¡Hey, Seth!: RECEPTOR. ©

LIBRO 2: ¡HEY, SETH!

P A R T E - 2.1

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Una vez que aceptas y abrazas las imperfecciones de tu alma gemela; el universo se encarga de mostrarte tus verdaderos duelos.

Aquellos en los que tu voz interior te pide a gritos que dejes todo y seas feliz en soledad...pero luego viene el corazón a ordenarte que sigas adelante hasta las
últimas consecuencias.

Y no por la fama que lo rodea con fervor, sino por el amor tan profundo y trascendental que se tienen. Las almas gemelas se aman desde su creación y nada en el mundo es capaz de separarlas una vez que se encuentran en el plano terrenal.

Nada excepto la muerte.

La muerte, es capaz de cortar los lazos de las almas gemelas y finalmente cuando ambas se encuentren en la oscuridad del universo; vuelven al plano terrenal para volver a buscarse.

Algo realmente cruel, ¿cuántas vidas tienen que vivir para estar juntos?, ¿por qué es tan difícil la existencia misma?

Almas crueles y despiadadas, almas bondadosas y hermosas, almas con secretos que amenazan la existencia de su alma gemela...mi alma estaba encadenada a la suya.

Le pertenezco y él me pertenece.

Matthew Henderson me pertenece y mi propósito en este plano terrenal es salvarlo de la oscuridad de su mente, de los genes malignos que heredó de su padre...esa es mi nueva misión.

Amarlo no es opción. Lo amo con todos los demonios que le hacen un pedestal.

Por que Matthew es un maldito demonio con cara de ángel. Es una deidad caída que necesita ser rescatado de sí mismo y créanme, no me molesta en lo absoluto ser su luz guía. Pfff, ¿quién se atrevería a ignorar a un chico semidesnudo a mitad de una lluvia torrencial con su perfecta simetría facial y un cuerpo de infarto?, solo una loca lo pasaría por alto.

Y yo, Alina Campbell, no seré esa loca.

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Alina.

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Un día como cualquier otro, dentro de mi vida, todo cambia, absolutamente todo y sé que no es nada comparado con la vida que llevaba anteriormente pero me gusta.

Inhalé de manera suave, tratando de contener mi respiración para controlar el temblor de mis manos. Mis ojos miraban fijamente el punto blanco que se burlaba de mi a la distancia. 

Baje mis manos lentamente, negando con suavidad.

—¿Tienes miopía?

—Matthew.

Una risa emanó de su boca, haciendo eco alrededor de nosotros, deje de mirar hacia el árbol para mirarlo; se encontraba de pie a unos metros con los brazos cruzados sobre su pecho, sus ojos oscuros estaban en mi, atentos y listos para atrapar a su presa.

—Tengo un temblor en las manos que es normal para mi desde que tengo quince —mire mis manos—, es cada que estoy nerviosa.