Descubriste que los colapsos de tomattoredd eran más comunes cuando había un psicólogo nuevo, también que te estaban ¿Juzgando? Lo cual no parecía tener contento a tomattoredd.
— bien, gracias por explicarme. Llamaré a alguien para que remplase lo roto y...también para que acomoden.
— puedo acomodar yo solo.
Hablo mientras te miraba, se veía algo incómodo, tal vez por el recuerdo de lo sucedido, también puede que sea por lo que acabas de decir o simplemente sea tu precencia la que causa esa incomodidad.
Suspiraste ante la última idea, de ser así no sabes que hiciste mal y en estás situaciones es difícil que simplemente tu precencia incomode, lo verás todos los días, casi más de cinco horas, si lo incómodas no ayudará en nada.
— Bien, supongo que quieres que me vaya.
Te levantaste de la silla y ante ninguna protesta asintiste para ti misma.
— bien.
Empezaste a caminar pero cuando escuchaste el rechinido de la silla siendo movida bruscamente miraste al chico.
— no tienes por qué irte, todavía hay preguntas, ¿verdad?
Tal vez se vio necesitado de tu precencia pero ahora tiene miedo de estar solo, no quiere estar solo con esas cuatro voces que ante tu presencia disminuyen, tal vez es tu atención, tu amabilidad, ¿Pero eso importa?
— claro, todavía tengo las preguntas básicas.
Hablaste calmada, el chico con ojos diferentes pareció más relajado ante lo dicho.
— bien.
(...)
— ¡No es justo!
Grito para luego sostener su cabeza entre sus manos, estaba frustrado, cansado.
— ...¿Que no es justo?
Preguntaste vacilante cuando entraste al cuarto, este te miro y nego.
— nada. Están molestando me.
— ¿Con que?
— quieren hacer cosas que no pueden por qué están simplemente en mi cabeza, matt quiere un espejo, edd quiere Coca-Cola y Tom quiere alcohol, tord tiene fumar.
Se quejo mientras se tiraba de espaldas en su cama.
— ¡No es justo! No sé callas y no pueden hacer nada de eso, no soy fan de sus cosas, prefiero dormir.
Se quejo mientras se escondía en las sábanas, soltaste una risa por su conducta tan infantil.
Caminaste y te sentaste en la punta de la cama haciendo que su cabeza se asomara.
— tienes razón no es justo, también deberías hacer algo que quisieras.
Hablaste calamda dándole una sonrisa amable.
— ¿Hay algo que quieras hacer? Claro, mientras pueda intentaré conseguir el permiso.
Este salió de su escondite en las sábanas y se volvió a sentar, mirándote curioso.
— siempre quise jugar juegos de mesa, una vez me trajeron algunos pero jugar solo no es divertido.
Hablo mientras miraba a un lado sin dirigir su vista a ti.
— podría intentar conseguir algo. Oh, cierto, también hoy hice que tu desayuno sea diferente, pedí que lo trajeran.
Este pareció animado por un cambio en su comida, aunque su comida si varía siempre era lo mismo, lunes se desayuna cereal, martes se desayuna café con pan, claro que primero se debe saber cómo reaccionara el café y estos suelen ser moritoreados de todas formas pero ese no es el punto, el punto es que siempre va a comer lo mismo de desayunar, cenar y almorzar los lunes.
— ¿Cuál es el nuevo menu?
Pregunto intrigado, con curiosidad y cierta alegría de no comer lo mismo al menos hoy, después de unos años es fácil aburrurse de la comida repetitiva.
— será una sorpresa.
Hablaste feliz. La sonrisa en tomattoredd vaciló levemente, eres tan amable, agradable, conciderada y alegre cuando estás con el, quiere creer que algo de eso es por que te agrada, no solo por qué es tu trabajo, ahora quiere creer...que en alguna parte de ti, tu también crees que era tu amigo, que no solo era tu paciente.
El toquenleve en la puerta lo hizo mirar a la puerta blanca, te levantaste talareando alguna canción a lazar o simplemente que no conocía, te vio hablar unos segundos con el chico que trajo su comida y luego cerraste la puerta, entrando, camiando a donde estaba la mesa.
— ven, quiero saber si te gusta está comida, tal vez la agende para que te la den se vez en cuanto, al menos si es así no sentirás tan repetitiva tu comida.
Le sonreiste y el te devolvió la sonrisa levantándose de la cama, yendo a dónde estabas.
Aún con las voces en su cabeza murmurrando, quejandose o hablando entre ellas, eran más calamdas, con tu precencia podrían ser más callados o más ruidosos.