A cada Madrigal su ángel a de ayudar

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Narra Angel

Me desperté muy temprano ese día, aún estaba oscuro afuera y todo el Encanto estaba dormido aún, al comprobar la hora en mi reloj de pared me di cuenta que apenas eran las 4 de la mañana.

Sabia que era muy pronto para levantarme, pero no tenía sueño, así que me levanté de la cama con algo en mente, solo espero que mi familia y los Madrigal no se den cuenta de lo que estoy a punto de hacer.

Me escabullí silenciosamente por el pasillo de la habitación hasta llegar a la puerta de entrada y finalmente logré salir del cuarto sin hacer el más mínimo ruido.

Caminé de puntillas por los corredores de la planta alta de la casa Madrigal para no despertar a nadie y así con el mayor sigilo llegué hasta las escaleras, las cuales decidí no bajar, ya que hacen mucho ruido, así que opté por un método más rápido y menos ruidoso.

Me lancé desde el segundo nivel de la casa y caí en una perfecta línea recta hacia el patio de la misma.

Cuando terminé mi hazaña me dirigí hacia el mi objetivo: la cocina

Y si preguntan que haré tan temprano en la cocina, pues es simple, voy a cocinar para todos en la casa, es una forma de agradecer a los Madrigal por su hospitalidad hacia nosotros.

Entré silenciosamente en la cocina y prendí la luz para poder empezar mi faena, aunque me sorprendió ver una gran cantidad de comida ya guardada en cestas en la reposadera de la cocina.

Si no me equivoco, esa es la comida que la señora Julieta llevará para los enfermos del Encanto, pobre, ella debe terminar muy cansada al levantarse en plena madrugada a cocinar todo eso y luego volver a levantarse para hacer el desayuno de todos.

Con más razón debo hacer ese desayuno especial que tengo en mente, así le alivianaré un poco su trabajo a la señora Julieta, ella es un ángel y merece un pequeño descanso, y quien sabe, a lo mejor doña Alma me deja cocinar más seguido.

Así que, sin perder tiempo, empecé a buscar las cosas que necesitaría para hacer el desayuno, pero al no haber entrado nunca a esta casa, no sabia en donde estaban los ingredientes y artículos para cocinar.

Debía apresurarme, con cada minuto que pasaba perdía tiempo valioso para cocinar, gracias a Dios, Casita me dio una mano para encontrar lo que necesitaba y comencé con mi labor.

Pique, cocí, freí, exprimí y embarré cada cosa que hice para preparar un desayuno digno de la realeza.

Cuando estaba a punto de terminar de colocar los platos llenos y vasos con jugo en la mesa, los demás llegaron al comedor.

Las expresiones que tenían todos en la cara al ver la mesa llena de comida me sacó una pequeña risa.

Angel: pasa algo, parece como si hubieran visto a un fantasma dije sonriendo.

Todos: wow

Narrador omnipresente

Mientras el pequeño húngaro cocinaba con una velocidad y destreza inigualable, los demás moradores de la casa empezaban a despertar, y al hacerlo, el agradable y exquisito olor de la comida provocó que sus estómagos rugieran de hambre.

Al principio pensaron que se trataba de Julieta preparando el desayuno como siempre.

Grande fue su sorpresa al encontrar al húngaro menor terminando de colocar la mesa del comedor.

Pero sobre todo ver el esplendido banquete que el menor había preparado.

La mesa estaba llena de deliciosos platillos como: huevos estrellado con tocino, pan tostado con mantequilla, café, jugo de naranja, muffin de arándano, arepas, salchichas, jamón, queso, chorizo, entre otras cosas más.

Encanto. El árbol de la ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora