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(...)

Era más fácil cuando estabas, más callado. Su cabeza se quedaba más callada, sin gritos o otras cosas.

Miro un punto al lazar en su cuarto mientras divagaba entre las voces que hablaban entre ellas en su cabeza.

Estaba esperándote, ya había sido rutina que vinieras en la mañana pero hoy estaban cayadas, no había ruido, era menos, solo charlaban, casi susurrando para ellos y se sentía bien, no tener tantas voces en su cabeza, poder escuchar más fuerte sus pensamientos que eran agenos a los otros, después de todo no les está hablando, está hablando consigo mismo, ellos no tienen otra opción supone, espera que sea asi por qué si no sería muy cruel de su parte no hacerlo y molestarlo.

Entiende que ellos no tengan con quién hablar pero él tampoco tiene.

- Buenos días.

Abriste la puerta con una sonrisa amable como todas las mañanas, te devolvió la sonrisa mientras saludaba levemente con la mano.

- Buenos días.

Miro tus manos, tenías una caja, ladio la cabeza confundido ante lo que tenías en tus manos, era...desconocido para el.

- se que dijiste juegos de mesa pero como dijiste que ya tenías pensé en traer un rompe cabezas, es mío y es de mil piezas, podríamos empezarlo. Luego de que desayunes, ya están trayendo tu comida.

Caminaste a la mesa en el cuarto, se escuchaban tus pasos en el lugar, después de todo no había más ruido.

Escuchaste las sábanas moverse dando a entender que tomattoredd se estaba moviendo en la cama. Dejaste la caja que tenías en las manos y miraste atrás moviendo tu cuerpo con tu cabeza.

- ¿Que es un rompe cabezas?

Pregunto camianndo hacia ti, mirando la caja en la mesa.

- es como una imagen rota que tienes que armar, suena raro pero es divertido aunque ciertamente puede estresante sigue siendo divertido.

Hablaste con calma alejándote de la mesa caminando a la puerta que acababa de ser tocada.

- es algo que puede tardar horas. Cuando desayunes te lo muestro.

Dijiste mientras habrías la puerta.

Agarraste la bandeja de comida y miraste al chico de todas las mañanas.

- buenos días.

Hablo, siempre se veía nervioso, parecía que le daba miedo estar tan cerca de los pacientes ya que lo has visto fuera de estos pasillos y se ve relajado.

- buenos días, Sam.

Hablaste con calma, este asintio para si mismo lo cual no entendías por qué hacía ese gesto pero suponias que era un tipo de despedida para el ya que luego de eso se iba.

- ¿Esta es la imagen rota?

Dijo alzando la caja dejando ver la noche estrellada. Soltaste una risa ante "imagen rota" bien, no sabías explicar.

Hace unos meses o años te lo regalaron, no sabes la fecha exacta pero era de la noche estrellada de van Gogh. Fue un regalo de tu madre que realmente nunca terminaste de armar.

- si, es la noche estrellada de van Gogh.

Hablaste caminando a el.

- hoy también es otro desayuno.

Dejo la caja y camino a ti, algo rápido aunque sabes que lo intento disimular.

Reíste cuando se paró frente a tu mirando con curiosidad la bandeja. Le sonreiste mientras estirabas la bandeja dejando que este lo agarrara.

Se veía feliz, tal y como un niño pequeño, tal vez demasiado. Has visto su forma de actuar estos últimos días, todavía parece descubrir cosas, no conoce muchas cosas y hay algunas cosas que por lo que te a dicho solo las a leído.

Lo miraste, parecía un niño encantado por la comida en su plato, era algo simple, un vaso con leche y waffles.

- ¿Que es esto?

Pregunto mirando confundido los waffles, sonreiste intentando que no se vea la lastima que sentias por la pregunta.

- waffles.

Este miro con asombro lo que tenía en su plato y susurro.

- ...waffles.

Con emoción, al igual que algo de desesperación agarro un tenedor y corto con este el waffle, después de todo no podían darles cuchillos.

Dudo pero luego metió un pedazo a su boca, viste como mastico despacio, con miedo del nuevo sabor.

Sonrió y cerro sus ojos ante el sabor nuevo, asombrado y encantando por el nuevo sabor.

- ¡Son realmente buenos!

Hablo con la boca llena, mastico rápido y agarro el vaso para tomar de este, luego te miro con una sonrisa.

- gracias por este desayunó, nunca había comido waffles.

Sentiste felicidad al verlo tan feliz, como alguien que no estaba encerrado entre cuatro paredes, esa sonrisa fue la más sincera que te a dado.

La comisura de tus labios subió apenas y con una sonrisa algo apenada contestaste.

- no hay por que agradecer. Me alegro que te guste, provecho.

- ¡Gracias! ¿No quieres?

Miraste como rápidamente corto torpemente con el tenedor el waffle para luego mostrarlo a tu dirección y con cuidado puso su mano libre bajo está, con duda en su rostro esperando tu respuesta.

- Oh...

Fue lo único que salió ante su acto tan inocente y amable.

- no gracias, disfrútalo tu.

Sus manos bajaron levemente.

- ¿Segura?

Asentiste y este dudo pero asíntio, luego metió el bocado a su boca.

Simplemente te sentaste en la mesa agarrando la caja entre tus manos, no crees terminarlo hoy.

Tu mirada divagó a dónde al chico que comía frente a ti, seguía comiendo con estusiasmo y todavía quenia una sonrisa con cada bocado nuevo.

Tengo miedo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora