mata de un puñetazo dijo el camaleón dramatizando exageradamente el momento en el que el húngaro lo golpeó, miren como quedó mi linda carita por culpa de él.

Y en parte lo que decía Camilo era cierto, a pesar de ser de piel morena, claramente se podía ver el golpe que el húngaro le proporcionó, el cual estaba de un tono rojo oscuro casi morado.

Todos dirigieron miradas asesinas hacia el pobre húngaro, quien se sintió pequeño por ser juzgado, sin embargo, tomó valentía y se defendió de la acusación del rizado.

Angel: no fue mi culpa, este zopenco de aquí dijo señalando a Camilo, me dio un susto de muerte al gritar a mis espaldas, casi me da un infarto por eso, pensé que era un monstruo o un depravado sexual, por lo que me defendí.

Ahora las miradas asesinas iban dirigidas al colombiano quien se hizo chiquito en su lugar debido al miedo que le proporcionaban esas miradas, sobre todo la de su abuela y la de su madre a quien ya se le empezaba a formar un tormenta encima de su cabeza.

Camilo: no fue mi culpa, este degenerado de aquí dijo señalando al húngaro, quiso besarme mientras estaba inconsciente chilló sobreactuando de nuevo.

Todo el mundo abrió sus ojos como platos al escuchar la declaración del colombiano, pero aún más el pequeño húngaro, el cual sentía sus mejillas arder por la vergüenza.

Todo el mundo abrió sus ojos como platos al escuchar la declaración del colombiano, pero aún más el pequeño húngaro, el cual sentía sus mejillas arder por la vergüenza

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Angel: ya te dije que no quería besarte, lo has malinterpretado todo chilló el mayor avergonzado y todo sonrojado.

Camilo: que me asegura que dices la verdad y no querías aprovecharte de mí dijo el menor señalándolo acusadoramente.

Angel: es la verdad, solo quería comprobar que no estuvieras muerto por semejante golpe que te di, a veces ni siquiera yo se manejar mi propia fuerza, te asusté al verte inerte y solo me acerqué a ver si aún respirabas, pero abriste los ojos de repente y disté un terrible grito, casi me sacas el corazón de un susto dijo el mayor aún sonrojado.

Camilo: uy, así o más directo, y yo que creía que causaba esa reacción solo en las chicas, ya mejor admite que me querías besar, y no te culpo, soy un don Juan, pero no creí que podía incluso atraer a los chicos dijo con una sonrisa burlona en su rostro.

Todo rastro de vergüenza se fue al averno y en su lugar dejó la furia, la cual se empezó a extender por todo el cuerpo del húngaro.

Angel: ahora si te lo ganaste dijo entre dientes el mayor, claramente furioso.

Encanto. El árbol de la ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora